Mostramos en Historia de Burguillos el capítulo XLI, y último, del libro "El señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia", de Francisco Rodríguez Hernández, editado por el Ayuntamiento de Burguillos y la colaboración de la Diputación de Sevilla en 1999, y que trata sobre Menudencias históricas, ocupando las páginas 193 a 202 de dicha monografía y que pasamos a transcribir íntegramente:
Pág. 193 del libro "El señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia". |
Menudencias históricas
Nada refleja mejor la idiosincracia de un pueblo, como el contenido de los escritos en que queda atrapado de forma casi imperceptible, el largo e imparable discurrir del curso de su historia.
Una atenta lectura de estos documentos, nos pone en conocimiento del bullir cotidiano y del afán constante, que rige inexorable, el tic tac perseverante de la vida colectiva y personal de la comunidad.
La curiosidad me ha llevado a escudriñar en los entresijos de aquello, que en mayor o en menor grado, constituye el armazón que soporta el peso de toda la fuerza vital, que da vida a las generaciones presentes en cada época.
Para informar a mis amables lectores, voy a espigar en el meollo de algunas escrituras, y divulgar con ello, algunos datos de curioso contenido.
Lo que va a continuación son historias abreviadas, que han sido extraídas como con pinzas, de olvidadas y apolilladas escrituras, que duermen sueños de siglos, en los archivos en que se hallan sepultadas; y ya empiezo:
Arrendamiento por espacio de dos vidas, de Juan Martín Calero y Leonor Gómez, su mujer, a la fábrica de la iglesia, de unas tierras que lindan, por la una parte, con tierras del mayorazgo de don Juan de Esquivel, y por la otra, con tierras de doña Juana de Córdoba y Cárcamo [...] Burguillos 15 de agosto de 1633.- Archivo de Protocolos.
Dos cosas es de señalar; primero considerar lo antigua que es la presencia de la familia Esquivel en Burguillos, y segundo comprobar que en dicha fecha, ya tenía instituido mayorazgo.
Donación a la iglesia:
Sepan cuantos esta carta de reconocimiento vieren, como yo, el capitán Francisco Velázquez de la Parra, mayordomo de la fábrica de la iglesia de esta Villa, vecino de ella, otorgo y conozco por esta presente carta, y digo que por cuanto Gregorio Martín, el sordo, difunto, vecino que fue de esta dicha Villa, dejó a la dicha fábrica, unas casas suyas propias, que son en esta Villa, en la calle Real de ella, que lindan con casas de los padres de la compañía de Jesús, de la ciudad de Sevilla, y con un solar de casas y puerta del mayorazgo de don Íñigo de Córdoba, las cuales dejó a la dicha fábrica, con cargo y obligación de decir ciertas misas, y pagar un tributo perpetuo, al citado mayorazgo.- Fecha 7 de agosto de 1634.- Ibídem.
Extraña comprobar la existencia de patrimonio a nombre de los padres jesuitas, pues sus estatutos y reglamentos los prohibe. Para ello se valían de colegios y residencias, a cuyo nombre estaba todo lo
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que poseían; a no ser que el redactor del escrito no se detuvo en detalles, mencionando los que sabía que eran dueños, sin considerar a nombre de quién estaba. Sin embargo sabemos que todas las propiedades que poseían en el término de la Villa de Burguillos, que eran muchas, estaban a nombre del Colegio de San Hermenegildo de Sevilla, que era naturalmente de la Compañía de Jesús.
Por cierto, que el año de 1634 fue en Burguillos de gran carestía y necesidad, y para paliar en lo posible, los efectos de esta situación, el que era alcalde mayor Bartolomé Márquez, repartió entre los vecinos del pueblo, trigo del Pósito de la Villa, que tenían que haber pagado, el día de Santiago siguiente, pero al no poderlo hacer por falta de medios, el capitán don Alonso Pérez Romero, titular entonces del señorío de Burguillos, le notifica al alcalde por escritura pública ante escribano, en fecha 30 de septiembre de 1635 que: "le hace responsable de ello, y le ordena que él satisfaga y pague, y si no lo hace, los daños y menoscabos, que en razón de ello hubieren al dicho pósito, serán por su cuenta y riesgo, y serán cobrados de sus bienes y hacienda, como se hallare por derecho". Todo un ejemplo de caridad cristiana.
