Mostramos en Historia de Burguillos una reseña, con imágenes realizadas por Google Maps en septiembre de 2008, de la calle Dalí, en Burguillos.
La calle (desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos) está dedicada a Salvador Dalí (1923-2012), pintor.
Salvador Dalí Domènech, Marqués de Púbol (Figueras, Gerona, 11 de mayo de 1904 – 23 de enero de 1989). Pintor, escenógrafo, ilustrador, director de cine.
Históricamente asociado con la corriente surrealista, Dalí representa el arquetipo del artista polifacético espectacular contemporáneo y es considerado como una de las figuras más importantes del arte del siglo XX.
Desarrolla su actividad creadora en diversos campos a través de las fórmulas culturales más diversas: la pintura, los medios escritos (poesía, prosa, el texto autobiográfico, el teórico o el manifiesto), las artes tridimensionales (escultura, composición de objetos), el diseño (joyas, muebles, envases de perfumes y bebidas, carteles publicitarios,...), las artes gráficas (grabados, ilustraciones de libros, litografías,...), las artes escénicas (el teatro, la ópera o el ballet), el cine, o las apariciones públicas en prensa, radio, cine, publicidad, televisión,... Dominador de la técnica pictórica más depurada, especialmente el dibujo, junto con diversos lenguajes estéticos —desde el impresionismo, el cubismo, el purismo o el ultraísmo tardío con ribetes dadaístas hasta el surrealismo más radical, el hiperrealismo, el pop-art o el arte óptico—, absorberá toda influencia que le resulte útil para construir un lenguaje propio y personal, a caballo entre la tradición técnica y la vanguardia temática. Su método paranoico-crítico es su principal aportación al movimiento surrealista y a la historia del arte como un nuevo modelo creador con el que las teorías de Dalí adquieren entidad teórica —gracias a las sucesivas interpretaciones que el artista ampurdanés hizo de sus lecturas de la obra de Sigmund Freud— y práctica, aplicándolo como un líquido revelador de imágenes que pueden ser representadas plásticamente a través de imágenes múltiples, anamorfismos, espejismos relacionales, imágenes simbólicas irracionales y heterogéneas, pseudoalucinaciones, recuerdos infantiles, atavismos, ideas obsesivas [...] y recreando un método polifónico capaz de relacionar críticamente cualquier experiencia visual o sensible. Con su método, Dalí hace del delirio paranoico todo un modo de expresión no de un arte patológico, sino de un arte que nos introduce en la irracionalidad concreta que habita en todo proceso creativo, construyendo no sólo sus obras, sino también su propio personaje como artista. En Dalí, la relación entre su obra y su historia personal se hace evidente. Gran parte de los hechos biográficos más significativos para el artista están presentes implícita o explícitamente en el contenido de su obra y son la explicación de su compleja y contradictoria personalidad.
Salvador Felipe Jacinto fue el segundo hijo de Salvador Dalí y Cusí, respetable notario de Figueras, de cuarenta y un años, natural de Cadaqués —cuyos orígenes se remontan probablemente a la etnia gitana asentada en Figueras desde el siglo XIV— y de Felipa Doménech Ferrés, de treinta años, natural de Barcelona.
El primer hijo del matrimonio, también llamado Salvador, había muerto con veintiún meses cumplidos de una infección gastroenterítica, según consta en su certificado de defunción; nueve meses y diez días antes de nacer Dalí. Este hecho, destacado en 1942 en su libro de recuerdos biográficos La vida secreta de Salvador Dalí, marcará su imagen de la muerte y la putrefacción de la carne, presentes en su obra.
Hijo único hasta el nacimiento de su hermana Ana María en enero de 1908, Salvador recibe todos los cuidados y protección de las mujeres que habitan en la casa: el aya Lucía Gispert, su tierna abuela materna Ana, la hermana pequeña de su madre, Catalina, a la que todos llamaban la “tieta” y su amorosa madre.
