Mostramos en "Historia de Burguillos" la noticia recogida en varios periódicos, en concreto "Gaceta de Madrid", "La Época", "Diario Oficial de Avisos de Madrid" y "El Liberal", editados en Madrid, sobre la aprobación de la construcción de la carretera de Burguillos a Castilblanco, entre el 25 y 26 de octubre de 1884, y que se conservan en el archivo de la Biblioteca Nacional de España.
Comenzamos con "La Gaceta de Madrid"; fue una publicación periódica oficial editada en Madrid desde 1697 hasta 1936 en la que fue sustituida en la práctica por el denominado Boletín Oficial del Estado. La Gaceta, en el momento de su nacimiento, estaba dirigida y administrada desde la iniciativa privada. Esta circunstancia varía por completo durante el reinado de Carlos III, quien, en 1762, decide otorgar a la Corona el privilegio de imprimir La Gaceta. De esta forma, la publicación pasa a convertirse en un medio de información oficial que refleja los criterios y decisiones del Gobierno.
Posteriormente, por la Real Orden circular del Gobierno dirigida á todas las autoridades del reino de 22 de septiembre de 1836, se establece que los decretos, órdenes e instrucciones que dicte el Gobierno se considerarán de obligación desde el momento en que sean publicados en La Gaceta. De este modo, La Gaceta pasaba a convertirse en un órgano de expresión legislativa y reglamentaria, característica que conservará hasta la actualidad.
En cuanto a la estructura de La Gaceta, es en 1886 cuando se establece que la publicación sólo contendrá documentos de interés general (leyes, decretos, sentencias de tribunales, contratos de la Administración Pública, anuncios oficiales, entre otros); asimismo se establece un orden de preferencia en la publicación de las disposiciones que atiende a criterios de urgencia y un orden de prioridad de la inserción de documentos: Leyes, Reales Decretos, Reales Órdenes. Por último, se prescribe que, dentro de cada sección, el orden de publicación ha de ser el de antigüedad de los Ministerios, siempre tras la Presidencia del Consejo de Ministros. Toda esta estructura será perfilada por una Real Orden de 6 de junio de 1909.
Por lo que se refiere a la denominación, previamente había recibido nombres como Gazeta nueva de los sucesos políticos y militares (1661-1662), Gaceta ordinaria de Madrid (1667-1680) o Nuevas ordinarias de los sucesos del Norte (1683-1697). En 1697 empezó a publicarse como Gaceta de Madrid, nombre que mantendría, con transitorios cambios de denominación, hasta entrado el siglo XX. Es importante resaltar que en determinados momentos históricos convivieron, al mismo tiempo, varios diarios oficiales con denominaciones distintas.
En 1936, tras el estallido de la guerra civil, adoptó el título Gaceta de la República: Diario Oficial en noviembre de dicho año. Esta publicación sería sustituida tras el fin del conflicto por el Boletín Oficial del Estado, que se había empezado a publicar el 2 de octubre en la zona sublevada tras una etapa previa bajo el título Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional.
Pues bien, en la página 201 (Tomo IV) de la edición del sábado 25 de octubre de 1884 (número 299), Año CCXXIII, a tres columnas, en la que se publican el Parte Oficial de la Presidencia del Consejo de Ministros y diversos Reales Decretos emanados desde el Ministerio de Fomento, aunque el que nos interesa fundamentalmente a los burguilleros, es el primero que aparece del Ministerio de Fomento, al final de la segunda columna y comienzo de la tercera sobre la aprobación del plan de carreteras de la provincia de Sevilla, y que pasamos a transcribir íntegramente:
Posteriormente, por la Real Orden circular del Gobierno dirigida á todas las autoridades del reino de 22 de septiembre de 1836, se establece que los decretos, órdenes e instrucciones que dicte el Gobierno se considerarán de obligación desde el momento en que sean publicados en La Gaceta. De este modo, La Gaceta pasaba a convertirse en un órgano de expresión legislativa y reglamentaria, característica que conservará hasta la actualidad.
En cuanto a la estructura de La Gaceta, es en 1886 cuando se establece que la publicación sólo contendrá documentos de interés general (leyes, decretos, sentencias de tribunales, contratos de la Administración Pública, anuncios oficiales, entre otros); asimismo se establece un orden de preferencia en la publicación de las disposiciones que atiende a criterios de urgencia y un orden de prioridad de la inserción de documentos: Leyes, Reales Decretos, Reales Órdenes. Por último, se prescribe que, dentro de cada sección, el orden de publicación ha de ser el de antigüedad de los Ministerios, siempre tras la Presidencia del Consejo de Ministros. Toda esta estructura será perfilada por una Real Orden de 6 de junio de 1909.
Por lo que se refiere a la denominación, previamente había recibido nombres como Gazeta nueva de los sucesos políticos y militares (1661-1662), Gaceta ordinaria de Madrid (1667-1680) o Nuevas ordinarias de los sucesos del Norte (1683-1697). En 1697 empezó a publicarse como Gaceta de Madrid, nombre que mantendría, con transitorios cambios de denominación, hasta entrado el siglo XX. Es importante resaltar que en determinados momentos históricos convivieron, al mismo tiempo, varios diarios oficiales con denominaciones distintas.
En 1936, tras el estallido de la guerra civil, adoptó el título Gaceta de la República: Diario Oficial en noviembre de dicho año. Esta publicación sería sustituida tras el fin del conflicto por el Boletín Oficial del Estado, que se había empezado a publicar el 2 de octubre en la zona sublevada tras una etapa previa bajo el título Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional.
