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lunes, 3 de enero de 2022

Arte: La imagen "Dulce Nombre de Jesús", en el Retablo de la Virgen del Rosario, de la Iglesia de Burguillos

     Mostramos en Historia de Burguillos, la imagen "Dulce Nombre de Jesús", que podemos contemplar en el retablo de la Virgen del Rosario de la iglesia parroquial de San Cristóbal mártir de nuestro pueblo, aprovechando que hoy, 3 de enero, es la Solemnidad del Santísimo Nombre de Jesús, a cuyo solo nombre toda rodilla se dobla, en el cielo, en la tierra y en el abismo, para gloria de la Divina Majestad [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].

     Y que mejor día que hoy para analizar la imagen dedicada al Dulce Nombre de Jesús.
     Es una imagen de madera policromada, que ocupa el ático del Retablo de la Virgen del Rosario, con unas medidas de 55 x 30,50 x 21 cms., en una talla de Niño Jesús desnudo sobre una nube con querubes que se puede fechar en la primera mitad del siglo XVIII.

     En la hornacina trilobulada a modo de ático, del Retablo de Nuestra Señora del Rosario, podemos contemplar una pequeña imagen de Jesús Niño, cuya verdadera denominación es la del Dulce Nombre de Jesús, maravillosa escultura coetánea del retablo, demostrando la valía de su autor al representar la desnudez del Divino Redentor en actitud de bendecir. Puede parecer incongruente, y hasta seguro habrá quien piense que esta imagen no debió realizarse para este Retablo, ya que muchos opinarán qué hace en un mismo Retablo una escultura exenta de Jesús Niño, si ya existe la Bendita Imagen que lleva Nuestra Señora del Rosario en su brazo izquierdo. 

     Pues la explicación es bien sencilla, y como no podía ser de otra manera tiene relación directa con la devoción al Rosario de Ntra. Sra. Así las cofradías del Dulce Nombre de Jesús nacen impulsadas por el Concilio de Trento, que recomienda el establecimiento de esta devoción en todas las parroquias para desterrar la costumbre de la blasfemia. Su imagen titular era un Niño Jesús y serán los religiosos de la Orden de Predicadores, los dominicos, quienes jueguen un papel activo en su difusión Una de las sociedades integradas en la Orden de Predicadores y a ella confiada es la del Nombre de Dios, también conocida como de los "Juramentos" y en forma definitiva como "El Dulce Nombre de Jesús". Junto a ella están la Cofradía del Rosario y la Milicia Angélica de Santo Tomás. 

     Ciertamente las más antiguas son las del Rosario y Dulce Nombre. Trataremos aquí sólo de la denominada en su origen como "del Nombre de Dios". Y en este apartado recogeremos los documentos oficiales emanados de los Capítulo Generales de la Orden. Considerando aquí la misión de la Orden de Predicadores: anunciar el nombre de Jesucristo a todos los pueblos, que es la esencia misma del Evangelio, como la definió Honorio III en carta dirigida a Santo Domingo el 18 de enero de 1217: "Aquel que incesantemente fecunda la Iglesia con nuevos hijos, queriendo asemejar los tiempos actuales a los primitivos y propagar la fe católica, os inspiró el piadoso deseo de abrazar la pobreza y profesar la vida regular para consagraros a la predicación de la palabra de Dios, propagando por el mundo el nombre de nuestro Señor Jesucristo". No es pues de extrañar que, para acometer esta misión se valieran los frailes de unos medios que a su juicio resultaban oportunos. De este modo promueven el Laicado dominicano (Tercera Orden de Penitencia de Santo Domingo), la Cofradía del Rosario, la Cofradía del Nombre de Jesús, Cofradías del Santísimo (con su referencia a Santa María sopra Minerva, en Roma) y a mediados del siglo XVIII, la Milicia Angélica de Santo Tomás de Aquino.

     En 1274, el II Concilio de Lyón determinó luchar contra la blasfemia y los juramentos y el medio que dispuso fue promover que los fieles reverenciaran el nombre de Jesús inclinando la rodilla de sus corazones y mostrando esto mediante la inclinación de cabeza. Como consecuencia de esta determinación el Papa Gregorio X encomendó a los dominicos predicar el Santo Nombre. Fr. Juan de Vercelli recibe la Bula "Constitución Numperim" con el mandato de venerar el Nombre de Cristo y confiriéndole el privilegio de instalar en todas las iglesias de los conventos de la Orden un Altar dedicado al Dulce Nombre de Jesús. Allí se encuentran las raíces de las Cofradías del Nombre de Jesús que posteriormente se conformaron. 