Queda patente el interés y el celo mostrado por el señor de la Villa, por preservar inalterable la capacidad del Pósito, conminando con energía al alcalde, a que reponga de su bolsillo el trigo repartido entre los vecinos, en una época de carestía y hambre. Vamos a conocer a continuación, la información que sobre los Pósitos, nos facilita Alfonso Lazo Díaz, en su obra La desamortización eclesiástica en Sevilla, Diputación de Sevilla y Facultad de Filosofía y Letras. Sevilla 1970.
Pósitos: Fueron fundados para facilitar a los labradores granos y dinero a un interés moderado, para sementeras y proporcionar trigo a los pueblos para el panadeo en los meses de escasez. Algunos prelados y hombres acomodados se ocuparon de la fundación de estos depósitos de trigo; incluso los mismos pueblos los erigieron en época de abundancia, a costa de censos y repartimientos, que tomaron sobre sí. En la provincia de Sevilla, existían en 1800, 193 Pósitos reales.
El propio Estado acabó dándole la puntilla. En 1836, cuando solo quedaban en toda España 6.300 Pósitos, se les exigió un anticipo de seis millones de reales para gastos de guerra, que nunca les fueron reintegrados; dice un documentos oficial: entonces los Pósitos quedaron como muertos.
Nada hay que comentar. La fuerza de los hechos, sobrepasa a la de las palabras.
Vean las apretadas y duras condiciones, en que le fue arrendadas unas tierras a un portugués, llamado Domingo Hernández, con residencia a la sazón en Alcalá del Río:
[...] arriendo y tomo, en renta y tributo, por tiempo de mi vida, de don Francisco Velázquez, un pedazo de tierra de pan sembrar que tiene en Burguillos, que le dicen el Villar de San Cristóbal, por precio de 34 reales de vellón en cada año [...].
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Y más adelante:
Item. Con condición, que por ningún caso, pensado o no pensado, del cielo o de la tierra, de fuego, hielo, langosta, arriénse los campos, ora siembre las dichas tierras, ora no coja frutos de ellas, o no sea considerable, u otro cualquier caso que suceda, acontecido o no acontecido, ordinario o extraordinario que sea, no por eso he de dejar de pagar el dicho tributo, en el día previsto de cada año, sin que pueda pedir descuento, ni baja de él; y si lo pidiere, que no sea oído en juicio, ni fuera de él [...]. Fecha 29 de mayo de 1634. Ibídem.
El pobre quedaba sin escapatoria posible.
Cuando los vecinos de Burguillos tenían necesidad de trasladarse a Sevilla, bien con motivo de una enfermedad, bien para evacuar una gestión, o bien para la compra de mercancía, era de todo punto imprescindible al llegar a Alcalá del Río, pasar de una orilla a otra orilla del río Guadalquivir, utilizando la barcaza que estaba en servicio para estos fines; pero había que pagar el servicio que se recibía. Pero por lo visto no se estaba muy de acuerdo con estos pagos, a juzgar por lo que se dice en el escrito que voy a dar a conocer a continuación:
Las autoridades de la Villa de Burguillos, formulan una petición a la Real Audiencia, Jueces y Justicias cualquiera de Su Majestad, para que se reconozca el título que esta Villa tiene, para que sus vecinos puedan pasar por la barca de Alcalá del Río, libremente y sin que paguen cosa alguna, y en razón de ello, puedan pedir cualesquiera provisiones, mandamientos y otras cosas que convenga hacer, etc. [...] Fecha 29 de abril de 1635. Ibídem.
Ignoramos el resultado de esta extraña aunque justa petición. Sin embargo, sabemos por un Libro de Propios del archivo municipal hispalense, que en 1703, la barca de Alcalá del Río, porporcionó al ayuntamiento de Sevilla, -del cual dependía- una renta de 114.750 maravedís, lo que nos hace pensar, que dado el negocio que esta actividad representaba, la petición de las autoridades burguilleras, hecha 68 años antes, desgraciadamente no sería atendida.
En octubre de 1699, el arzobispo de Sevilla, don Jaime de Palafox y Cardona (1684-1701), le recuerda al cura párroco de Burguillos, que deberá mandar hacer, un confesionario de madera como estaba ordenado. También le saber que en la festividad del Corpus, en que sale Nuestro Señor Sacramentado en procesión, depositado en urna de cristal, le ordena que no salga en andas, sino en un viril, y que le lleve un sacerdote en las manos, revestido como previene el Ritual Romano. Ibidem.
El 19 de abril de 1696, se dio cumplimiento mediante recibo, al pago de 89 reales de vellón, al maestro carpintero Bartolomé García Jaramillo, por reparación del monumento, con colocación de cuatro cerraduras con cerrojos y armillas, etc.