Pues bien, en la página 201 (Tomo IV) de la edición del sábado 25 de octubre de 1884 (número 299), Año CCXXIII, a tres columnas, en la que se publican el Parte Oficial de la Presidencia del Consejo de Ministros y diversos Reales Decretos emanados desde el Ministerio de Fomento, aunque el que nos interesa fundamentalmente a los burguilleros, es el primero que aparece del Ministerio de Fomento, al final de la segunda columna y comienzo de la tercera sobre la aprobación del plan de carreteras de la provincia de Sevilla, y que pasamos a transcribir íntegramente:
Pág. 201 de la "Gaceta de Madrid" de 25 de octubre de 1884. |
MINISTERIO DE FOMENTO
-------------------
EXPOSICIÓN
SEÑOR: Instruido en el Gobierno civil de la provincia de Sevilla el expediente que previenen los artículos 26 de la ley de carreteras de 4 de Mayo de 1877 y 31 del reglamento para su ejecución de 10 de Agosto siguiente para alterar el orden de ejecución de las carreteras del plan de dicha provincia, aprobado por Real decreto de 14 de Febrero de 1879; y resultando el referido expediente aprobable en opinión de la Dirección general de Obras públicas, conforme con el dictamen emitido por la Junta consultiva de Caminos, Canales y Puertos, el Ministro que suscribe tiene la honra de presentar a la aprobación de V. M. el adjunto proyecto de decreto.Madrid, 24 de Octubre de 1884.
SEÑOR:
A. L. R. P. de V. M.
Alejandro Pidal y Mon.
REAL DECRETO
De conformidad con lo propuesto por el Ministro de Fomento,Vengo en decretar lo siguiente:
Artículo único. Se aprueba la variación en el orden de ejecución de las carreteras del plan de la provincia de Sevilla, con arreglo a la distribución y numeración que se designa en el adjunto cuadro.
Dado en Palacio a veinticuatro de Octubre de mil ochocientos ochenta y cuatro.
ALFONSO
El Ministro de FomentoAlejandro Pidal y Mon.
CARRETERAS
PRIMER GRUPO
Número 1. Burguillos a Castiblanco
...
Seguimos con "La Época"; Diario vespertino fundado por Diego Coello y Quesada (182-1897) el uno de abril de 1849, a principios del siglo veinte será ya el decano de la prensa diaria política madrileña, extinguiéndose su vida a escasos días del golpe de Estado de julio de 1936. Será el diario por antonomasia de la monarquía, que se convertirá en prototipo de periódico aristocrático y conservador. Nace, desde una posición moderada, como reacción al semiabsolutismo del ministerio de Juan Bravo Murillo. Evoluciona a una oposición centrista y saluda alborozado el triunfo de 1854 del general Francisco Serrano, pero se mostrará contrario al bienio esparterista. Desde 1856 será el órgano de Unión Liberal, pero se separará de la misma a causa de los acontecimientos de la noche de San Gil, en abril de 1865, para apoyar a los gobiernos del general Ramón María Narváez y de Luis González Bravo, aunque después combatirá a este. Caracterizado por su fidelidad al trono isabelino, aceptará la Gloriosa en 1868 y tras algunas dudas y el fracaso de la candidatura de la nueva monarquía de Antonio María de Orleans, duque de Montpensier, Antonio Cánovas del Castillo lo ganará para la causa alfonsina, convirtiéndose en el estandarte periodístico de la Restauración durante el Sexenio Democrático.
Ramón de Navarrete había sido el director de su primer número, pero a partir de entonces y hasta 1866 lo dirigirá el propio Coello. Fue entonces cuando su propiedad quedó al completo en manos de su inseparable amigo, Ignacio José Escobar y López Hermosa (1823-1887), que lo dirigirá hasta 1887, quedando definitivamente esta cabecera en manos de su familia. Navarrete, que utiliza los seudónimos Pedro Fernández y Asmodeo, fue quien incorporó en la prensa española a través de La época la “crónica de sociedad” como visitante de los más encopetados salones de la corte. Entre sus numerosos redactores y colaboradores estuvieron Fernando Cos-Gayón, Agustín Aguirre, Pedro Antonio de Alarcón, Ventura de la Vega, Francisco Martínez de la Rosa, Eusebio Blasco, José Bisso, Julio Nombela, Jacobo Rebollo, Manuel María de Santa Ana, Ildefonso Antonio Bermejo, Juan Pérez de Guzmán o Joaquín Madonado Macanaz, quien se encargará de la sección de política interior durante más de treinta años.
Será un diario de cuatro páginas de gran formato, a tres, cuatro y hasta seis columnas, estabilizándose en las cinco columnas durante la mayor parte de su existencia, y compuesto con tipos diminutos, al estilo de los ya consagrados diarios políticos de noticias, estructuradas en secciones. Ofrecerá las nacionales y extranjeras, las parlamentarias, las oficiales y las del gobierno, revistas de prensa, un boletín comercial y agrícola, con las cotizaciones de bolsa y precios de los productos, editorial y artículos de fondo, notas de espectáculos, especialmente los teatrales, así como anuncios comerciales al final, que a veces ocuparán la última plana. También ofrecerá el ya clásico y cotidiano folletín.
Su propietario y director conspirará, junto al propio Cánovas, en el golpe militar que el general Arsenio Martínez Campos da en Sagunto el 29 de diciembre de 1874, que abre la Restauración dinástica y, en 1879, el monarca agradecerá los méritos de Escobar distinguiéndole como marqués de Valdeiglesias. La época alcanzará su mayor esplendor y prestigio, precisamente, entre 1875 y 1885, al convertirse en el más cualificado órgano del turnante Partido Conservador y como portavoz de su jefe, Cánovas del Castillo. Aunque las tiradas de este diario nunca serán elevadas y los ejemplares difundidos por suscripción al doble de precio, llegarán a los innumerables casinos y sociedades en manos de los dirigentes locales del partido, destacando en sus páginas las noticias y las crónicas sociales de las clases altas, de sus fiestas y sus veraneos en Biarritz, Santander o San Sebastián, recibiendo el periódico el apelativo de “la vieja señora”.