     En 1430, funda Fr. Diego de Vitoria con el nombre de "Sociedad del Santo Nombre de Dios" en el Convento de San Pablo de Burgos, la cofradía del Dulce Nombre. Es la primera de España. Será en 1564 cuando Pío IV mediante la Bula "Iniustum Nobis" une a las tareas pontificias las Cofradías del Dulce Nombre. En la predicación de los frailes siempre estuvo presente este encargo pontificio, resonancia de una decisión conciliar, pero será en el Capítulo General de Roma del año 1571, que se dispone la promoción de las "confraternidades del Nombre de Dios": "quibus etiam iniungimus, ut confraternitatem nominis Dei diligenter studeant promovere." San Pío V, el Papa dominico, impulsor de la aplicación de las normativas conciliares tridentinas, confirmó estas Cofradías por la Bula "Decet Romanum Pontificem" confiándolas en la Iglesia Universal a la Orden de Predicadores y fue el primero en conceder indulgencias a estas Cofradías (21 de Junio de 1571), luego ratificadas por Gregorio XIII, el 9 de Julio de 1572 por la Bula "Salvatoris et Nomini Notri Jesu Christi". 

     En el Capítulo General celebrado en Roma en 1589 se toman  algunas determinaciones para reglamentar la fundación, uso de privilegios y fines de las sociedades del Rosario y del Nombre de Dios. En este Capítulo se dispone que se celebre la procesión del Nombre de Dios el segundo domingo de cada mes en todas nuestras iglesias conventuales: "...quod in qualibet nostri ordinis ecclesia sanctisimi nominis Dei processio secunda cuiuslibet mensis dominicafiat..." Con­tinuarán las disposiciones en el que se celebra en Venecia el año de 1592. Allí se ordena a los priores de los conventos que cuando se funden y erijan en nuestros conventos las sociedades del Nombre de Dios y del Rosario, procuren la máxima veneración por parte de los frailes y de los fieles. 

     Que se predique de ambas devociones. Que cuando se erijan altares por ambas sociedades se hagan con todo esmero y que se encomiende a frailes graves la atención de ambas sociedades para que las atiendan en sus celebraciones mensuales. Incluso disponen un formulario para que conforme a él se erijan ambas Cofradías. En este documento se hace mención de las Bulas concedidas por los Papas Pío IV y Pío V a favor de esta Cofradía al tener como objetivo enfrentar la blasfemia y los juramentos. En 1601, el Capítulo de Roma, concede a todos los Provinciales fuera de Italia facultades para erigir y confirmar las Cofradías del Rosario y del Nombre de Dios. Años más tarde, las Actas del Capítulo General de Roma de 1612 recogen un Breve por el que Paulo V concede la Indulgencia Plenaria perpetuamente a los cofrades de la sociedad del Santísimo Nombre de Dios establecidas en todas nuestras iglesias por todo el mundo. En 1721, el Papa Inocencio XIII estableció la festividad del Dulce Nombre de Jesús en el domingo comprendido entre la Circuncisión y la Epifanía o en su defecto el día 2 de Enero.

       Creo que queda suficientemente de­ mostrada la relación entre la devoción al Dulce Nombre de Jesús y a Nuestra Señora del Rosario por lo que no ha de extrañar el encontrar a ambas imágenes en un mismo retablo. Por otra parte me gustaría reseñar un descubrimiento reciente y es que en ese mismo Inventario Parroquial de 1884 aparece un dato muy llamativo que nos resuelve la duda que se tenía por el hecho de que en la maravillosa peana dorada y policromada con tres cabezas de angelitos haya un hueco para anclarlo a una base. Pues bien en su página 8, al describir los objetos que se encuentran en el Segundo Cuarto, indica claramente: "Otras (andas) donde sale el niño perdido ", lo que unido a una enigmática partida correspondiente a los ingresos de las cuentas de 1748, en la que se reflejaba "Del Estandarte de la Mañana de Pascua, 8 reales", del que deduzco una posible puja de una nueva procesión efectuada por nuestra Hdad. en la Mañana del Domingo de Resurrección, con lo que los rosarieros estamos de enhorabuena puesto que este dato más, engrandece aún más si cabe la impresionante historia de nuestra Hermandad.

