Mostramos en Historia de Burguillos una reseña (datos del autor y la introducción) de la principal monografía dedicada al estudio de la arqueología romana del término municipal de nuestro pueblo. Se trata de "Implantation rurale antique sur le Bas-Guadalquivir" [Antiguo asentamiento rural en el Bajo Guadalquivir], obra de Michel Ponsich, editado por el Laboratorio de Arqueología de la Casa de Velázquez (CSIC), en Madrid, en 1974.
Es una obra imprescindible para conocer la historia de nuestro pueblo en época romana, y por supuesto de toda nuestra comarca, y en definitiva el Bajo Guadalquivir. Fundamental para nuestro pueblo porque en él se detallan, nada más y nada menos, 25 yacimientos arqueológicos enclavados en el término municipal de Burguillos, por lo que cada uno de ellos es independiente con respecto a los demás, y de los que iremos dando buena cuenta en próximas entradas.
Michel Ponsich fue un pionero anticipado en esa gigantesca valoración y estudio del Valle del Guadalquivir en la Antigüedad, su esfuerzo y su dedicación de dos décadas recién culminadas han sido, son y serán, punto cierto de referencia y polo norte seguro para otros muchos trabajos científicos relacionados con la Economía del Mundo Antiguo, de la incidencia en ella del cultivo del olivo en la Bética, de la anforaria olearia y sus respuestas a importantes interrogantes, de la producción y el comercio del aceite bético en la Antigüedad, de las Instituciones y Asociaciones que este producto hizo necesarias, de las estructuras sociales, del catastro y la posesión de las tierras, y tantos y tantos matices apenas presentidos —interesantísimos y altamente reveladores— que la excavación del Testaccio, en Roma, comienza a confirmar o a incorporar.
Y si con más largueza he traído a colación sus trabajos sobre la implantación rural antigua, ha sido porque en ellos se combinan y complementan en igual dimensión, el hombre y el arqueólogo: su carácter amable, cordial y extrovertido, su sentido del humor, su gran facilidad para relacionarse y, sobre todo, su natural humildad y sencillez sin afectaciones, hicieron de su trato directo y fluido con braceros y peones, tractoristas o capataces, caseros, guardas y propietarios —cientos de personas en suma— un motivo no tan sólo para la útil información, sino razón esencial primera para el entendimiento a nivel humano, para la charla y el diálogo muchas veces trascendente y siempre enriquecedor como el propio Ponsich afirma. Así fue como poco a poco, pero con sed y anhelo de lograrlo, fue colándose, calándose y empapándose en la idiosincrasia de un pueblo viejo y puro que, a fuerza de ser sabio por la acumulación de culturas que lleva a sus espaldas, sabe estar en la cúspide y en la esencia misma de la vida, apenas sin saber leer (Salvador de Sancha Fernández, Michel Ponsich: el hombre y el arqueólogo).
Nacido en Rabat el 11 de marzo de 1927, de una familia marsellesa emigrante a Marruecos, por lo que hablaba muy bien el árabe, mantendría buena parte de su vida esas viejas raíces con la Mauretania romana.
Se diplomó en la École des Hautes Études con un ensayo sobre las lucernas romanas de Marruecos (1961), mientras su doctorado lo obtendría en Burdeos con Recherches archéologiques à Tanger et dans sa région (1967, publ. en 1971) y su Tesis de Estado estaría dedicada a sus investigaciones arqueológicas en Bética y Tingitana. Ponsich fue conservador de las ruinas y museo de la ciudad de Volubilis, nombrado por R. Thouvenot, hasta 1956-1957, colaborando por entonces con otro gran hispanista, R. Étienne (también recientemente fallecido). Pasó luego a ser Inspecteur des Antiquités en Tánger y conservador desde 1959 del Museo Michaux-Bellaire de la misma ciudad. Dirigió las excavaciones de Tánger, Lixus, Cotta, Kouass y el norte de Marruecos. En su etapa de Lixus inició una larga (1957-1967) y buena colaboración con el arqueólogo español Miquel Tarradell, que se tradujo en diversas publicaciones, como Garum et industries antiques de salaison dans la Mediterranée Occidentale (1965). Tras ser Inspecteur des Antiquités el Monuments Historiques du Maroc Nord, sucediendo como adjunto a M. Euzennat, llega a su fin la larga etapa marroquí, iniciando en 1970 la española, al ser nombrado director de la Sección de Arqueología de la Casa de Velázquez, y consejero responsable de las excavaciones de la misión arqueológica francesa en Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz).