Tras el magnicidio de Cánovas, en 1897, y ya en manos del segundo marqués, Alfredo Escobar Ramírez, el diario continuará siempre al lado del jefe del sector mayoritario del Partido Conservador, apoyando a Francisco Silvela y, posteriormente, a Antonio Maura, y tras su crisis de 1913 y un breve titubeo, y durante la primera guerra mundial y siempre con la pretensión de mantener unido al partido, apoyará a Eduardo Dato. Tras el magnicidio de este, en 1921, será el portavoz de José Sánchez Guerra, el hombre de confianza de Maura. Como defensor de una monarquía constitucional y parlamentaria y desde su posición liberal-conservadora, será diario opositor a la dictadura primoriverista, llegando a ser multado y suspendido en abril de 1926.
Seguirá ofreciendo noticias del partido, crónicas parlamentarias, revistas de prensa extranjera, en concreto de los periódicos franceses, y sus principales editoriales y artículos de fondo serán obra de uno de sus más destacados redactores, Salvador Canals. El segundo marqués, con el seudónimo Mascarilla, se dedicará a las crónicas de sociedad de un diario que sigue destinado a una minoría selecta de aristócratas, financieros, gentes de mundo, políticos y damas de la alta o “buena” sociedad. La crítica literaria y teatral será obra de Andrenio (Eduardo Gómez Baquero) hasta 1921. Durante la primera guerra mundial, Mariano Marfil, que actuará seguidamente, y hasta 1933, como jefe de su redacción y director en efectivo, será el autor de unas impresiones de campaña en un conflicto bélico en el que La época será uno de los periódicos españoles que recibirán subvenciones de las potencias aliadas (Francia e Inglaterra).
Sucesivamente, sus jefes de redacción habían sido Manuel Tello (1866-1884), el ya citado Andrenio (1884-1893), Jerónimo Bécker (1893-1923) y Francisco Pérez Mateos, conocido como León Roch (1923-1927), y a su redacción pertenecerán una larga nómina de periodistas, como Francisco Fernández Villegas (Zeda), Luis Alfonso Casanova, Rodrigo Soriano, Melchor Fernández Almagro, como crítico teatral; así como Francisco de Ayala, que inicia en sus páginas su carrera periodística y literaria, lo mismo que César González Ruano, y publicará colaboraciones de Emilia Pardo Bazán, entre otras figuras literarias y periodísticas.
Tras ser proclamada la II República, el diario sigue manteniendo el buen tono entre la “vieja sociedad”, con su severo diseño de páginas inmensas alejadas de estridencias y sensacionalismo, y romo en los alardes fotográficos que había adoptado su más directo competidor desde 1903, el diario ABC de los Luca de Tena.
A pesar de su monarquismo llegará a librarse de la gran suspensión de periódicos antirrepublicanos con motivo de la sanjurjada de agosto de 1932. Marfil lo llevó a posiciones cercanas de Acción Española y, renegando de su pasado moderantismo y defensa del conservadurismo liberal, a partir de noviembre de 1933 el tercer marqués de Valdeiglesias y marqués de las Marismas del Guadalquivir, José Ignacio Escobar Kirkpatrick, toma las riendas del periódico familiar, asistido por Eugenio Vegas Letapie, hasta 1935, y a continuación por Jorge Vigón. A su redacción siguen perteneciendo entonces, entre otros, Gabriel Briones, Luis Ardila, Xavier de Echarri o Luis Araujo Costa, quien en 1946 publicará la biografía de La época.
El vetusto diario se reconvierte al viejo tradicionalismo de la monarquía católica, siguiendo las ideas difundidas por el francés Charles Maurras, y como órgano de Renovación Española de José Calvo Sotelo, encuadrada en el Bloque Nacional, acusará como farsa el sufragio universal y de inútil y dañino el parlamentarismo, defenderá el autoritarismo y justificará la insurrección militar. Con motivo del asesinato de Calvo Sotelo, La época publica su último número el 11 de julio de 1936, dos días después quedará suspendida, y tras estallar la guerra civil será incautada. En sus talleres se imprimirá El sindicalista, el periódico del partido socialista de Ángel Pestaña.
Ramón de Navarrete había sido el director de su primer número, pero a partir de entonces y hasta 1866 lo dirigirá el propio Coello. Fue entonces cuando su propiedad quedó al completo en manos de su inseparable amigo, Ignacio José Escobar y López Hermosa (1823-1887), que lo dirigirá hasta 1887, quedando definitivamente esta cabecera en manos de su familia. Navarrete, que utiliza los seudónimos Pedro Fernández y Asmodeo, fue quien incorporó en la prensa española a través de La época la “crónica de sociedad” como visitante de los más encopetados salones de la corte. Entre sus numerosos redactores y colaboradores estuvieron Fernando Cos-Gayón, Agustín Aguirre, Pedro Antonio de Alarcón, Ventura de la Vega, Francisco Martínez de la Rosa, Eusebio Blasco, José Bisso, Julio Nombela, Jacobo Rebollo, Manuel María de Santa Ana, Ildefonso Antonio Bermejo, Juan Pérez de Guzmán o Joaquín Madonado Macanaz, quien se encargará de la sección de política interior durante más de treinta años.
Será un diario de cuatro páginas de gran formato, a tres, cuatro y hasta seis columnas, estabilizándose en las cinco columnas durante la mayor parte de su existencia, y compuesto con tipos diminutos, al estilo de los ya consagrados diarios políticos de noticias, estructuradas en secciones. Ofrecerá las nacionales y extranjeras, las parlamentarias, las oficiales y las del gobierno, revistas de prensa, un boletín comercial y agrícola, con las cotizaciones de bolsa y precios de los productos, editorial y artículos de fondo, notas de espectáculos, especialmente los teatrales, así como anuncios comerciales al final, que a veces ocuparán la última plana. También ofrecerá el ya clásico y cotidiano folletín.
Su propietario y director conspirará, junto al propio Cánovas, en el golpe militar que el general Arsenio Martínez Campos da en Sagunto el 29 de diciembre de 1874, que abre la Restauración dinástica y, en 1879, el monarca agradecerá los méritos de Escobar distinguiéndole como marqués de Valdeiglesias. La época alcanzará su mayor esplendor y prestigio, precisamente, entre 1875 y 1885, al convertirse en el más cualificado órgano del turnante Partido Conservador y como portavoz de su jefe, Cánovas del Castillo. Aunque las tiradas de este diario nunca serán elevadas y los ejemplares difundidos por suscripción al doble de precio, llegarán a los innumerables casinos y sociedades en manos de los dirigentes locales del partido, destacando en sus páginas las noticias y las crónicas sociales de las clases altas, de sus fiestas y sus veraneos en Biarritz, Santander o San Sebastián, recibiendo el periódico el apelativo de “la vieja señora”.