En ese mismo año ingresa en la Escuela Municipal de Párvulos de Figueras que dirige un curioso e innovador pedagogo y ferviente discípulo de Darwin, Esteban Trayter, poseedor de una colección de objetos entre los que se encontraba un estereoscopio francés que hizo las delicias del pequeño Salvador. En la década de los setenta, Dalí incorporará esta experiencia a su obra como su última gran pasión, mediante la creación de sus pinturas estereoscópicas e hiperestereoscópicas.
En 1910, Dalí ingresa en el Colegio Hispano-Francés de la Inmaculada Concepción de los Hermanos de la Salle, conocido como Els Fossos, donde la enseñanza se imparte únicamente en francés, lo que explica que el padre de Dalí —furibundo y vehemente librepensador y gran admirador de la cultura francesa— matriculara allí a su hijo pese a su reconocido anticlericalismo.
Durante los seis años de formación en ese centro privado, Dalí aprende cultura general con resultados académicos mediocres, domina el francés hablado pero no escrito, desarrolla su timidez patológica, realiza sus primeras lecturas de arte a través de la colección Gowan’s Art Books, perteneciente a la biblioteca familiar, y aplica en sus primeros dibujos el consejo de uno de sus profesores que insistía en “no rebasar la línea” al colorearlos; pauta que Dalí aplicará técnicamente en gran parte de su obra y que recordará en un artículo suyo publicado en la revista L’Amic de les Arts de 1927 y, más tarde, en su libro 50 Secretos Mágicos para Pintar, publicado en 1948. En aquella época infantil también quedará grabada en su retina la impresión de algunas de las reproducciones que colgaban de las paredes del colegio, como El Ángelus de Millet, tema reiterativo y obsesivo en la obra daliniana tanto plástica como escrita. Durante esos años Dalí instala su primer estudio en la azotea de la casa, situada en la calle Monturiol, n.º 24, de Figueras a la que se habían mudado en el verano de 1912, desde donde disfruta de una magnífica vista de la llanura del Ampurdán, que queda reflejada en sus primeras obras infantiles. Cadaqués es su otro gran paisaje de referencia. A este pequeño pueblo de pescadores, cercano al cabo de Creus y de difícil acceso, acudía la familia Dalí de vacaciones desde que Salvador cumplió los cinco o seis años. Lugar clave en la inspiración de gran parte de su obra; telón de fondo de muchas de sus pinturas, de sus alegrías y dramas familiares.
Allí podía experimentar juegos visuales a través de las imágenes dobles y la transformación de sus rocas metamorfoseadas.
Allí conoció a Lidia Nogués Costa, primer ejemplo cercano e inspirador del delirio paranoico del pintor y dueña de una hospedería del pueblo en la que se habían alojado personajes notables como Picasso, André Derain o Eugenio d’Ors. Allí inicia su relación con Gala y allí establecerán ambos su residencia más estable.
En 1916 pasa un tiempo en una finca a las afueras de Figueras con la familia Pichot, intelectuales y artistas con los que descubrió su auténtica vocación. Allí se impregna de la pintura impresionista y puntillista de Ramón Pichot, vinculado a los movimientos simbolistas y modernistas catalanes y amigo de los Dalí como casi toda su familia. En otoño de ese mismo año, Dalí iniciará sus estudios secundarios en el Instituto público de Figueras que completará asistiendo al colegio de los Hermanos maristas y a las clases de la Escuela Municipal, donde el grabador y catedrático de Dibujo Juan Núñez, de formación clásica, le enseña a dominar el detalle, admirando las obras de los artistas flamencos y del renacimiento italiano, especialmente las sorprendentes fantasías de los pintores del siglo xv, como las imágenes dobles de Archimboldo que más adelante influirán en Dalí al utilizarlas como herramienta para construir algunas formas plásticas que reflejarán su método paranoico-crítico.