Se le deben en esos años, por ejemplo, algunos trabajos fundamentales sobre el garum y las salazones del Estrecho de Gibraltar. Pero será siempre muy recordado por su famosa Implantation rurale antique sur le Bas-Guadalquivir, cuatro entregas por sectores, subiendo el viejo Baetis, tres en 1974, 1979 y 1987, en lo que fue siempre acompañado y ayudado por su primera esposa, Sylvie, gran amante, como él, de Andalucía, sus paisajes y sus gentes. La serie se cerraría en 1991 con un volumen 4, bajando de nuevo el opulento río por su derrame izquierdo hacia el Atlántico.
Estos estudios, con su minucioso trabajo de campo, unidos a sus excepcionales cualidades humanas (sobre ellas se extiende Sancha en el artículo abajo citado), le permitieron trabar amistad con muchos arqueólogos españoles, entre los que destaca el propio José Mª Blázquez. La investigación del rico mundo latifundista andaluz, especialmente consagrado al olivo, le llevó de forma natural al descubrimiento de infinidad de alfares, y a cientos de sellos anfóricos, detenidamente calcados, rehaciendo así poco a poco una vieja ruta económica que terminaba en el Testaccio, o incluso más allá, en el limes germánico, como los posteriores estudios de Blázquez y Remesal han completado, cerrando el círculo iniciado, como el del garum, el atún y la caballa, por el amigo ahora fallecido. Qué oportuno resulta ahora recordar un artículo reciente de J. M. Blázquez: "Tres grandes arqueólogos de Mauretania Tingitana: M. Ponsich, R. Thouvenot y M. Tarradell" (2000).
Al final de sus experiencias, condensadas en al menos 12 libros y más de un centenar de artículos, Ponsich manifestaba con razón cómo la región norte de Marruecos era como ?la prolongación natural de España?, y a ambas sirvió bien él con su esfuerzo y sus estudios, uniendo en un mismo empeño las dos orillas principales de su propia vida.
Pero, sobre todo, él habrá de ser recordado por su talante humano. Por ello quisiera terminar esta apresurada semblanza con unas palabras de su amigo Salvador Sancha (1): ?Los que disfrutamos del lujo de su amistad y hemos trabajado a su lado, sabemos de su cálida afectividad, de su amplia disponibilidad, de su atención apasionada hacia los que sufren o carecen de casi todo, de la bondad alegre de su ancho corazón, de esa disposición derrochadora y rendida para regalar lo mejor de su alma, de su esfuerzo, de su inteligencia...?.
La transcripción de la página 14, que sirve de introducción, bajo el título de "El Espacio Geográfico", es la siguiente:
Espacio geográfico
Nuestra investigación se ha centrado en cuatro mapas: Sevilla, No 984, Alcalá del Río, No 962, Lora del Río, No 963 y Carmona, No 985, que contamos en este orden, del 1 al 4.
Con el mismo espíritu, intentaremos tener éxito con los mapas a escala 1/50.000, atravesados por el Guadalquivir y formando una unidad geográfica que debe ser estudiada como tal más adelante. Por eso hemos disociado las descripciones geográficas de cada mapa que, por sí solas, no representan un todo real. Este conjunto, por ejemplo, encontramos truncado en la época de los túmulos en los caminos de trashumancia donde éstos aparecen tanto en el mapa de Carmona como en parte del de Lora. Sin embargo, sabemos que estos caminos naturales van desde las Marismas hasta Setefilla (en el mapa de Palma del Río), sin cruzar el territorio del de Alcalá del Río.