Tras el magnicidio de Cánovas, en 1897, y ya en manos del segundo marqués, Alfredo Escobar Ramírez, el diario continuará siempre al lado del jefe del sector mayoritario del Partido Conservador, apoyando a Francisco Silvela y, posteriormente, a Antonio Maura, y tras su crisis de 1913 y un breve titubeo, y durante la primera guerra mundial y siempre con la pretensión de mantener unido al partido, apoyará a Eduardo Dato. Tras el magnicidio de este, en 1921, será el portavoz de José Sánchez Guerra, el hombre de confianza de Maura. Como defensor de una monarquía constitucional y parlamentaria y desde su posición liberal-conservadora, será diario opositor a la dictadura primoriverista, llegando a ser multado y suspendido en abril de 1926.
Seguirá ofreciendo noticias del partido, crónicas parlamentarias, revistas de prensa extranjera, en concreto de los periódicos franceses, y sus principales editoriales y artículos de fondo serán obra de uno de sus más destacados redactores, Salvador Canals. El segundo marqués, con el seudónimo Mascarilla, se dedicará a las crónicas de sociedad de un diario que sigue destinado a una minoría selecta de aristócratas, financieros, gentes de mundo, políticos y damas de la alta o “buena” sociedad. La crítica literaria y teatral será obra de Andrenio (Eduardo Gómez Baquero) hasta 1921. Durante la primera guerra mundial, Mariano Marfil, que actuará seguidamente, y hasta 1933, como jefe de su redacción y director en efectivo, será el autor de unas impresiones de campaña en un conflicto bélico en el que La época será uno de los periódicos españoles que recibirán subvenciones de las potencias aliadas (Francia e Inglaterra).
Sucesivamente, sus jefes de redacción habían sido Manuel Tello (1866-1884), el ya citado Andrenio (1884-1893), Jerónimo Bécker (1893-1923) y Francisco Pérez Mateos, conocido como León Roch (1923-1927), y a su redacción pertenecerán una larga nómina de periodistas, como Francisco Fernández Villegas (Zeda), Luis Alfonso Casanova, Rodrigo Soriano, Melchor Fernández Almagro, como crítico teatral; así como Francisco de Ayala, que inicia en sus páginas su carrera periodística y literaria, lo mismo que César González Ruano, y publicará colaboraciones de Emilia Pardo Bazán, entre otras figuras literarias y periodísticas.
Tras ser proclamada la II República, el diario sigue manteniendo el buen tono entre la “vieja sociedad”, con su severo diseño de páginas inmensas alejadas de estridencias y sensacionalismo, y romo en los alardes fotográficos que había adoptado su más directo competidor desde 1903, el diario ABC de los Luca de Tena.
A pesar de su monarquismo llegará a librarse de la gran suspensión de periódicos antirrepublicanos con motivo de la sanjurjada de agosto de 1932. Marfil lo llevó a posiciones cercanas de Acción Española y, renegando de su pasado moderantismo y defensa del conservadurismo liberal, a partir de noviembre de 1933 el tercer marqués de Valdeiglesias y marqués de las Marismas del Guadalquivir, José Ignacio Escobar Kirkpatrick, toma las riendas del periódico familiar, asistido por Eugenio Vegas Letapie, hasta 1935, y a continuación por Jorge Vigón. A su redacción siguen perteneciendo entonces, entre otros, Gabriel Briones, Luis Ardila, Xavier de Echarri o Luis Araujo Costa, quien en 1946 publicará la biografía de La época.
El vetusto diario se reconvierte al viejo tradicionalismo de la monarquía católica, siguiendo las ideas difundidas por el francés Charles Maurras, y como órgano de Renovación Española de José Calvo Sotelo, encuadrada en el Bloque Nacional, acusará como farsa el sufragio universal y de inútil y dañino el parlamentarismo, defenderá el autoritarismo y justificará la insurrección militar. Con motivo del asesinato de Calvo Sotelo, La época publica su último número el 11 de julio de 1936, dos días después quedará suspendida, y tras estallar la guerra civil será incautada. En sus talleres se imprimirá El sindicalista, el periódico del partido socialista de Ángel Pestaña.
- - -
En algunas épocas se publicó una edición matutina y una edición vespertina, con diferente numeración, por lo que se pueden encontrar algunos saltos en la colección de Hemeroteca Digital. En estos casos se han incluido ambos ejemplares en el mismo archivo.
Pues bien, en su edición del 25 de octubre de 1884, aparece en una de sus páginas (a cinco columnas) ocupando la parte superior de la cuarta columna, bajo el título LA GACETA, interesándonos los cinco primeros párrafos segundo y tercero, que resumen el mismo texto que publicaba el periódico la "Gaceta de Madrid", la cual transcribimos literalmente:
La de hoy contiene las disposiciones siguientes:
...
Ministerio de Fomento.- Real decreto precedido de una razonada exposición disponiendo:
Artículo único. Se aprueba la variación en el orden de ejecución de las carreteras del plan de la provincia de Sevilla, con arreglo a la distribución y numeración que se designa en el adjunto cuadro:
PRIMER GRUPO.- Burguillos a Castiblanco, ...
...
Ministerio de Fomento.- Real decreto precedido de una razonada exposición disponiendo:
Artículo único. Se aprueba la variación en el orden de ejecución de las carreteras del plan de la provincia de Sevilla, con arreglo a la distribución y numeración que se designa en el adjunto cuadro:
PRIMER GRUPO.- Burguillos a Castiblanco, ...