A partir de 1919 Dalí muestra su actividad creativa públicamente: participa en una exposición colectiva en el Teatro Municipal de Figueras (futuro Teatro- Museo Dalí), recibiendo excelentes críticas; funda con algunos compañeros del instituto la revista Studium, donde publica sus primeros escritos bajo forma de crónicas sobre sus artistas más admirados en el siguiente orden: Goya, El Greco, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Velázquez; colabora en la revista humorística El sanyó Pancraci e inicia un diario personal que no abandonará hasta 1920, titulado Les meves impressions i records íntims. En este año su padre acepta la decisión de su hijo de ser pintor, con la condición de que obtenga el título de profesor. Pero en 1921 la tragedia y la muerte visita a la familia Dalí. Un cáncer de útero termina con el penoso y prolongado sufrimiento de la madre de Salvador y poco después morirá repentinamente Pepito Pichot, íntimo amigo de la familia. Año de importantes cambios que quedan reflejados en sus impresiones y recuerdos íntimos, así como en otros apuntes autobiográficos que se prolongan hasta 1922 y en los que expresa un giro radical, manifestando vehementemente su odio hacia el capitalismo y su convencimiento de que el país necesita una revolución marxista, así como su firme decisión de ser admirado por los demás a través de sus gestos y creaciones: “Seré un genio y el mundo me admirará, tal vez seré despreciado e incomprendido, pero seré un genio, un gran genio [...] En poco tiempo he avanzado mucho en el camino de la farsa y el fingimiento [...] me voy acostumbrando a ser un gran actor en esta gran comedia que es la vida [...] Estoy locamente enamorado de mí mismo”.
Es en este momento cuando Dalí empieza a admirar las corrientes vanguardistas, especialmente el cubismo y el futurismo, cuyo conocimiento obtiene de primera mano gracias a las publicaciones que le facilita regularmente su tío Anselmo Doménech, librero reconocido en Barcelona. Una nueva etapa marcará su formación; son los años 1922-1927, en los que Dalí acumula diferentes experiencias vitales de suma trascendencia para la elaboración de su propio bagaje estético y de su desarrollo creativo: su estancia en la Residencia de Estudiantes y sus contactos con la elite intelectual madrileña; sus dos expulsiones de la Academia de Bellas Artes de San Fernando —la primera el 22 de octubre de 1923 y la definitiva, el 20 de junio de 1926—; su aprendizaje en la Academia Libre de Julio Moisés durante el curso 1923-1924, donde coincide con Bores y Benjamín Palencia; su encarcelamiento —el 24 de mayo de 1924— durante algo más de un mes en Figueras y Gerona como represalia contra su padre; su intensa relación con los amigos de la Residencia de Estudiantes, como Pepín Bello, Luis Buñuel y, especialmente, con Federico García Lorca; su importante viaje a París y a Bruselas del 11 al 28 de abril de 1926 —en compañía de su hermana y su tía— y donde Manuel Ángeles Ortiz le presenta a Picasso, cuya influencia se dejará notar en obras como Naturaleza muerta al claro de luna malva. Son los años de una intensa participación en diferentes exposiciones, como el I Salón de la Sociedad de Artistas Ibéricos en mayo de 1925 en Madrid, su primera exposición individual en las galerías Dalmau de Barcelona, de 14 a 27 de noviembre de 1925, Arte Catalán Moderno en enero de 1926 en Madrid, I Saló de Tardor en octubre de 1926 en Barcelona, la Exposición de Modernismo Pictórico Catalán confrontada con una Selección de Obras de Artistas de Vanguardia Extranjeros, que tiene lugar entre el 16 de octubre y 6 de noviembre en las galerías Dalmau de Barcelona. En las realizaciones de su etapa madrileña —la comprendida entre otoño de 1922 hasta el verano de 1926, en el que regresa a Figueras— predominan temáticamente las referencias a su hermana Ana María y a Lorca con una dualidad de planteamientos estéticos a caballo entre la tradición y la vanguardia respectivamente, y una amalgama de lenguajes provenientes del cubismo con impregnaciones que van del futurismo al purismo, junto con la influencia de Barradas, de Juan Gris, el “planismo” de Celso Lagar o un cierto neoclasicismo influido por Eugenio d’Ors. Son años decisivos en su formación en los que el ambiente que vive en la Residencia de Estudiantes marcará la evolución estilística de Dalí y su camino hacia el surrealismo casi como un mero juego intuitivo. Entonces se manifestarán temas como “los putrefactos” (categoría artística y de pensamiento, que estuvo de moda entre los jóvenes de la Residencia, y con la que se representaba todo lo caduco o inmovilista, sentimental o tierno, pedante o cursi, tonto o aburrido), “los anaglifos” (mínimos poemas con unas condiciones inesperadas) y los “carnuzos” (todo lo que oliera a caduco en una actitud vital o estética, representado mediante burros podridos). Es en este momento cuando aparecen en su obra algunos indicios, tímidos aún, del influjo de sus primeras lecturas freudianas. Dicha huella estará mezclada, eso sí, con la fuerza de otras influencias de procedencia teórico-plástica, provenientes de revistas vanguardistas como L’Esprit Nouveau (1920- 1925) —en cuyas páginas se dedicaba un amplio espacio a las últimas tendencias del pensamiento, como el psicoanálisis— o Valori Plastici (1918-1922), y en las que confluirían estéticamente el purismo de Ozenfant y Jeanneret con la metafísica italiana de De Chirico, las teorías de Alberto Savinio y la estética del compás y del número de Severini o la objetividad de Morandi o Carrá.
