Mostramos en "Historia de Burguillos" la noticia recogida en "La Iberia", editados en Madrid, el 27 de octubre de 1887, sobre la epidemia de Difteria, que asoló Burguillos en 1887, y que se conservan en el archivo de la Biblioteca Nacional de España.
"La Iberia"; fue una publicación periódica editada en Madrid desde 1854 a 1866, y de 1868 a 1898. Junto a otros prohombres del liberalismo progresista, como los dramaturgos Manuel de Llano y Persi (1826-1907) y Juan de la Rosa González (1820-1886), fue fundada por el farmacéutico, periodista y también dramaturgo Pedro Calvo Asensio (1821-1863). Aparece su primer número el 15 de junio de 1854, en pleno movimiento militar en el que participa el propio Calvo y que un mes después finalizará en la Vicalvarada dando paso al Bienio Progresista (1854-1856). Será el prototipo del nuevo e influyente periodismo político y cauce del Partido Progresista. Para ello, Calvo supo rodearse de un nutrido grupo de excelentes periodistas y a la vez preclaras plumas del progresismo. Entre ellas, la de Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903), que se formará como periodista en este diario desde 1857 y del que será redactor-jefe antes de asumir su dirección el uno de octubre de 1863, tras el fallecimiento de Calvo -su mentor y amigo- a la edad de 42 años, el 18 de septiembre de ese año, y adquirir la propiedad del periódico a su viuda –Ana María Posadas-, que la compartirá con José Abascal y Carredano (1829-1890). Este ya era copropietario –a partes iguales- con Calvo del diario desde 1862, y en 1864, junto a Sagasta y los hermanos Rojas, crearán su sociedad editora.
Con el subtítulo “diario liberal de la mañana” (a partir de 1860 desaparecerá la mención temporal), se publicará en entregas de cuatro páginas compuestas en cuatro densas planas de pequeña tipografía. Formará parte de la renovada prensa informativa y política española, cuyos contenidos van estructurados en secciones. Estas serán la Doctrinal (artículo de fondo o editorial), Noticias (Provincias, Madrid, Ultramar, Extranjero), Oficial (legislación), Variedades, Revista de teatros, Religiosa (cultos), Mercantil (cotizaciones de la Bolsa), Espectáculos (cartelera), Recreativa (folletín, que después se denominará Biblioteca de La Iberia y ocupará, generalmente, los faldones de la primera y segunda página) y Anuncios (que ocupará, aunque no siempre, la última plana completa). A estas se sumarán otras con los epígrafes Opinión, Gacetilla, Correspondencias extranjeras, Últimas noticias, Comunicado o Sección de remitidos, así como la parlamentaria o de Cortes, las de Política interior y Política exterior, además de otra de Astronomía (meteorología) o de Lotería nacional, con el listado de los premios.
No se publicará los lunes. A partir del 14 de noviembre de 1854 aumenta a cinco sus columnas por página. A partir del dos de diciembre de 1856 lo hace su formato y se empieza a componer a seis columnas, que las mantiene cuando vuelve a extender más su tamaño a partir de enero de 1860, llegando a indicar que es el de mayor dimensión y con mayor cantidad de “letras” de cuantos se publican. Imprime diversas ediciones (para Madrid y provincias) e incluso varias al día, así como, desde 1859, una edición económica, siendo distinguidas sus dos principales ediciones como la “grande” y la “chica” o económica. Además, entre diciembre de 1862 y el siete de septiembre de 1863, publicará también una edición satírica semanal, con caricaturas. Bajo la dirección de Sagasta llegará a ser uno de los diarios más leídos, y en 1865 superará en circulación a Las novedades (1850), el otro de los grandes noticieros, aunque La correspondencia (1859) se había convertido en el de mayor circulación de España, según la recaudación por timbre.