Seguimos con el "Diario Oficial de Avisos de Madrid"; Se trata de la última etapa de la cabecera del primero diario español que fundara, en 1758, Francisco Mariano Nipho (1719-1803), con el título de Diario noticioso…, que en 1825 se convirtió en periódico semioficial, siendo la más longeva en la historia del periodismo español, si se exceptúa la Gazeta de Madrid, hoy Diario oficial del Estado.
Seguirá siendo un periódico de cuatro páginas, que mantendrá prácticamente hasta su desaparición, en 1918, el mismo tipo de contenidos que venía incluyendo desde 1825, es decir, una parte oficial y otra de particulares. En la primera, información normativa y de personal de los poderes públicos, incluidos los ayuntamientos, tanto de Madrid como de su provincia, dividida en las secciones militar, civil y judicial, con edictos y requisitorias, así como otra religiosa. En la particular, noticias y anuncios de ventas, subastas, alquileres, pérdidas, libros, empleo de nodrizas y sirvientes o demográficos de la capital, así como otras también de tipo económico y comercial, como los precios de los mercados y las cotizaciones de bolsa. También va incorporando publicidad y las necrológicas. Asimismo, sigue incluyendo observaciones meteorológicas y noticias sobre estrenos de teatro, variedades, taurinos y circenses. E incorpora nuevas secciones como la literaria y la de miscelánea e, incluso, en un faldón de la primera página folletines por entregas y composiciones en verso.
Desde 1877 a 1882 incorpora como suplemento el título Nuevo diario de Madrid, también de cuatro páginas, estampado en la imprenta de Francisco Andrés y Compañía, y entre 1877 y 1878 también incluye ocasionalmente en su cuarta plana el título La correspondencia de España (1859-1925), y a partir de 1881, incluye esta al Diario oficial de avisos... Llegó a absorber a Diario de las familias de avisos y noticias de Madrid, político, mercantil y literario, (1820-1894), que llegó a ser una edición matutina de La correspondencia…
Como su edición e impresión era subastada pública y periódicamente con fines benéficos, este diario fue arrendado y estampado por diferentes impresores y editores, y en esta última etapa lo fue por, entre otros, José María Alonso, José de Granda Pérez, siendo en este caso su editor Ángel Suárez, entre 1860 y 1866, como fue también su director Adolfo Tomaseti, en 1891, y por la imprenta y litografía de M. Martínez de Velasco, contando en algún periodo con imprenta propia, a cargo de Tomás Noguera.
Pues bien, en su edición del 26 de octubre de 1884, aparece en la primera página (a siete columnas) ocupando la parte inferior de la primera columna y la casi totalidad de la segunda, bajo el título MINISTERIO DE FOMENTO, repitiendo casi en su totalidad el mismo texto que publicaba el periódico la "Gaceta de Madrid", la cual transcribimos literalmente:
Madrid, 24 de Octubre de 1884.
Señor:A. L. R. P. de V. M., Alejandro Pidal y Mon.
De conformidad con lo propuesto por el Ministro de Fomento,
Vengo en decretar lo siguiente:
Artículo único. Se aprueba la variación en el orden de ejecución de las carreteras del plan de la provincia de Sevilla, con arreglo a la distribución y numeración que se designa en el adjunto cuadro.
Dado en Palacio a veinticuatro de Octubre de mil ochocientos ochenta y cuatro. - ALFONSO.- El Ministro de Fomento.- Alejandro Pidal y Mon.
Seguirá siendo un periódico de cuatro páginas, que mantendrá prácticamente hasta su desaparición, en 1918, el mismo tipo de contenidos que venía incluyendo desde 1825, es decir, una parte oficial y otra de particulares. En la primera, información normativa y de personal de los poderes públicos, incluidos los ayuntamientos, tanto de Madrid como de su provincia, dividida en las secciones militar, civil y judicial, con edictos y requisitorias, así como otra religiosa. En la particular, noticias y anuncios de ventas, subastas, alquileres, pérdidas, libros, empleo de nodrizas y sirvientes o demográficos de la capital, así como otras también de tipo económico y comercial, como los precios de los mercados y las cotizaciones de bolsa. También va incorporando publicidad y las necrológicas. Asimismo, sigue incluyendo observaciones meteorológicas y noticias sobre estrenos de teatro, variedades, taurinos y circenses. E incorpora nuevas secciones como la literaria y la de miscelánea e, incluso, en un faldón de la primera página folletines por entregas y composiciones en verso.
Desde 1877 a 1882 incorpora como suplemento el título Nuevo diario de Madrid, también de cuatro páginas, estampado en la imprenta de Francisco Andrés y Compañía, y entre 1877 y 1878 también incluye ocasionalmente en su cuarta plana el título La correspondencia de España (1859-1925), y a partir de 1881, incluye esta al Diario oficial de avisos... Llegó a absorber a Diario de las familias de avisos y noticias de Madrid, político, mercantil y literario, (1820-1894), que llegó a ser una edición matutina de La correspondencia…
Como su edición e impresión era subastada pública y periódicamente con fines benéficos, este diario fue arrendado y estampado por diferentes impresores y editores, y en esta última etapa lo fue por, entre otros, José María Alonso, José de Granda Pérez, siendo en este caso su editor Ángel Suárez, entre 1860 y 1866, como fue también su director Adolfo Tomaseti, en 1891, y por la imprenta y litografía de M. Martínez de Velasco, contando en algún periodo con imprenta propia, a cargo de Tomás Noguera.
Pues bien, en su edición del 26 de octubre de 1884, aparece en la primera página (a siete columnas) ocupando la parte inferior de la primera columna y la casi totalidad de la segunda, bajo el título MINISTERIO DE FOMENTO, repitiendo casi en su totalidad el mismo texto que publicaba el periódico la "Gaceta de Madrid", la cual transcribimos literalmente:
Página 1 del "Diario Oficial de Avisos de Madrid" del 26 de octubre de 1884. |
MINISTERIO DE FOMENTO
-----------
EXPOSICIÓN.