Pero será en 1927, en su segunda exposición individual en las galerías Dalmau y en el Salón de Otoño de Barcelona, donde se aprecien los primeros acercamientos al surrealismo y a su iconografía de signo freudiano. De este momento son obras como La miel es más dulce que la sangre y Aparato y mano, así como los decorados y el vestuario para la obra de Lorca Mariana Pineda. En este mismo año inicia su colaboración regular con la revista L’Amic de les Arts, en la que publica su artículo “San Sebastián”, dedicado a Lorca y primer ensayo de la nueva estética que Dalí defiende desde los ecos asimilados de la objetividad metafísica italiana de Giorgio De Chirico, y donde demuestra su inquietud por la búsqueda de los medios para generar nuevas realidades visuales que le conduzcan a un lenguaje propio y personal. En 1928 publica junto con Luis Montanyà y Sebastián Gasch un duro ataque al arte convencional, el Manifest Groc (Manifiesto Antiartístico Catalán). Poco a poco irá definiendo su acercamiento al espíritu surrealista desde la vía freudiana con artículos como “Realidad y sobrerrealidad” o el poema “A la Lydia de Cadaqués”, publicados en La Gaceta Literaria, y desde cuadros como Los esfuerzos estériles (Cenicitas) con claras influencias plásticas de Miró, De Chirico, Max Ernst o Tanguy. Ya en 1929, Dalí proclama su profesión de fe surrealista en el último número de la revista L’Amic de les Arts, cuyo concepto y textos proceden en su mayoría de la mano daliniana. Dalí viaja nuevamente a París y, a través de Miró, entra en contacto con el grupo surrealista encabezado por André Breton. Su carta de presentación es el film Un perro andaluz, fruto de su colaboración con Luis Buñuel y llave para su plena integración en el surrealismo parisino. En verano Dalí recibe en Cadaqués la visita de Camille Goemans —que promoverá su primera exposición individual en su galería de París—, René Magritte, Luis Buñuel, Paul Éluard con su esposa Gala y la hija de ambos. Desde ese momento, Gala abandona a su familia para permanecer junto a Dalí en su vida y en su obra. Consecuencia de su relación con Gala y los surrealistas, Dalí es expulsado del hogar paterno y pinta El juego lúgubre, El enigma del deseo, Los primeros días de la primavera y El gran masturbador en los que se vinculan, vía Freud, el lenguaje daliniano con sus problemas íntimos y sus conflictos personales, especialmente los de contenido sexual.