En su artículo de presentación se había proclamado “campeón de las doctrinas liberales” y había indicado que “la imparcialidad” era “su divisa; la legalidad, su escudo” y “la libertad, su grito de guerra”, y aunque exprese también que “no nos hemos afiliado a ningún partido”, se convertirá en órgano efectivo del Partido Progresista, incluyendo en sus páginas una sección bajo los epígrafes Circular o Boletín oficial de esta formación política. Desde La Iberia se combatirá a los ministerios moderados o unionistas de Ramón María Narváez (1800-1868) y de Leopoldo O’Donnell (1809-1867), y en un artículo del seis de septiembre de 1856 de Calvo Asensio se criticará duramente a los liberales que en 1858 se integrarán en la Unión Liberal liderada por el citado O’Donnell. Por el contrario, se mostrará favorable al general Baldomero Espartero (1793-1879).
La relación entre los periodistas de La Iberia y la actividad revolucionaria, política e institucional será muy estrecha, pues no sólo Calvo será diputado en 1854 y 1856 y Sagasta llegará a liderar el liberalismo progresista, tras el asesinato del general Prim (1870) y durante la Restauración, y ocupará varias veces la presidencia del Consejo de Ministros, sino otros de sus redactores o posteriores directores obtendrán actas de diputados o senadores u ocuparán cargos en la Administración. Es el caso del poeta Gaspar Núñez de Arce (1834-1903), que será su corresponsal en la Guerra de África (1859); del jurisconsulto Carlos Massa Sanguineti (1823-1883), que lo fue en la guerra austro-italiana (1859); o de Augusto Suárez Figueroa (1852-1904), Ángel Fernández de los Ríos (1821-1880), Fernando Fragoso (1830-1899), el ya citado Llano y Persi (1826-1907), Francisco Javier Carratalá (1830-1870), José María López del Pino (-1881), o Manuel Lasala. Hartzenbusch (1894) da un listado de hasta 36 periodistas de La Iberia, y además de los citados, incluye en su relación a los escritores Ventura Ruiz Aguilera (1820-1881) y Eugenio Sellés (1844-1926), a Francisco Javier de Moya (1821-1885), a su crítico teatral Juan de la Rosa González (1820-1886), a Víctor Balaguer (1823-1901), José Aguirre o Augusto Anguita.
A comienzos de 1858, La Iberia había mantenido una áspera polémica doctrinal con el órgano más representativo del Partido Demócrata –La Discusión (1856-1887)-, lo que causará que un grupo de los periodistas de esta pasase a engrosar la redacción de la primera, como es el caso de un entonces joven Manuel Ruiz Zorrilla (1833-1895). Como periódico más representativo del “espíritu del 54”, y defensor de la libertad de imprenta y de la soberanía nacional, será uno de los diarios que más sufrió multitud de denuncias, multas, secuestros, procesamientos y suspensiones, como el consejo de guerra al que se verán sometidos su director, editor responsable y periodistas el cinco de agosto de 1864, en virtud de la ley de imprenta del 29 de junio de ese año. Sagasta fue detenido, juzgado y condenado a muerte por su participación en el pronunciamiento de la sargentada del Cuartel de San Gil, el 22 de junio de 1866, pero logrará huir y refugiarse en Francia. El último número del diario había sido publicado un día antes. El dos de enero de 1868 reaparecerá este órgano del Partido Progresista con el título La nueva Iberia, que también forma parte de esta Hemeroteca Digital de la BNE.