Señor: Instruido en el Gobierno civil de la provincia de Sevilla el expediente que previenen los artículos 26 de la ley de carreteras de 4 de Mayo de 1877 y 31 del reglamento para su ejecución de 10 de Agosto siguiente para alterar el orden de ejecución de las carreteras del plan de dicha provincia, aprobado por Real decreto de 14 de Febrero de 1879; y resultando el referido expediente aprobable en opinión de la Dirección general de Obras públicas, conforme con el dictamen emitido por la Junta consultiva de Caminos, Canales y Puertos, el Ministro que suscribe tiene la honra de presentar a la aprobación de V. M. el adjunto proyecto de decreto.Madrid, 24 de Octubre de 1884.
Señor:A. L. R. P. de V. M., Alejandro Pidal y Mon.
---
REAL DECRETO
De conformidad con lo propuesto por el Ministro de Fomento,
Vengo en decretar lo siguiente:
Artículo único. Se aprueba la variación en el orden de ejecución de las carreteras del plan de la provincia de Sevilla, con arreglo a la distribución y numeración que se designa en el adjunto cuadro.
Dado en Palacio a veinticuatro de Octubre de mil ochocientos ochenta y cuatro. - ALFONSO.- El Ministro de Fomento.- Alejandro Pidal y Mon.
CARRETERAS
PRIMER GRUPO
Número 1. Burguillos a Castiblanco
Y finalizamos con "El Liberal"; Este diario matutino comienza a publicarse el sábado 31 de mayo de 1879 y dejará de hacerlo el 28 de marzo de 1939, al ser incautado por el “nuevo” Estado dictatorial del general Franco. Durante sus sesenta años de vida tuvo una orientación liberal republicana moderada y en la segunda década del siglo veinte alcanzó una de las mayores tiradas de la prensa española, siendo el prototipo de los grandes periódicos populares y el más leído entre las capas obreras, “por su lenguaje claro y contundente, su preocupación por los problemas de los trabajadores, sus informaciones rigurosas y exhaustivas y un cierto sensacionalismo”, tal como ha expresado María Dolores Sáiz.
Nace de la disidencia encabezada en el seno de El imparcial (1867-1933) por quien Eduardo Gasset y Artime (1832-1884) había cesado anteriormente como su director y mano derecha, Mariano Araús Pérez (1836-1901), e Isidoro Fernández Flórez (1840-1902), ya conocido como Fernanflor, quien había proyectado y dirigido durante los últimos cinco años el suplemento Los lunes de El imparcial, a los que se unieron los antiguos socios de Gasset, Mariano Milego y el crítico taurino Eduardo de la Loma, además de otros redactores y trabajadores. El motivo del cisma fue la mudanza ideológica de El imparcial al aceptar al régimen monárquico alfonsino y la política personal de Gasset que chocó contra las convicciones de sus redactores.
El liberal nació así como un diario absolutamente independiente con fuertes raíces democráticas, al amparo de la nueva ley de prensa del siete de enero de 1879 a través de la cual empieza a “levantar cabeza” la prensa republicana, a la vez que la poderosa izquierda dinástica fragua en el fusionismo y el liberalismo sagastino.
Araús será su primer director y a su redacción se sumarán otros periodistas que habían abandonado el diario de Gasset el 19 de mayo de 1879, como Julio Vargas Machuca, Francisco de Asís Pacheco, José María Anchorena, José Fernández Bremón o Manuel María González, todos ellos de ideología republicana.
Nace en pugna con El imparcial, con el que entablará una enconada rivalidad, y su pronto éxito será debido a un exquisito equilibrio entre información y opinión y al tono literario de sus editoriales, infrecuente en la prensa de la época, junto al carácter popular de algunas de sus informaciones, que rozarán cierto sensacionalismo, y que tendrán su mayor exponente con el crimen de la calle Fuencarral y el caso Mussó.
Peñaflor, que será su mayor accionista fundador, intentará, ya el dos de junio de 1879, emular al suplemento de su adversario creando y dirigiendo Los lunes de El liberal, que al año siguiente se transformará en el suplemento Entre páginas, que aparecerá jueves y domingos, en donde ya empezará a sobresalir la pluma de Miguel Moya Ojanguren (1856-1920), quien asumirá la dirección del diario a partir de 1890.
Será un periódico de gran formato, compuesto a cuatro columnas al principio y que después irá aumentando en número, insertando en su primera página los editoriales y artículos de fondo, y con secciones para las crónicas parlamentarias, las noticias de provincias, los telegramas del extranjero de la agencia Fabra, disposiciones oficiales, las crónicas locales, las cotizaciones de bolsa, la de espectáculos, cultos, libros y notas meteorológicas. Columnas como “A vuela pluma” y “Plato del día” tendrán la firma de Mariano de Cavia (1855-1920), que a la vez hará crítica taurina bajo el seudónimo de Sobaquillo a partir de su ingreso en la redacción en 1881. Será asimismo el periódico que introducirá y afianzará los anuncios por palabras, insertará necrológicas sin el símbolo de la cruz, adoptando el diario a la vez un anticlericalismo crítico, y prolongará el folletón típico francés. A partir del nueve de julio de 1889 aparecerá junto a su cabecera la leyenda de ser “el periódico de mayor circulación de España”.
En 1901, El liberal lleva a cabo una etapa de expansión, creando una cadena de periódicos con el mismo título en Barcelona, Bilbao, Murcia y Sevilla y, en 1906, Moya junto al gerente del diario, Antonio Sacristán, como herederos de Fernanflor, crearán, la Sociedad Editorial de España, el gran Trust de la prensa empresarial española del periodo, al que quedan adscritos El imparcial y Heraldo de Madrid (1890-1939), junto a otras cabeceras, y de la que serán máximos accionistas, siendo Moya el presidente de su consejo de administración. A partir de 1907 su nuevo director será Alfredo Vicenti (1850-1916), uno de los mejores editorialistas de la época, que había ingresado en su redacción en 1896. A su muerte le sustituirá en la dirección Enrique Gómez Carrillo, redactor desde 1893 y redactor jefe desde 1907, y entre 1917-1923, Antonio Moya Gastón. Los diarios del Trust serán los de mayor circulación de la época, alcanzando una tirada conjunta de más de 435 mil ejemplares.