Durante los años treinta desarrollará todo su lenguaje pictórico y sus teorías estéticas con plena madurez, multiplicando las exposiciones individuales, así como su participación en las muestras programáticas del Surrealismo y su imagen como agitador espectacular en conferencias, actos y exposiciones. En 1930 pronuncia en el Ateneo de Barcelona la conferencia “Posición moral del surrealismo”, realiza el segundo frontispicio del Segundo manifiesto surrealista, estrena en París La edad de oro —su segunda colaboración cinematográfica con Buñuel—, y publica su libro La femme visible (La mujer visible) en el que —inspirado por una relectura de Freud— nos muestra ya claramente su método paranoico de creación como una alternativa que afronta activamente la pasividad del automatismo surrealista. Aquí fija las bases del mismo, donde a través de una patología como la paranoia es capaz de lograr una unidad metódica y sistemática para confundir la realidad y la irrealidad, para expresar la dialéctica de los contrarios complementarios, la verdad y la mentira de la propia obra de arte como una ventana exterior que refleja el mundo interior, profundizando así en su reflexión sobre el propio proceso creador, que debe quedar reflejado plásticamente en sus cuadros como en Durmiente, caballo, león invisibles (1930), El hombre invisible (1929-1932), Afueras de la ciudad paranoico-crítica (1936), El Gran Paranoico (1936), o dos de sus obras maestras: Metamorfosis de Narciso (1936- 1937) y El enigma sin fin (1938). En 1931 realiza su primera exposición individual en la galería de Pierre Colle, en París, donde expone La persistencia de la memoria, publica diversos artículos en la revista Le Surréalisme au Service de la Revolution y participa en la primera exposición surrealista en los Estados Unidos.
Al año siguiente también expondrá en Nueva York, en la galería de Julien Levy, y celebrará su segunda exposición individual en la galería de Pierre Cole en París; publica su libro Babaou, en el que refleja su concepción del cine y, a finales del año, anunciará a su protector, el vizconde de Noailles, la creación del llamado “grupo del Zodíaco”, creado para ayudar económicamente a Salvador Dalí mediante la compra regular de sus obras. Ya en 1933, y tras haberse entrevistado con el psicoanalista francés Jacques Lacan, incorpora el aspecto crítico a su método paranoico, explicitado en el primer número de la revista Minotaure en febrero de 1933, “Nuevas consideraciones sobre el mecanismo del fenómeno paranoico desde el punto de vista surrealista”, prólogo del libro —que permanecerá inédito hasta 1963— Interprétation paranoïaque- critique de l’enigme obsédante “L’Angelus” de Millet (Interpretación paranoico-crítica de la imagen obsesiva “El Ángelus” de Millet). En ese mismo año también publicará en diversas revistas sus reflexiones sobre la arquitectura modernista, ilustradas con fotografías de la obra de su admirado Gaudí y que habían sido tomadas por Man Ray. Como casi todos los surrealistas, Dalí practicará en esta etapa parisina la técnica del ensamblaje, explorando el efecto sorpresa que producen los objetos sacados de su contexto habitual como en su Objeto de funcionamiento simbólico. Zapato con vaso de leche (1931).
En 1934 contrae matrimonio civil con Gala y recibe su primer aviso de expulsión del grupo surrealista fiel a Breton al participar con su obra —de provocadora alusión a Lenin— El enigma de Guillermo Tell en la Exposition du Cinquentenarie en el Salón de los Independientes del Grand Palais de París, sin tener en cuenta la disciplina impuesta por el grupo, que había decidido no participar en la misma. Tras el chaparrón inicial y algunas acusaciones hacia Dalí que lo tachaban de fascista contrarrevolucionario, éste publica en la revista Documents 34 su artículo “Últimas modas de excitación intelectual para el verano de 1934” y en Minotaure “Los nuevos colores del ‘sexappeal’ espectral” y “Apariciones aerodinámicas de los ‘seres-objetos’”. Poco después consuma en el campo de la ilustración uno de sus trabajos más notables, 42 aguafuertes y 30 dibujos para el libro Les Chants de Maldoror de Isidore Ducasse, conde de Lautréamont.
Antes de embarcar con Gala en su primer viaje a los Estados Unidos, realiza su primera exposición individual en Londres. Su éxito va extendiéndose y su influencia se deja notar tanto en pintores catalanes (Esteban Francés, Massanet o Planells) como en artistas de otros círculos (José Caballero, Óscar Domínguez, González Bernal, Juan Ismael). 1935 marcará para Dalí el momento de la reconciliación familiar que se produce a su regreso de los Estados Unidos, donde se había dado a conocer a través de la publicación de una octavilla que tituló “New York salutes me” (Nueva York me saluda) y dos exposiciones individuales, una en Nueva York y otra en Conneticut.