El área estudiada en los cuatro mapas representa sólo una pequeña parte de la provincia de la Bética (fig. 1). Forma un rectángulo de 49 km de largo y 37 de ancho, dividido diagonalmente por el gran río que lo recorre durante más de 90 km (fig. 2).
La margen derecha se compone, en parte, por las primeras estribaciones de Sierra Morena, de las que fluyen una serie de afluentes, más o menos importantes, paralelos a ella.
La margen izquierda, baja, es propicia para recibir el desbordamiento del Guadalquivir durante los períodos de inundación.
En el centro, el corredor del río.
Esta área abarca un conjunto de terrenos pequeños y aparentemente aislados cuyo terruño está, sin embargo, bien establecido en una unidad geográfica. El Guadalquivir sigue siendo el vínculo y los medios de comunicación entre ellos: es también el eje y el soporte de la implantación humana.
Ampliación de la Fig. 2 de la página 14:
Fig. 2. Los cuatro mapas estudiados y sus principales vías de comunicación en la Antigüedad.
Para el estudio de Burquillos, nos interesa el capítulo II dedicado al mapa de Alcalá del Río, del que vamos a transcribir las páginas 65 a 71:
Capítulo
Ⅱ
ALCALÁ DEL RÍO
Introducción geográfica
En el mapa 962 de Alcalá del Río, lo que caracteriza a la región es la diversidad de su textura fácilmente explotable de su tierra, y también su riqueza hídrica que, en esta parte de Andalucía, es un factor esencial para la agricultura.
Los Suelos
En términos generales, tres tipos singulares de tierra forman, en notable armonía, el apoyo a una buena capacidad agrícola que favoreció el asentamiento rural en esta región (fig. 15).
Fig. 15. - Presentación esquemática del mapa de Alcalá del Río (escala a 1/200.000).
La Vega, en la margen derecha del Guadalquivir, terreno de margas, fácil de trabajar, es un suelo que se calienta rápidamente porque se aprieta muy rápidamente. Cubre una zona relativamente pequeña, situada en una zona frecuentemente inundada, en un antiguo lecho del Guadalquivir cuyos desbordamientos y limos fertilizan las orillas, pero han absorbido para siempre y cubierto cualquier rastro de antigua ocupación.
Los trigales se insertan entre la Vega y las estribaciones de la Sierra Morena. Son montañosos, impermeables, fáciles de trabajar aunque sean pesados en la temporada de lluvias. Este territorio, más grande en el oeste alrededor de Gerena, se está reduciendo hacia el este para convertirse en insignificante en Mudapelos, donde el suelo arenoso recuerda más al de las zonas ribereñas de la Sierra, aptas para el cultivo de olivos cuya productividad actual proviene principalmente de nuevas técnicas.
La Sierra, poco elevada, cubre el área más grande del mapa de Alcalá del Río [aproximadamente 290 km2]. No cultivable, sus grandes extensiones rocosas son atravesadas principalmente por animales en trashumancia. En sus laderas, numerosos manantiales dan lugar a "arroyos" que descienden en líneas paralelas hacia el Guadalquivir regando la tierra que cruzan.
Las orillas del Guadalquivir
Muy diferentes entre sí, por lo tanto, tenían un papel especial y muy importante en la ocupación de la tierra. Aquí seguimos el río en su corredor de más de 15 km de largo, de 2 a 3 km de ancho, una verdadera vaguada aluvial cuyos caminos sucesivos aparecen claramente y esto, mucho antes del período arqueológico que nos interesa (fig. 16).
a) Margen derecha: en la parte de su curso estudiada en este mapa, entre Alcalá del Río y Cantillana con mayor precisión, descubrimos un cauce bajo, propicio para inundaciones que descartan cualquier posibilidad de establecer un inventario de restos antiguos. Esta zona bien situada (en gris en nuestro mapa -fig. 17-) representa no sólo el corredor de desbordamiento del Guadalquivir, sino también en el que el río ha cambiado de lecho a lo largo de los siglos, como lo demuestra el meandro de Brenes (fig. 16 y pl. XI).