El liberal seguirá siendo el representante de la gran prensa republicana moderada más a la izquierda y no partidario, de ideología democrática y socializante, tal como lo describe Maria Cruz Seoane. Aún así, llegará a ser portavoz del Partido Reformista de Melquíades Álvarez, hará oposición al ministerio de Antonio Maura y ofrecerá una opinión favorable al Partido Liberal, al principio en la persona de Segismundo Moret, después en la de José Canalejas y, por último en la del conde de Romanones (Álvaro Figueroa y Torres). Durante la primera guerra mundial se caracterizará por su francofilia, llegando a estar subvencionado por el Comité de Prensa francés, aunque al final de ella observará una “estricta neutralidad” que resultaría chocante.
Según las estadísticas oficiales, durante la segunda década del siglo veinte alcanzará los 120.000 ejemplares diarios, una de las más altas tiradas de la prensa de la época, de los que prácticamente la mitad serán suscripciones, considerándose más un periódico de difusión madrileña, firme defensor de la libertad de expresión, que leen las capas populares de la pequeña burguesía y las clases trabajadoras, lo que origina una rivalidad de la prensa estrictamente obrera contra el.
Un nutrido grupo de redactores protagonizarán un cisma más a la izquierda en el seno de su redacción, y el 13 de diciembre de 1919 fundarán La libertad, que será dirigida por Luis Oteyza y de la que Antonio de Lezama será su redactor jefe. Entre los que se pasan a la nueva redacción se encuentran también Luis de Zulueta, Pedro de Répide, Augusto Barcia, Manuel Machado, Alejandro Pérez Lugín, Ezequiel Endériz, Antonio Zozaya y el fotógrafo Alfonso.
En 1923 El liberal será vendido a los hermanos Manuel y Juan Busquets, empresarios catalanes y máximos acreedores del Trust, que crearán la Sociedad Editora Universal. Será nombrado director Eduardo Rosón, al que pronto le sustituirá Francisco Villanueva, hasta 1927, siendo incorporado como redactor jefe Rafael Morayta y, como confeccionador, Manuel Font. Intensificará su línea izquierdista adoptando una de las posiciones más radicales a la dictadura primoriverista, de la que sufre persecución.
En el primer tercio del siglo veinte, uno de sus más distinguidos colaboradores fue Miguel de Unamuno, y entre otros fueron sus redactores o colaboradores, además de los ya citados y que fundaron La libertad, Luis Morón, corresponsal en la guerra cubana; Mariano Martín Fernández, que llegó a ser su redactor jefe en 1907; Luis Araquistáin y Ramón Pérez de Ayala, que fueron corresponsales en Londres durante la guerra mundial; Joaquín Dicenta y Adolfo Marsillach, corresponsales en Barcelona; Arturo Mori, Jaime Torrubiano, Rafael Torres Endrina, Leopoldo Bejarano, Artemio Precioso, José Venegas, Francisco Vera, Manuel Delgado Bareto, Antonio Rodríguez Lázaro, Carlos del Río y Julián Settier.
El liberal pertenecerá al grupo destacado de la prensa española que contribuirá al advenimiento de la II República. Durante el primer bienio apoyará al gobierno de Manuel Azaña, y situándose en un republicanismo de izquierda moderado, seguirá siendo uno de los diarios más leídos, ahora con formato más reducido y un número de páginas que alcanza las dieciséis.
Entre sus periodistas del periodo republicano se encuentran Emiliano M. Aguilera, José Manuel de Armiñán, Roberto Castrovido, Marcelino Domingo, Edmundo González Blanco, Gabriel Greiner, José Rocamora, Pedro Massa y F. Valera, como editorialista. Entre 1937 y 1938, su director fue Emilio Ayeusa y, en 1939, Manuel Rosón Ayuso. Tras entrar las tropas franquistas en Madrid y ser incautado, de sus talleres empezó a salir el diario Madrid. Los herederos de los Busquets iniciaron en la década de los cincuenta un proceso, que aún en 2011 continuaba, para que el Estado les indemnice por los bienes incautados de la Sociedad Editora Universal.
Pues bien, en una de las páginas de la edición del domingo 26 de octubre de 1884, a cuatro columnas, en las que en la primera (parte inferior), aparece una reseña bajo el titular "La Gaceta", y que transcribimos íntegramente:
Nace de la disidencia encabezada en el seno de El imparcial (1867-1933) por quien Eduardo Gasset y Artime (1832-1884) había cesado anteriormente como su director y mano derecha, Mariano Araús Pérez (1836-1901), e Isidoro Fernández Flórez (1840-1902), ya conocido como Fernanflor, quien había proyectado y dirigido durante los últimos cinco años el suplemento Los lunes de El imparcial, a los que se unieron los antiguos socios de Gasset, Mariano Milego y el crítico taurino Eduardo de la Loma, además de otros redactores y trabajadores. El motivo del cisma fue la mudanza ideológica de El imparcial al aceptar al régimen monárquico alfonsino y la política personal de Gasset que chocó contra las convicciones de sus redactores.
El liberal nació así como un diario absolutamente independiente con fuertes raíces democráticas, al amparo de la nueva ley de prensa del siete de enero de 1879 a través de la cual empieza a “levantar cabeza” la prensa republicana, a la vez que la poderosa izquierda dinástica fragua en el fusionismo y el liberalismo sagastino.
Araús será su primer director y a su redacción se sumarán otros periodistas que habían abandonado el diario de Gasset el 19 de mayo de 1879, como Julio Vargas Machuca, Francisco de Asís Pacheco, José María Anchorena, José Fernández Bremón o Manuel María González, todos ellos de ideología republicana.
Nace en pugna con El imparcial, con el que entablará una enconada rivalidad, y su pronto éxito será debido a un exquisito equilibrio entre información y opinión y al tono literario de sus editoriales, infrecuente en la prensa de la época, junto al carácter popular de algunas de sus informaciones, que rozarán cierto sensacionalismo, y que tendrán su mayor exponente con el crimen de la calle Fuencarral y el caso Mussó.