Su actividad en el entorno surrealista continúa, publicando en la revista Cahiers d’art “Las pantuflas de Picasso”, donde aplica su método paranoico-crítico a la literatura, y también verá la luz su libro La conquête de l’irrationnel (La conquista de lo irracional), en el que Dalí reflexiona sobre su trayectoria y sus hallazgos estéticos anteriores para concluir con la síntesis y la definición completa de su método paranoico-crítico.
Durante estos años Dalí también dejó sentir en su pintura la tensión política que vivía la España de la República y que avocará al horror de la contienda civil.
Así queda reflejado en los estudios previos de su cuadro Construcción blanda con judías guisadas. Premonición de la guerra civil (1936) y en su Canibalismo de otoño (1936) —pintado ya en plena guerra— que reflejan una autodevoración simbólica. Durante uno de sus viajes a Londres, Dalí se entera del asesinato de su amigo Lorca, pero no toma partido, se declara apolítico y manifiesta tan sólo su fascinación por la barbarie colectiva y por la obra del propio Dalí. Durante esos años se mantuvo alejado de España, pasando una temporada en Italia en una casa de su nuevo protector Edward James, quien en 1938, unos meses después de que Hitler invadiera Austria, facilitará el encuentro en Londres entre Dalí y el exiliado Freud, del que el artista realizó una serie de apuntes.
En 1939 se cierra un ciclo en la trayectoria de Dalí, al consumarse su expulsión del grupo surrealista, acusado de simpatizar con el fascismo, de manifestar un calculado esnobismo y una descarada actitud mercantil.
En ese año vuelve a Nueva York para promocionar su obra. Cumplirá el encargo de los almacenes Bonwit-Teller de decorar dos de sus escaparates, presentará su exposición individual en la galería Julien Levy —promotor de Dalí en Estados Unidos— y firmará un contrato con la World’s Fair para diseñar el pabellón Sueño de Venus. Pero el comité de esa Feria Mundial le prohíbe exhibir en la fachada una reproducción de la Venus de Boticelli con cabeza de pez a lo que Dalí responderá publicando su “Declaración de la independencia de la imaginación y de los derechos del hombre a su propia locura”. Poco después estrenará en el Metropolitan Opera House el ballet Bacanal con libreto, vestuario y decorados del propio Dalí. En ese momento inicia una nueva etapa de adaptación complaciente al poder económico, cultural y político con la que consiguió la celebridad mundial que había perseguido, haciendo de su propia biografía una provocación continua. Atrás quedarán la España de la posguerra y la guerra en Europa.
En 1940 Gala y Dalí se trasladan a los Estados Unidos, donde residen primero como invitados en Virginia en la casa de campo de Caresse Crosby, la conocida millonaria y miembro del Grupo del Zodíaco que les presentará a la alta sociedad americana, y más tarde en la suite 1016 del lujoso hotel St. Regis de Nueva York. Durante estos años y hasta su vuelta a España en 1948, la actividad creadora de Dalí es frenética en todos los campos creativos, algunos novedosos como los anuncios publicitarios, las portadas para revistas comerciales como Vogue, el diseño de frascos para perfumes, muebles o el diseño de joyas que inicia en 1941 y que continuará a lo largo de su carrera; otros ya conocidos para él como la fotografía —ese mismo año comienza su relación profesional con Philipe Halsman que perdurará hasta el fallecimiento del fotógrafo en 1979—; la literatura, en 1942 la editorial Dial Press de Nueva York publica The Secret life of Salvador Dalí (La vida secreta de Salvador Dalí), en 1944 su primera novela, Hidden Faces (Rostros ocultos) y en 1948 sus 50 Secrets of Magic Craftsmanship (50 secretos mágicos para pintar); el ballet, a través de obras como Labyrinth (Laberinto) de 1941, Café de Chinitas de 