El monumento era un túmulo o altar que se montaba en las iglesias el Jueves Santo, y se colocaba en su interior y dentro de una arquita, la segunda hostia que se consagraba en la misa de aquel día,
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para reservarla hasta los Oficios del Viernes Santo, en que se consumía. Actualmente se mantiene esta celebración.
El ya citado don Jaime de Palafox y Cardona, arzobispo de Sevilla y miembro del Consejo de Su Majestad, en la visita pastoral realizada a Burguillos, en 1701, en el acta que se hizo de la misma, dejó anotada -entre otras- la siguiente providencia:
Item. Mandó su md. Se haga en esta Iglesia, un archivo en el lugar más oportuno que pareciere al mayordomo y cura de la dicha Iglesia, y se le ponga cerradura con dos llaves, que han de tener cada uno de los susodichos, y en él se pongan todas las escrituras y papeles conducentes, a la conservación de las posesiones y tributos de esta fábrica, y juntamente todos los libros antiguos de sus cuentas, y los antiguos de bautismos y velaciones, lo cual se ejecutará dentro de dos meses, pena de diez ducados, en que desde ahora para caso de omisión en dicho término, condena su merced al mayordomo y cura por mitad.
Suponemos que el mandato se cumpliría, y solo sabemos que hasta nuestros días, ha llegado un archivo solo medianamente organizado y necesitado de atención, dentro -en parte- de un viejo armario de madera.
Don Francisco Navarro Ruiz, en el tiempo en que ejerció de cura párroco de Burguillos, hay que decir, que entre otras muchas cosas meritorias que realizó, tomó la decisión firme de organizar con todo rigor el citado archivo, facilitando para ello un excelente armario metálico, archivadores y todo cuanto fue necesario; y con la modesta colaboración del que esto escribe, se dio feliz remate al empeño, y cumplimiento por lo tanto, al mandato del enérgico arzobispo Palafox, aunque con una demora de casi tres siglos. Suponemos que no se nos impedirá, la sanción de diez ducados por haber sobrepasado el plazo de dos meses, dado tan perentoriamente en 1701.
En 1705, la fábrica de la iglesia de Burguillos, arrienda a Antonio Peraza, de Alcalá del Río, una huerta de su propiedad llamada "la Sestilla, que contiene una fuente, una alberca cuyas aguas se mantienen y un olivo gordal".
El Concejo de Justicia y Regimiento de Burguillos, recibió un escrito de fecha 19 de marzo de 1705. En él se incluye una orden de Su Majestad, a través del presidente de Castilla, en que se ordena la recluta de gente (leva) para incorporar al cuerpo de españoles que sirven en la frontera con Portugal. Se dispone que se escoja uno de cada cinco, por vía de sorteo, y se pide la presencia y asistencia del cura.
Don José Bernardo de Quirós y Torices, señor de Burguillos, era dueño y poseedor titular de mayorazgo que fundó don Juan Bernardo de Quirós, y también del señorío que había sido, discernido bajo el reinado de Felipe IV, en la persona del capitán don Alonso Pérez Romero. Residía en Sevilla: en 1699, en la collación de San Martín; en 1701, en la de San Bartolomé; y en 1708, en la de San Nicolás. Era administrador dentro de su jurisdicción, de los bienes patrimoniales del estado, y también poseía bienes propios.
Suponemos que el mandato se cumpliría, y solo sabemos que hasta nuestros días, ha llegado un archivo solo medianamente organizado y necesitado de atención, dentro -en parte- de un viejo armario de madera.
Don Francisco Navarro Ruiz, en el tiempo en que ejerció de cura párroco de Burguillos, hay que decir, que entre otras muchas cosas meritorias que realizó, tomó la decisión firme de organizar con todo rigor el citado archivo, facilitando para ello un excelente armario metálico, archivadores y todo cuanto fue necesario; y con la modesta colaboración del que esto escribe, se dio feliz remate al empeño, y cumplimiento por lo tanto, al mandato del enérgico arzobispo Palafox, aunque con una demora de casi tres siglos. Suponemos que no se nos impedirá, la sanción de diez ducados por haber sobrepasado el plazo de dos meses, dado tan perentoriamente en 1701.
En 1705, la fábrica de la iglesia de Burguillos, arrienda a Antonio Peraza, de Alcalá del Río, una huerta de su propiedad llamada "la Sestilla, que contiene una fuente, una alberca cuyas aguas se mantienen y un olivo gordal".