La cabecera del diario liberal progresista fundado en 1854 por Pedro Calvo Asensio (1821-1863), y que había dejado de publicarse en 1866, retoma su antiguo título tras el triunfo de La Gloriosa. Previamente, en los nueve primeros meses de 1868 se había publicado en su sustitución La Nueva Iberia, título que también forma parte de esta Hemeroteca Digital de la BNE. Al reaparecer La Iberia, el 30 de septiembre de 1868, lo hará siguiendo la secuencia y numeración que había dejado interrumpida el 21 de junio de 1866, y con la indicación del nombre -además del de su fundador- de su director, que no era otro que el de Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903), quien tras regresar del exilio y ser nombrado ministro del Gobierno provisional presidido por el general Serrano, será sustituido a partir del 22 de octubre por el antiguo redactor y también exdirector del diario: el cordobés Carlos Rubio Colell (1831-1871). En su reaparición había indicado que quedaba excusado decir que “los redactores de la Nueva y los de la antigua, son y han sido siempre los mismos”:
Seguirá siendo un diario de cuatro páginas, compuestas, generalmente, a seis o cinco columnas, que imprimía varias ediciones y que no se publicaba los lunes. Un diario que había renovado el periodismo político, inspirado dos revoluciones –la liberal del 54 y la democrática del 68- como órgano oficioso del Partido Progresista y era redactado con estilo ágil y calidad literaria por brillantes periodistas y escritores, muchos de los cuales obtendrían actas parlamentarias o altos cargos de la Administración. El caso paradigmático es el del propio Sagasta, quien tras el magnicidio del general Prim (1870), asumirá su liderato a través, primero, del Partido Radical y, seguidamente, del Partido Constitucional, siendo en dos ocasiones presidente del Consejo de Ministros, la primera durante el reinado de Amadeo de Saboya (1871-1872) y la segunda en los tres meses previos al golpe de Martínez Campos (1874), y, desde la fundación del fusionista Partido Liberal en 1880, en cinco mandatos durante el turno de partidos de la Restauración.
Durante este periodo sus secciones más importantes serán la del artículo de fondo o doctrinal (editorial), sus crónicas parlamentarias y, especialmente, su amplia revista de prensa dedicada a atacar la prensa conservadora, carlista y republicana. Tendrá, asimismo, secciones de noticias, política extranjera, oficial, telegramas, gacetillas, espectáculos, tribunales, religiosa, meteorología, cotizaciones de bolsa, últimas noticias, folletín y, en su última plana, anuncios comerciales.
Entre sus redactores y colaboradores se encontraron Juan de la Rosa González (1820-1886), Concepción Arenal (1820-1893), Ángel Fernández de los Ríos (1821-1880), Servando Ruiz Gómez (1821-1888), Eugenio Montero Ríos (1832-1914), Gaspar Núñez de Arce (1834-1903), Eugenio Sellés (1842-1926); los hermanos Manuel (1835-1911) y Félix González Llana (1850-1921), como cronista político y crítico teatral, respectivamente, así como José Ortega Munilla (1856-1922), entre otros.
Se ha indicado que este diario con el tiempo terminó por identificarse de tal forma con la personalidad de quien había sido su director, Práxedes Mateo Sagasta, “que se convirtió en su permanente órgano de prensa”. Entre 1876 y 1883 estará dirigido por un sobrino del propio Sagasta, Tirso Rodrigáñez Sagasta (1853-1935), que llegará a ser ministro de Hacienda tanto con su tío como con Canalejas. De 1884 a 1886 lo dirigirá el dramaturgo cómico Emilio Sánchez Pastor (1853-1935), que anteriormente había sido cronista parlamentario del diario. Y probablemente José Sánchez Guerra (1859-1935) lo dirigiera también antes de que el 11 de octubre 1886 adquiriese su propiedad y asumiera la dirección Manuel Martínez Aguiar (-1942), que ubicó su redacción en un nuevo edificio e intentó, fructuosamente, hacer de este un periódico al estilo norteamericano. Superado por otros grandes diarios madrileños, La Iberia desaparece en plena guerra colonial, siendo la última entrega de su colección la correspondiente al 14 de mayo de 1898, tras cuarenta y cinco años en publicación.
Pues bien, en una de las páginas de la edición del 27 de octubre de 1887, a cinco columnas, aparece una noticia bajo el título genérico de Noticias Generales, una serie de pequeñas referencias, aunque la que nos interesa fundamentalmente a los burguilleros, es la quinta que aparece en la zona inferior de la cuarta columna, y que pasamos a transcribir íntegramente:
NOTICIAS GENERALES
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En Burguillos está causando la difteria numerosas víctimas.
Las autoridades locales, de acuerdo con la Junta de Sanidad, han empezado a tomar las medidas más convincentes a la pronta desaparición de la epidemia.
Leyendo esta noticia de 1887, comprendemos el alcance actual de las epidemias, y que no hay nada nuevo bajo el sol... ya que por desgracia estas noticias han sido cíclicas a lo largo de la historia, aunque afortunadamente la difteria, gracias a la vacuna, prácticamente ha pasado a la historia.
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