Esto ha evolucionado bastante y encontramos algunos rastros de ella en el suelo, gracias a fotografías aéreas y también a la información del mapa que nos da los cambios que se produjeron durante el siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX (Le Bas-Guadalquivir p. 67, fig. 23 y foto 20; mapa del texto del relieve y los suelos).
Desde Alcalá del Río, el cauce se hizo más alto y firme y favoreció un asentamiento humano que resultó en una densidad de puntos romanos en una línea que no había cambiado desde la antigüedad.
b) Margen Izquierdo. Se enfrenta a la Vega y, a diferencia de la derecha, se presenta alto y firme. Los límites de su cauce son precisos y los pocos cambios en el curso del Guadalquivir no son tan espectaculares (al menos desde el período antiguo hasta la actualidad), con la excepción del meandro de Brenes (pl. XI).
En el suelo, los límites del río Viejo [Hoy seguido por un pequeño río, "Las Monjas"] (fig. 16) dan a Brenes el papel de un puerto f1uvial en la margen izquierda del Guadalquivir, cuyas huellas son seguidas, en tiempos antiguos, gracias al rosario de hornos de cerámica, a la próspera industria.
Sin embargo, el cauce se vuelve más bajo en el serpenteante meandro de Alcalá del Río, donde las inundaciones a menudo hacen penetraciones significativas, lo que explica la ausencia de huellas antiguas.
Si bien los cambios anteriores ciertamente ocurrieron, podemos, dada la ubicación de los yacimientos reseñados, establecer la ruta de parte de este cauce en el siglo I d.C., desde el que parece haber continuado hasta el día de hoy.
Hidráulica
La importancia de Guadalquivir en el riego de cultivos no está en duda, pero los de los muchos manantiales y afluentes en la margen derecha del gran río no es menor. No olvidemos las aguas lluviosas y
CURSO DE GUADALQUIVIR
- ACTUAL
- 1ª MITAD DEL siglo XIX.
- S. XVIII.
- S. IV
- INUNDABLE desde el siglo IV.
- YACIMIENTOS DEL S. IV.
- PREROMANO
Fig. 16. Evolución y sucesivos lechos del Guadalquivir después de fotografía aérea, documentos cartográficos y prospección de suelo.
escorrentías. De hecho, el balance hídrico de esta comarca revela una gran reserva de aguas subterráneas y una profunda humedad [sobre este tema concreto, véase el gráfico establecido en el estudio sobre el Bajo Guadalquivir, en particular, p. 22, fig. 7.] que caracterizan ciertos suelos de Andalucía, abiertos a una agricultura privilegiada.
a) Fuentes / Manantiales: una primera línea se encuentra en una curva de nivel similar, en el borde de la tierra de cultivo y las primeras laderas de la sierra. Fueron estos pequeños manantiales los que permitieron el establecimiento de villas romanas.
Una segunda línea, a un nivel superior, da lugar a pequeños arroyos que, casi al mismo tiempo, descienden hacia el Guadalquivir. Es a la altura de esta segunda línea donde aparecen los monasterios, las famosas fuentes, ahora en ruinas, que sin duda ocupaban instalaciones de la época romana.
b) Aguas Vivas: si el orden de las mareas atlánticas se siente hasta Alcalá del Río y permite el bombeo, no es cierto para la parte del curso del Guadalquivir que nos interesa, aguas arriba de Alcalá; sus suministros de agua provienen de las pequeñas presas de retención [particularmente las de Alcalá del Río y Cantillana. Uno podría pensar que este sistema se practicaba en la época romana.] y la contribución significativa de los afluentes.
Toda la Vega (margen derecha) es regada por el Guadalquivir, por seis arroyos [Los arroyos son pequeños ríos.] aunque no abundantes durante el verano, han contribuido al asentamiento humano donde sus cauces han formado una tierra elegida y a lo largo del cual hay restos arqueológicos en superficie.