El Concejo de Justicia y Regimiento de Burguillos, recibió un escrito de fecha 19 de marzo de 1705. En él se incluye una orden de Su Majestad, a través del presidente de Castilla, en que se ordena la recluta de gente (leva) para incorporar al cuerpo de españoles que sirven en la frontera con Portugal. Se dispone que se escoja uno de cada cinco, por vía de sorteo, y se pide la presencia y asistencia del cura.
Don José Bernardo de Quirós y Torices, señor de Burguillos, era dueño y poseedor titular de mayorazgo que fundó don Juan Bernardo de Quirós, y también del señorío que había sido, discernido bajo el reinado de Felipe IV, en la persona del capitán don Alonso Pérez Romero. Residía en Sevilla: en 1699, en la collación de San Martín; en 1701, en la de San Bartolomé; y en 1708, en la de San Nicolás. Era administrador dentro de su jurisdicción, de los bienes patrimoniales del estado, y también poseía bienes propios.
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El molino de pan que existió en Burguillos en siglos pasados, formaba parte de los bienes realengos y vamos a conocer seguidamente, parte del contenido de una curiosa escritura de arrendamiento, que se otorga ante el notario público y escribano del Cabildo, don Francisco de Urdapilleta y Elola; dice así:
José Bernardo de Quirós, arrienda a Juan de Villalba, vecino de Burguillos, un molino de pan, sito en el Estanquillo, en el arroyo que pasa junto a la fuente vieja, que está corriente y moliente, por tiempo de cuatro años, desde primero de octubre de mil setecientos siete, a último de septiembre de mil setecientos once, en precio cada año de trescientos reales de vellón, seis gallinas, y asimismo, ha de moler todo el trigo necesario que se gaste en el cortijo que tengo en el término de esta Villa; con declaración de que desde el primero de octubre de cada año, hasta el veinticuatro de junio del siguiente, ha de hacer la dicha molienda.
Pagará las seis gallinas el día de Pascua de Navidad de cada año. También pagará cien reales el treinta y uno de enero, cien el último de febrero y cien a final de marzo, de cada uno de los cuatro años.
Asimismo, le arriendo una casa que tengo en la calle Real, a la entrada, viniendo de Alcalá, que linda con solar de la fábrica de la parroquia, y por otra con casas mías que tengo arrendadas. El arriendo es por cuatro años, en ciento diez reales de vellón, a pagar a fin de abril de cada año.
Los gastos de piedras, herramientas y todos los reparos menores, que se ofrecieren en el molino, son de cuenta del arrendatario.
Una vez más la utilización de gallinas como valores de pago.
Vamos a seguir invocando otras escrituras, que nos brinden noticias curiosas de aquellas remotas centurias. Las tres siguientes tienen como personaje central al titular del señorío y vamos a deducir de las mismas, el lugar del pueblo en que tenía su residencia.
José Bernardo de Quirós, vende a Domingo Rodríguez, vecino de Burguillos, una casa sita en la plaza, que había comprado a Benito Ortiz, vecino de Sevilla. Linda por arriba, con las casas principales del mayorazgo y señorío de la Villa, y por la de abajo, con solar de dicho mayorazgo, que al presente lo posee él mismo.- Las casas tienen corral, trascorral y pozo.- Fecha 12 de enero de 1707.- Notario Francisco de Urdapilleta y Elola.- Arch. de Protocolos.- Sevilla
Sea notorio a todos, como yo, don José Bernardo de Quirós, dueño y señor de la Villa de Burguillos, vecino de la ciudad de Sevilla, en la collación de San Nicolás [...] Arriendo a Marcos Ortega, una huerta llamada de Arriba, que linda con tierras del contador Domingo Mendívil, y por otra con tierras del cortijo que llaman del Castaño, propiedad del mayorazgo del marqués de la Mina. Precio seiscientos reales de vellón, cada año, a razón de cincuenta reales cada mes.- Fecha 28 de septiembre de 1708.- Notario y archivo igual.
En otra escritura que autoriza en Burguillos, el mismo notario, sin fecha legible por el estado del papel, aunque sin duda de la primera década del siglo XVIII, se habla de "unas casas que están en la plaza de la Villa, que lindan con las casas del palacio del señor de esta Villa, y por la otra parte, con solar de casas del mayorazgo de dicho señorío" [...].