     Finalmente señalar que es una verdadera pena que en los últimos años esta maravillosa talla haya desaparecido de los altares de culto que venía efectuando la Hermandad de la Virgen del Rosario, así como del nacimiento que se montaba en el presbiterio de la parroquia.

Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía del Niño Jesús;
   No insistiremos con las representaciones del Niño Jesús, sentado de frente sobre las rodillas de la Virgen en Majestad o acurrucado en los brazos de la Virgen de ternura, que más bien, realzan la iconografía de Nuestra Señora.
   Entre los treinta y cinco tipos iconográficos enumerados por Dorothy C. Shorr, debe recordarse sobre todo al Niño bendecidor, que acaricia la mejilla o el mentón de su madre, mamando o chupándose los dedos.
   El Niño del pájaro es muy frecuente en la escultura de la Edad Media. El pájaro le sirve de juguete vivo que a veces se venga picándole el brazo o el pulgar.

   Si el pájaro perdió pronto todo significado simbólico, no ocurrió lo mismo con el racimo de uvas, otro atributo habitual del Niño Jesús que no es específico de los países vitícolas. Siempre se ha asociado la idea del sacrificio con las uvas, que aplastadas en el lagar, dejan escapar un mosto rojo como la sangre.
   El tipo del Niño Jesús llevando el globo se popularizó en el siglo XVII. Fue en esta época cuando una joven carmelita de Beaune, la hermana Margarita del Santo Sacramento, creó la Asociación del Niño Jesús. Con frecuencia, el Niño Dios aplasta la serpiente con los pies. Ese tipo iconográfico ha sido popularizado en Italia por Guido Reni, en España por Murillo y en Flandes por Van Dyck.
   El arte cristiano se delectó proyectando sobre la infancia inocente de Jesús la sombra de la cruz. El contraste entre la feliz despreocupación de un niño y el horror del sacrificio al cual estaba predestinado, fue concebido para conmover los corazones. Esta idea ya era familiar a los teólogos de la Edad Media. Pero los artistas de entonces la expresaban discretamente, ya mediante la expresión preocupada de la Virgen, ya mediante un racimo de uvas que el Niño estruja en las manos y que es el símbolo de su sacrificio en la cruz.
          Ut torcular uvam.
          Sic natum, o Virgo, crux onerosa premet.

   Es sobre todo en el arte de la Contrarreforma donde ese presentimiento fúnebre de la Pasión se expresa por medio de alusiones transparentes. Zurbarán muestra al Niño Jesús que se pincha el dedo trenzando una corona de espinas, Murillo al pequeño San Juan Bautista que le muestra su cruz de cañas. Finalmente, esta idea encuentra su expresión más conmovedora en el tema del Niño Jesús dormido sobre una cruz y soñando su Pasión.
   El Niño no está siempre asociado con su madre, los santos lo disputan con la Virgen. A finales de la Edad Media se lo representa de buena gana de pie sobre el hombro del gigante San Cristóbal que le hace pasar el vado. San Antonio de Padua consigue el favor de tenerlo en brazos, como el anciano Sirneón. Y él entrega el anillo de bodas a su esposa mística, Santa Catalina (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).

Conozcamos mejor la Festividad del Dulce Nombre de Jesús
   El nombre de Jesús -dice Baur- es un nombre inventado en el Cielo y traído de allí por el Ángel Gabriel, para comunicárselo a la Virgen en el instante de la Anunciación: Darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús. Ahora bien, los nombres impuestos por el Cielo siempre significan un don gratuito otorgado por Dios. Siendo en Cristo este don de la gracia. La salvación de los hombres, con toda propiedad se le impuso el nombre de Jesús, que quiere decir Salvador." (Santo Tomás de Aquino).
   Y, ciertamente, "ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo por el cual podamos salvarnos" (Epist.). La devoción al nombre de Jesús es una preciosa herencia que recibimos de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán. El Beato Jordán de Sajonia, el Beato Enrique Susón, Santa Catalina de Siena y el Beato Juan de Vicenza, fueron apasionados devotos de este Santo Nombre.
   La Iglesia, pero especialmente algunos de los primeros Padres que crearon su doctrina, insistió en la veneración al "dulcísimo" o "sacrosanto" nombre de Jesús. De hecho, aunque el día 1 de enero se celebraba ya esa fiesta, La Iglesia ha dispuesto se celebre esta fiesta al día siguiente de la octava de la Epifanía, a fin de honrar por modo especial el nombre de Jesús, que es:
   Nombre verdaderamente divino, que sólo Dios pudo imponer al Salvador del mundo. Nombre venerable, que hace doblar la rodilla a todas las grandezas de la tierra. Nombre sacrosanto, que pone en fuga a los espíritus diabólicos. Nombre omnipotente, en cuya virtud se han obrado los mayores milagros. Nombre salutífero, de quien reciben en cierto modo toda su eficacia los Sacramentos de la Nueva Ley. Nombre propicio, pues todo lo puede con Dios, y por respeto al nombre Jesús oye benigno nuestras oraciones. Nombre glorioso, extendido por el celo de los apóstoles a todos los gentiles y a todos !os reyes de la tierra. Nombre augusto, por cuya confesión los santos mártires se gloriaron en sufrir cruelísimos tormentos. Nombre, en fin, incomparable, pues no hay otro debajo, del Cielo en cuya virtud podamos ser salvos. Alabémosle, pues, y bendigámosle en todo tiempo.