Por último, la Ribera de Huelva, navegable hasta Guillena con pequeñas embarcaciones, desempeñó su papel en el agua de la comarca de Alcalá del Río.
c) Aguas subterráneas: sustancialmente paralela a la línea de los manantiales, en las estribaciones de la sierra, un subsuelo de piedra caliza absorbente conserva una buena cantidad de la infiltración y el agua de escorrentía que destila con moderación a la tierra, constituyendo una gran reserva de agua fácilmente recuperable por la perforación de pozos, a veces artesanos como en Villaverde del Río.
Este rápido boceto de la geografía y los recursos hídricos de la región proporciona una mejor comprensión de las estructuras locales de asentamiento rural en la antigüedad: fueron las buenas tierras de cultivo las que atrajeron a los primeros colonos, pero fueron los puntos de agua y los recursos hídricos los que los retuvo.
Las vías de comunicación
El desarrollo de la agricultura condujo al aumento del número de mano de obra. Se han creado aldeas todavía ubicadas en el nivel de origen, ya sea alrededor de los grandes pueblos, como en Mudapelos, o un poco separadas, como en Gerena o Guillena, en sitios tradicionalmente ocupados desde la prehistoria debido a su posición privilegiada.
Poco a poco, los caminos originales que conectan los puntos de agua se convirtieron en caminos de villas a villas, luego caminos de pueblos a aldeas. Encontramos esta evolución de Gerena a Villaverde del Río. O incluso se da cuenta de la equidistancia entre estos relevos formados por villas y aldeas a lo largo de una importante ruta agrícola, en el borde de las tierras de cultivo y las primeras estribaciones de la montaña (fig. 17).
Las rutas de comunicación, con una función fundamentalmente económica, facilitaron el transporte y la exportación de cultivos a un puerto de embarque. La margen derecha del Guadalquivir sólo permitía tal asentamiento en el sitio de Alcalá del Río, conocido en la Antigüedad como Ilipa Magna, como un importante puerto [Strabon asegura que los importantes barcos subieron el río hasta Hispalis (Sevilla) y que los otros llegaron a Ilipa Magna (Alcalá del Río). Strab., III, II, 3.]. El río todavía muy ancho (pl. XII) era la verdadera columna vertebral del sistema de transporte de los productos cosechados.
El papel de Alcalá del Río, que está abierto directamente al gran océano, fue por lo tanto crucial dentro del complejo económico de esta parte de la Bética.
A lo largo de la orilla izquierda, más alto y más firme en gran parte de su longitud, las estacionesromanas,El "portus" [Puerto] (en el sentido de los almacenes, las tiendas) eran capaces de multiplicarse.
La marca sobre ánfora POR
P. A. H. (nº l45) indica, si no un puerto, al menos un almacén de ánforas de aceite donde los barcos fluviales hacían escala.
En el yacimiento de Brenes, situado en el fondo de un profundo meandro, iba a ser el portus que falta en esta orilla izquierda (fig. 16-17, pl. XI). Pero el río, evolucionando a su voluntad en el corredor fluvial, se ha desviado claramente de su antiguo lecho, cuya ruta, todavía visible, conocido como el Río Viejo (el antiguo río) pasó a los pies de Brenes.
Los contornos del asentamiento humano, impuestos por una geografía particular, que se establece alrededor del Guadalquivir, se pueden fijar en el mapa de Alcalá del Río. Fueron las cualidades de la tierra las que atrajeron a los hombres, los recursos hídricos decidieron su distribución y el Guadalquivir constituyó el vínculo con el mundo exterior.
Métodos de prospección
Los contornos de la geografía de la zona se nos revelan observando el mapa a escala 1/50.000. Por lo tanto, era necesario establecer primero el estudio analítico de este último. Sobre la base del principio de clasificación de los diversos tipos de terreno a delinear, era necesario llevar a cabo un estudio metódico, tanto en el mapa como en el suelo, observando los accidentes del terreno, la radiación de algunos caminos muy antiguos, el comportamiento de los afluentes.
Para el mapa de Alcalá del Río, era necesario explorar particularmente la margen izquierda, más firme y más habitable.