Pág. 199 del libro "El señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia". |
Las escrituras que anteceden, nos permite conocer, las distintas residencias que el señor de la Villa, tuvo en Sevilla, así como también la posible ubicación de su casa palacio en Burguillos, que era sin duda, en la plaza del pueblo, y ha de ser, en toda la fachada que al presente ocupa el Ayuntamiento, donde además de su vivienda y las oficinas, también tendría instalado el Oratorio que le autorizó el Papa Clemente XI, y al que ya nos hemos referido. Este conjunto señorial, sería sin duda, unas viviendas amplias y distinguidas.
En un libro de defunciones del archivo parroquial, se anota la siguiente partida:
En la Villa de Burguillos, en catorce días del mes de enero de mil setecientos cincuenta y ocho, se enterró en la iglesia parroquial de ella, a un hombre al parecer de edad de más de sesenta años, que parece, dicen se llamaba Juan Sánchez, natural de Urique (sic), que estaba siendo ermitaño en la ermita de San Sebastián de esta Villa, tenía un pie sin dedos; solamente recibió la extremaunción, por haberle dado un accidente, y no estar capaz de otros Sacramentos, y para que así conste, puse esta partida y la firmé, fecha ut supra.- Cura Juan José Montesdeoca.- Pág. 29.
Por cierto, que un año después, concretamente el 28 de octubre de 1759, se enterró este cura y beneficiado. Solo recibió la Extremaunción, por no permitir su estado otra cosa. Por expreso deseo suyo, recibió sepultura en el altar de Nuestra Señora de Belén. Testó y dejó heredera a su madre. Eran oriundos de Alcalá del Río. Fueron sus albaceas Pedro García y su hermano Luis. Su madre murió el 12 de enero de 1760.
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En un libro de defunciones y con fecha 16 de julio de 1759, consta la partida de una mujer muerta en el cortijo de La Gallinera, con lo que demuestra la existencia de un cortijo con este nombre.
Sabemos por una escritura del archivo de protocolos de Sevilla, de fecha 29 de mayo de 1751, que las hermanas doña María y doña Antonia Bernardo de Quirós, hijas y herederas de don Fernando, de este noble apellido y con vínculos familiares con el titular del señorío de la Villa, eran religiosas del convento de Santa María de las Dueñas de Sevilla, en cuya fecha venden una casa, sita en la calle Real de Burguillos, a don Manuel Borges y Toledo, vecino de Sevilla.
También sabemos por una escritura del archivo catedral, que dicho convento, cobraba anualmente a don Francisco de Agüera, por un censo, sobre tierras del término de Burguillos, la cantidad de 450 reales de vellón, y que pagaba por ello, como gravamen, 33 reales.- Asimismo, poseían otros bienes no especificados.
El Monasterio de San Isidoro del Campo, del término de Santiponce, en 1763, poseía en el término de Burguillos, unos colmenares.- Archivo Catedral.
El 4 de junio de 1773, el cardenal arzobispo de Sevilla, don Francisco de Solís Folch de Cardona, (1755-1775) hace saber que anulaba en la mayor parte de las iglesias de su diócesis, la impunidad que ofrecían, a quiénes para evitar la acción de la justicia, se acogían a sagrado en su interior. En Sevilla, solo quedan con esa facultad, la iglesia catedral y la parroquia de San (ta) Ana, en Triana.
Mala decisión para los amigos de lo ajeno, y en Sevilla, -como sabemos- estaban sobradamente representados los más variados miembros de su famosa picaresca, atiborrada de ternes y truhanes, tan bien descritos por nuestros escritores del siglo de oro.
Con fecha 20 de agosto de 1777, el maestro de alarife, Antonio González, de Sevilla, informa a don Francisco Javier Curado Caro, cura párroco y mayordomo de fábrica de la iglesia de Burguillos, sobre el importe de obras de casas y fincas de dicha fábrica, en 2.050 reales de vellón. Son una casa en la calle de Fuente y cuatro en la calle Real.
El 18 de abril de 1778, y coincidiendo con la construcción de la nave de la Epístola, el cura párroco citado anteriormente, informa al señor provisor del arzobispado, que a consecuencia de intensos temporales padecidos, han quedado completamente arruinadas, una de las casas propiedad de la fábrica de la iglesia, y también la sacristía, y solicita recursos económicos para llevar a cabo su reconstrucción.
El 11 de noviembre de 1768, Juan M. Navarro, mayordomo de la hermandad de Nuestra Señora del Rosario, arrienda a Andrés Martín, de sobrenombre El Fresco, natural de Villaverde, 30 cabras de vientre, a 3 reales cada una y año.- Ante escribano público y testigos.