1943, Sentimental Colloquy (Coloquio sentimental) de 1944, Mad Tristan (Tristán loco), primer ballet paranoico sobre el eterno mito del amor en la muerte; el cine —recuérdese que ya había colaborado con los hermanos Marx en 1937—, trasladándose a Hollywood donde realiza las secuencias oníricas de la película Spellbound (Recuerda) de Alfred Hitchcock y el proyecto de dibujos animados para el film Destino de Walt Disney. Dalí no deja su labor como ilustrador, colaborando en obras como The Autobiography of Benvenuto Cellini o Macbeth de Shakespeare o The first parto of the life an achievements of the renowned don Quixote de la Mancha de Cervantes, todas ellas publicadas en 1946; y por supuesto continúa pintando cuadros de gran calidad técnica, como Poesía América. Los atletas cósmicos (1943), en el que la referencia cultural americana se mezcla con su imaginario surrealista y que anticipa el pop-art de los años sesenta, al incorporar elementos de la cultura popular, como la botella de Coca-Cola; Atómica melancólica (1945) en que alude a los bombardeos nucleares de la Segunda Guerra Mundial, La cesta de pan (1945) en que su pintura presenta un realismo y un rigor descriptivos que se aleja de las deformaciones surrealistas anteriores y sirve de modelo al hiperrealismo americano posterior, o en Desmaterialización de la nariz de Nerón (1947), una especie de altar dedicado a la desaparición del género humano. Una incesable producción con la que su imagen polifacética ha acumulado la fama, la riqueza y el prestigio internacional que Dalí transporta en su maleta de regreso a España en 1948, donde la dictadura del general Franco está plenamente consolidada. Aquí se instala en Port Lligat, cerca de Cadaqués, en el cabo de Creus, su amado paisaje. En ese momento Dalí declara públicamente ser profundamente católico y partidario del régimen franquista. La conferencia pronunciada en el Ateneo de Barcelona “Por qué fui sacrílego, por qué soy místico” en 1950, año en que muere su padre, y la conferencia “Picasso y yo”, de 1951 en el Teatro María Guerrero de Madrid le ayudan, tanto como su pintura mística e histórica de estos años, a fijar su posición ideológica y estética en este nuevo escenario.
Dalí participa en la I Exposición Bienal Hispanoamericana de Arte y se convierte en un símbolo artístico para la dictadura, tanto es así que en 1956 Franco lo recibe en el palacio de El Pardo y en 1964 se le otorga la Gran Cruz de Isabel la Católica, máxima distinción española que le concede el Gobierno franquista.
A finales de la década de los cuarenta, Dalí había iniciado una iconografía mística y religiosa. Es su etapa mística y nuclear, caracterizada también por el tratamiento de temas relacionados con los avances científicos del momento, especialmente los referidos a la fusión y fisión nucleares, y por temas religiosos.
Durante los años 50 se obsesiona por la presencia de estructuras matemáticas en la naturaleza. En 1951 publica el llamado Manifiesto Místico, ensayo en que explica su nueva actitud artística, de clara emulación hacia algunos de los grandes maestros de la pintura, así como el nuevo fervor religioso que estaba experimentando.
Ese período se puede observar en obras como Leda atómica, donde colabora con el matemático rumano Matila Ghyka, o la primera versión de la Madonna de Port Lligat, ambas obras firmadas en 1949. Una de sus obsesiones más constantes de esos años será el cuadro de Millet titulado El Ángelus, que provocó en Dalí una doble conmoción, pictórica y psicológica. En 1963 redactará un libro, El mito trágico del Ángelus de Millet, en el que explica el proceso a partir del cual surgió toda una serie de imágenes y asociaciones delirantes. Desde esa fecha cabe mencionar otras dos publicaciones: Diario de un genio (1964) y Confesiones inconfesables (1973).