En segundo lugar, en la margen derecha, la disposición arquitectónica de los seis afluentes que irrigan la región en líneas paralelas, perpendiculares al Guadalquivir, no podía dejar de atraer nuestra atención, teniendo en cuenta cada río a lo largo de todo su camino, así como la tierra cultivable de cada una de sus orillas.
Finalmente, la línea de manantiales tuvo que ser levantada porque forma el límite norte del valle del Guadalquivir y se integra en una unidad geográfica, una verdadera bisagra entre las tierras de cultivo y las de la trashumancia. Ofrecía una variedad de posibilidades rurales.
Entonces era necesario estudiar la hipótesis de los vínculos entre los diferentes sitios por medio de vías naturales accesibles para los seres humanos, con el fin de encontrar el esqueleto de la red vial esencial para esta región productora.
Los nombres de los yacimientos de etimología significativa (El Cerrito, El Castel, Tejido, Villares) fueron muy útiles para nosotros. Y las alineaciones y elevaciones conocidas como "Río Viejo" nos permitieron encontrar el antiguo curso del río.
Las dificultades de la prospección
Se deben en gran parte a la falta de relación entre la geografía y el mapa a escala 1/50.000 de la región y también al desarrollo rural, como con todos los demás mapas de otros lugares.
Las interpretaciones de los yacimientos, o su mala ubicación en sitios una vez reconocidos y ahora extintos no facilitan su descubrimiento, ya que las descripciones y los datos geográficos son vagos.
Este requisito para localizar un yacimiento reportado por trabajos anteriores complica la exploración; sin embargo, es necesario, antes de buscar nuevos yacimientos, encontrar los descubiertos anteriormente, especialmente porque pueden ayudar y guiar nuestra investigación. Sin embargo, a menudo la descripción dada es tan poco clara que el reconocimiento se vuelve imposible ["... Un lugar situado en la carretera que va de Brenes a Carmona (Sevilla), en el cruce con el cauce del Guadalquivir..." (cf.: Memorias de los Museos Arqueol-gicos Provincials, VII, 1946, p. 127, 1 a 6). Brenes al este del Guadalquivir y Carmona al este de Brenes, no hay posibilidad de un lecho del Guadalquivir entre estas dos ciudades...].
Trabajos previos
De 1889 a 1901, Bonsor había recorrido esta comarca y en particular la margen izquierda del Guadalquivir, donde señaló tres yacimientos: Cruz Verde, Villar de Brenes y El Callejón [G. Bonsor, La expedición arqueológica,p. 46, pl. XXIX.].
No queda nada de El Callejón (nº 145 en nuestro catálogo) donde Bonsor había visto los pilares de un acueducto probablemente desaparecido bajo los escombros, durante la muy reciente extensión de Brenes. Sólo unos pocos grandes bloques tallados dan testimonio de una ocupación romana.
Bajando por el río Guadalquivir, Bonsor señaló la confluencia del río Bodegón, un establecimiento de alfareros, Villar de Brenes. Aquí utiliza, no se sabe por qué, el término "villar" generalmente dado en la región de Sevilla, a todos los lugares donde aparecen grandes cantidades de cerámica, azulejos, ladrillos, restos modernos o antiguos. De hecho, el verdadero nombre de este lugar es Puerto el Barco donde, de hecho, se encuentra, no en la confluencia del Bodegón (donde no hay nada), sino más de un kilómetro al sur, en la margen izquierda del Guadalquivir, un importante depósito que es, de hecho, una fábrica de ánforas romanas (nº 143). Según Bonsor, marcó sus productos con el sello VIRGINENSIA, debido a las cuatro marcas que se habrían descubierto allí) ignorando las dos marcas HERMES que también conoció allí.
De hecho, las fallas del horno que llevan las marcas MILOFF, HERMES y muchas otras sugieren que varios fabricantes se agruparon en el mismo sitio.