El 26 de abril de 1778, fue colocada en la torre de la iglesia una veleta, en sustitución de otra que se había quebrado. La fabricó y colocó el maestro herrero Lorenzo Gutiérrez. También puso una cerradura en la puerta del Carnero.
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Las autoridades tributarias eclesiásticas, en escrito de fecha 5 de noviembre de 1857, acusan al cura párroco de Burguillos, don Juan León Nogales, de estar incurso en el delito de defraudación, al excluir de la relación de fincas de su administración, un cercado anexo a la casa parroquial que tenía arrendado.
El citado cura en su descargo, y en escrito de fecha 11 de noviembre de 1857, dirigido al señor provisor y vicario capitular del arzobispado, expone que arrendó dicho cercado, por la necesidad que tenía al tener que afrontar los gastos de obras, y pide que pueda conservar este derecho, para que sirva de ayuda a los párrocos, que "por lo miserable de este pueblo, no han podido permanecer en él por mucho tiempo".- Archivo arzobispal.
Hay que reconocer en este cura, una buena dosis de valentía, para atreverse a decirle por escrito a sus superiores jerárquicos del arzobispado lo que queda consignado.
No sabemos la providencia que se adoptaría. Pudo suceder que encontraran aceptable sus razones y la propuesta que hacía. De todas formas, sí puedo asegurar que no se procedió a su traslado inmediato, pues el día 8 de abril de 1866, me lo encuentro todavía en Burguillos, y bautizando a Vicenta Fernández Sarmiento, mi abuela paterna.
Pero aún nos lo volvemos a encontrar el 27 de marzo de 1869, con motivo de un escrito que dirige al juez eclesiástico del arzobispado, denunciando un robo en la iglesia de Burguillos, con la desaparición de los siguientes objetos:
- Un par de zarcillos de plata, y la corona, también de plata, de Nuestra Señora Santa Lucía.
- La media luna de madera, forrada de plata, de Nuestra Señora del Rosario.
- Una corona de plaqué, de la misma Señora.
- Una corona de plata de su niño.
- Unos zapatitos de plata del mismo.
- Un copón de plata pequeño.
- Una cajita pequeña de plata.
- Un viril de plata, o sea, la redondela donde se coloca la forma.
- Una crismera, que se ignora si es, o no de plata.
No sabemos si el autor o autores de este robo, fue o fueron detenidos y los objetos rescatados.
Me he referido alguna vez, a la precariedad de la vida en los tiempos de nuestros remotos antepasados. Las personas vivían menos años y se morían con pasmosa facilidad. Las causas estaban en que no existían remedios que detuvieran el desarrollo de ninguna enfermedad, por leve que fuera. Todo estaba supeditado al rechazo que hiciera nuestras propias defensas. Si éstas fallaban, la caída
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era vertical. La cirugía, como la entendemos hoy, era inexistente. Ni técnica, ni anestésicos ni nada; y si a esto se le suma, las frecuentes epidemias de cólera y de peste, tendremos con ello, el cuadro completo de lo que representó la vida en aquellas lejanas sociedades.
Esto justifica la frecuencia con que en los matrimonios jóvenes, moría uno de los cónyuges, y el que quedaba volvía a casarse en segundas, terceras etc., nupcias.
Yo consideraba un buen récord, el de mi antepasada directa, en línea paterna, Antonio Guillena Millán, que se casó en Burguillos cinco veces, el primero de los cuales en 1726.
Pero veamos lo que nos dice un testamento del archivo de protocolos de Sevilla:
En el nombre de Dios todopoderoso, y de la Reina de los Ángeles María Santísima Nuestra, Señora concebida sin mancha de pecado original.
Sépase por esta carta de testamento, cómo yo José Segura, vecino de la Villa de Burguillos, séptimo marido de María de la Trinidad, mi legítima mujer, a quien Dios Nuestro Señor, fue servido de llevar de esta presente vida a la eterna, el día 26 de octubre de 1744, y habiéndome dado su poder para testar, que paso ante el presente notario público don Benito Daza Farfán [...].
Esta señora, con siete matrimonios, sin duda, -y por ahora- se lleva la palma en cuanto al número alcanzado; celebrados por los sucesivos fallecimientos de sus cónyuges. Esto hay que puntualizarlo, para diferenciarlo de casos actuales, en que estrellas de cine conocidas, han alcanzado un elevado número de matrimonios civiles, en que los maridos van perdiendo turno, y siguen vivos.
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