A finales de los años 50 se acerca de forma muy personal al expresionismo abstracto norteamericano, con especial admiración hacia Willem de Kooning. Más tarde, en los años 60, trabajará en movimientos tan conocidos como el pop-art o el arte óptico. Durante las décadas de los sesenta y setenta intensifica sus estudios sobre la olografía y la ciencia óptica, encontrando nuevos recursos para el dominio de las imágenes tridimensionales. Busca ofrecer al espectador protagonismo a través de la impresión plástica y espacial de imágenes en tres dimensiones, aplicando sin cesar efectos e ilusiones ópticas. La historia y la ciencia son temas centrales de la mayoría de sus obras de gran tamaño. En este período pinta algunos célebres cuadros, como: Cristo de San Juan de la Cruz, Galatea con esferas, Corpus Hypercubus, El descubrimiento de América por Cristóbal Colón y La Cena. Después se interesa por la olografía. La última pasión de Dalí fue la pintura estereoscópica: en 1972 tiene lugar una exposición de ologramas y en 1975 presenta su primera obra hyperestereoscópica en Nueva York. Como ilustrador destacan las doce litografías para Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes (1957) y las cien xilografías en color para la Divina Comedia, de Dante (1960). Los últimos quince años de su vida están jalonados por el reconocimiento nacional e internacional a toda su producción. Así, en 1974 se inaugura el Teatro-Museo Dalí en Figueres. En 1978 es nombrado académico en Francia y al año siguiente se inaugura la gran retrospectiva en el Centro Georges Pompidou, que posteriormente se traslada a la Tate Gallery de Londres. En 1982 se inaugura el Museo Salvador Dalí en St. Petersburg (Florida, Estados Unidos) y S. M. el rey Juan Carlos I le nombra marqués de Púbol. Por fin, en 1983 crea la Fundación Gala- Salvador Dalí en Figueres. Los años 80 simbolizan su decaimiento, concretamente a partir de la muerte de su esposa Gala en 1982; desde entonces se refugia en el castillo que años antes había regalado a su musa.
En 1983 Salvador Dalí pinta su último cuadro, La cola de la golondrina, y se celebra una gran exposición antológica en Madrid, Barcelona y Figueras bajo el título “400 obras de Salvador Dalí”. A lo largo de toda su carrera, Dalí nunca abandonó su interés por la ciencia, desde su seguimiento de las teorías freudianas y la teoría de la relatividad en la década de los veinte y treinta hasta 1985 en el que siguió, enfermo y postrado en su cama en la Torre Galatea del Teatro- Museo Dalí, a través de un circuito cerrado de televisión, el congreso científico “Proceso al azar” que se desarrollaba dentro del mismo Teatro-Museo donde residía el artista desde 1984. Dalí había mantenido contactos y vínculos de amistad con algunos científicos como los matemáticos Matila Ghyka, Thomas Banchoff y René Thom; los Nobel Dennis Gabor, Severo Ochoa, Ilya Prigogine y James Watson; los científicos españoles Juan Oró y Jorge Wagensberg, y muchos otros a quienes consultó puntualmente sobre temas que podían ser aplicados a su obra. Falleció el 23 de enero de 1989, acunado por cartas y libros de Stephen Hawking, Matila Ghyka y Erwin Schrödinger.
Sus restos reposan en la cripta de su Teatro-Museo de Figueras [Jesús Lázaro Docio, en Biografías de la Real Academia de la Historia].
La calle Dalí está situada en la barriada El Señorío de Burguillos. Va de la avenida Van Gogh a la confluencia de la calle Sorolla con la calle Picasso y tiene una longitud de 200 metros aproximadamente, siendo bidireccional desde el punto de vista del tráfico rodado, asfaltada y alumbrada por farolas funcionales. Es el inicio de las calles Gauguin, Velázquez, Murillo y Sorolla (por la derecha), y el final de una calle sin denominación y de la calle Picasso (por la izquierda). Está conformada por viviendas unifamiliares de una promoción inmobiliaria de una y dos plantas en altura, formando parte de una zona residencial.
La calle Dalí es, históricamente, una vía moderna el callejero burguillero, puesto que fue creada a comienzos del siglo XXI con el boom inmobiliario que se produjo en nuestro pueblo, de ahí su estilo impersonal, muy característico de todas las urbanizaciones contemporánea no sólo de nuestro pueblo, sino de todo el urbanismo actual.
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