Más al sur, el importante yacimiento de Cruz Verde está ahora parcialmente destruido por una cantera de grava y se llama Cantera. Este nombre es bastante común en la región, preferimos mantenerlo el de Cruz Verde dado por Bonsor. Todavía quedan importantes restos de hornos antiguos, destinados a la fabricación de ladrillos y azulejos romanos (pl. XIII), así como dos hornos de ánforas cuyos restos de la marca POR se pueden encontrar en el lugar. P.H.A. en varias copias (fig. 32), tiene la exclusión de otras marcas.
En realidad, estos dos últimos puntos, Villar de Brenes y Cruz Verde fueron un gran complejo industrial, que se extiende a lo largo de la margen izquierda del Guadalquivir.
Mucha información general nos es dada para esta parte de la provincia de la Bética por el Sr. R. Thouvenot quien, en su estudio monográfico, toma la información de G. Bonsor y los del Catálogo Monumental de la provincia de Sevilla, publicado en parte, para integrarlos en el marco de la provincia romana que describió [R. Thouvenot, Ensayo sobre la provincia de Betic.].
Comercio
La figura de las almazaras inventariadas es lo suficientemente elocuente como para darnos una visión general de la importancia de la cosecha de aceitunas, la extensión de la tierra cubierta de olivos y el comercio de aceite en este sector en particular.
Los molinos de aceite estaban unidos a las villas como edificios auxiliares, y ninguno de ellos tenía su propia fábrica de ánforas en las inmediaciones.
Sin embargo, estos contenedores industriales eran necesarios para la exportación de aceite y su fabricación era una industria complementaria de su producción.
No hay rastros de fábrica de ánforas a lo largo de la margen derecha del Guadalquivir, pero rica en restos de ciudades romanas con molinos de aceite.
Es necesario cruzar el río para encontrar, en su margen izquierda en la región de Brenes, un verdadero consorcio de hornos de cerámica dado la actividad principal que fue precisamente la fabricación de ánforas de aceite, todos pertenecientes al tipo esférico nº. 20 de Dressel. Los vestigios de esta industria se extienden por casi un kilómetro a lo largo de la orilla del río.
Villar de Brenes fue sin duda el único centro productor de ánforas en la región de Alcalá del Río y, como resultado, le suministró a todas las almazaras vecinas en ambas orillas.
Fig. 17. - Ubicación geográfica de yacimientos antiguos en el mapa de Alcalá del Río.
Su tasa de producción correspondía a la de la producción de aceite de las prensas vecinas. Y a juzgar por los fragmentos de ánforas abandonadas in situ y por la diversidad de tipos de sellos de la misma marca, podemos adivinar la extensión de la cosecha y también la zona de tierra plantada con olivos.
Es cierto que algunos talleres eran más importantes que otros, y sus alfareros más reconocidos o más hábiles, por lo que el que marcó VIRGIN en Villar de Brenes cuyas firmas se encuentran mucho más que las que imprimió HERMES. En el caso de VIRGIN, parecería, si se acepta que el propietario de la tierra y el fabricante de ánforas eran uno, que la propiedad que había sido obsoleta por la marca era, en proporciones inusuales, la producción más significativa de la región. Como resultado, los productores de aceite sólo serían tres dependiendo del número de marcas encontradas en las fallas del horno, por lo tanto, incuestionablemente fabricados en Villar de Brenes. Para una superficie de unos 250 km2, esta cifra no corresponde a la de los treinta molinos de aceite vistos hasta ahora en las inmediaciones.
Por lo tanto, la pregunta sigue siendo una vez más sobre la relación entre propietarios y alfareros en esta región.
Gran parte de este mapa (más de la mitad norte) estaba muy escasamente poblado en la Antigüedad. Es la de las primeras estribaciones de Sierra Morena, cuyas laderas algo verdes deben haber servido, como todavía en nuestros días, como refugio al rebaño de la llanura. Esto iba a ser considerable dadas las posibilidades de los pastizales, y la ganadería era sin duda un recurso comercial en la región de Alcalá del Río.
Y hasta aquí, la parte introductoria, fundamental para entender y comprender los 25 yacimientos arqueológicos de nuestro término municipal enumerados por Michel Ponsich, y que detallaremos en las próximas entradas.
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