   San Bernardo, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Niceno, Orígenes o San Agustín son algunos de los escritores sagrados que insisten en la importancia del nombre: "Quid est Jesus, nisi Salvator?", dice San Agustín, y San Bernardo lo llama "óleo saludable" que sana cuando la devoción lo aplica, denominándolo también alimento, fuente, medicina y luz, según recuerda Santiago de Vorágine en su Leyenda Dorada.
   Gregorio X, en 1274, confió a la Orden de Predicadores, en la persona del Maestro General, Beato Juan de Vercelli, "la predicación de la devoción que derrama dulzura sobre los corazones." Se erigieron Cofradías en las iglesias de la Orden, y tan florecientes, que alguna de las actuales, como en los EE. UU. pasa de tres millones y medio el numero de hombres asociados. El fin de la Cofradía es propagar la devoción y culto del Nombre de Jesús contra la blasfemia y profanación de los días festivos (Tomado del Misal de la Orden de Predicadores, editado en Valencia en 1958).
BREVE CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA DE LA DEVOCIÓN AL DULCE NOMBRE DE JESÚS
   Durante el Concilio de Lyon, año 1274, el Papa Gregorio X dictó una Bula encaminada a desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las órdenes de los Dominicos y los Franciscanos fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa. Así, Gregorio X escribió una carta a Juan de Vercelli, el entonces Superior General de los Dominicos, donde declaraba, "Nos, hemos prescrito a los fieles… reverenciar de una manera particular ese Nombre que está por encima de todos los nombres…".
   Este acto resultó en la fundación de la Sociedad del Santo Nombre. Se decía que el Nombre de Jesús estaba en la boca de San Francisco "como la miel en el panal" y San Francisco mismo escribió, "ningún hombre es digno de decir Tu Nombre". Luego, San Bernardo escribió sermones enteros sobre el Nombre de Jesús y dijo: "Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, un canto de delicia en el corazón". San Buenaventura exclama, "Oh, alma, si escribes, lees, enseñas, o haces cualquier otra cosa, que nada tenga sabor alguno para ti, que nada te agrade excepto el Nombre de Jesús".
   Con el nombre “Sociedad del Santo Nombre de Dios” es fundada en 1430, por Fray Diego de Vitoria en el Convento de San Pablo de la ciudad de Burgos la primera Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de España mediante la Bula "Salvatoris et Nómini Nostri Iesu Christi".
INDULGENCIA PLENARIA AL PRONUNCIAR EL DULCE NOMBRE DE JESÚS
   Es Tradición Católica que en la hora de la muerte, pronunciar con los labios o el corazón el Dulcísimo Nombre de Nuestro Salvador, nos puede alcanzar la muy necesaria Indulgencia Plenaria; para ello, debemos cumplir las siguientes disposiciones:
   - Primero, las mismas condiciones requeridas para ganar cualquier indulgencia: es decir, la persona debe estar en estado de gracia cuando se gane la indulgencia y debe tener la intención de ganar la indulgencia.
   - Segundo, debe resignarse completamente a la voluntad de Dios al estar muriendo.
   - Tercero, debe pronunciar el Santo Nombre de Jesús con sus labios, si es posible, y si no fuere capaz de hablar, al menos debe invocar el Santo Nombre de Jesús en su corazón.
   Subráyese especialmente esta última condición de pronunciar el Santísimo Nombre de Jesús. La Congregación de Indulgencias la pidió el 22 de septiembre de 1892 para ganar la indulgencia plenaria in articulo mortis. Es algo que fácilmente se pasa por alto, y por ello, le damos especial atención (www.catholic.net).

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