Peñaflor, que será su mayor accionista fundador, intentará, ya el dos de junio de 1879, emular al suplemento de su adversario creando y dirigiendo Los lunes de El liberal, que al año siguiente se transformará en el suplemento Entre páginas, que aparecerá jueves y domingos, en donde ya empezará a sobresalir la pluma de Miguel Moya Ojanguren (1856-1920), quien asumirá la dirección del diario a partir de 1890.
Será un periódico de gran formato, compuesto a cuatro columnas al principio y que después irá aumentando en número, insertando en su primera página los editoriales y artículos de fondo, y con secciones para las crónicas parlamentarias, las noticias de provincias, los telegramas del extranjero de la agencia Fabra, disposiciones oficiales, las crónicas locales, las cotizaciones de bolsa, la de espectáculos, cultos, libros y notas meteorológicas. Columnas como “A vuela pluma” y “Plato del día” tendrán la firma de Mariano de Cavia (1855-1920), que a la vez hará crítica taurina bajo el seudónimo de Sobaquillo a partir de su ingreso en la redacción en 1881. Será asimismo el periódico que introducirá y afianzará los anuncios por palabras, insertará necrológicas sin el símbolo de la cruz, adoptando el diario a la vez un anticlericalismo crítico, y prolongará el folletón típico francés. A partir del nueve de julio de 1889 aparecerá junto a su cabecera la leyenda de ser “el periódico de mayor circulación de España”.
En 1901, El liberal lleva a cabo una etapa de expansión, creando una cadena de periódicos con el mismo título en Barcelona, Bilbao, Murcia y Sevilla y, en 1906, Moya junto al gerente del diario, Antonio Sacristán, como herederos de Fernanflor, crearán, la Sociedad Editorial de España, el gran Trust de la prensa empresarial española del periodo, al que quedan adscritos El imparcial y Heraldo de Madrid (1890-1939), junto a otras cabeceras, y de la que serán máximos accionistas, siendo Moya el presidente de su consejo de administración. A partir de 1907 su nuevo director será Alfredo Vicenti (1850-1916), uno de los mejores editorialistas de la época, que había ingresado en su redacción en 1896. A su muerte le sustituirá en la dirección Enrique Gómez Carrillo, redactor desde 1893 y redactor jefe desde 1907, y entre 1917-1923, Antonio Moya Gastón. Los diarios del Trust serán los de mayor circulación de la época, alcanzando una tirada conjunta de más de 435 mil ejemplares.
El liberal seguirá siendo el representante de la gran prensa republicana moderada más a la izquierda y no partidario, de ideología democrática y socializante, tal como lo describe Maria Cruz Seoane. Aún así, llegará a ser portavoz del Partido Reformista de Melquíades Álvarez, hará oposición al ministerio de Antonio Maura y ofrecerá una opinión favorable al Partido Liberal, al principio en la persona de Segismundo Moret, después en la de José Canalejas y, por último en la del conde de Romanones (Álvaro Figueroa y Torres). Durante la primera guerra mundial se caracterizará por su francofilia, llegando a estar subvencionado por el Comité de Prensa francés, aunque al final de ella observará una “estricta neutralidad” que resultaría chocante.
Según las estadísticas oficiales, durante la segunda década del siglo veinte alcanzará los 120.000 ejemplares diarios, una de las más altas tiradas de la prensa de la época, de los que prácticamente la mitad serán suscripciones, considerándose más un periódico de difusión madrileña, firme defensor de la libertad de expresión, que leen las capas populares de la pequeña burguesía y las clases trabajadoras, lo que origina una rivalidad de la prensa estrictamente obrera contra el.
Un nutrido grupo de redactores protagonizarán un cisma más a la izquierda en el seno de su redacción, y el 13 de diciembre de 1919 fundarán La libertad, que será dirigida por Luis Oteyza y de la que Antonio de Lezama será su redactor jefe. Entre los que se pasan a la nueva redacción se encuentran también Luis de Zulueta, Pedro de Répide, Augusto Barcia, Manuel Machado, Alejandro Pérez Lugín, Ezequiel Endériz, Antonio Zozaya y el fotógrafo Alfonso.
En 1923 El liberal será vendido a los hermanos Manuel y Juan Busquets, empresarios catalanes y máximos acreedores del Trust, que crearán la Sociedad Editora Universal. Será nombrado director Eduardo Rosón, al que pronto le sustituirá Francisco Villanueva, hasta 1927, siendo incorporado como redactor jefe Rafael Morayta y, como confeccionador, Manuel Font. Intensificará su línea izquierdista adoptando una de las posiciones más radicales a la dictadura primoriverista, de la que sufre persecución.
En el primer tercio del siglo veinte, uno de sus más distinguidos colaboradores fue Miguel de Unamuno, y entre otros fueron sus redactores o colaboradores, además de los ya citados y que fundaron La libertad, Luis Morón, corresponsal en la guerra cubana; Mariano Martín Fernández, que llegó a ser su redactor jefe en 1907; Luis Araquistáin y Ramón Pérez de Ayala, que fueron corresponsales en Londres durante la guerra mundial; Joaquín Dicenta y Adolfo Marsillach, corresponsales en Barcelona; Arturo Mori, Jaime Torrubiano, Rafael Torres Endrina, Leopoldo Bejarano, Artemio Precioso, José Venegas, Francisco Vera, Manuel Delgado Bareto, Antonio Rodríguez Lázaro, Carlos del Río y Julián Settier.
El liberal pertenecerá al grupo destacado de la prensa española que contribuirá al advenimiento de la II República. Durante el primer bienio apoyará al gobierno de Manuel Azaña, y situándose en un republicanismo de izquierda moderado, seguirá siendo uno de los diarios más leídos, ahora con formato más reducido y un número de páginas que alcanza las dieciséis.
Entre sus periodistas del periodo republicano se encuentran Emiliano M. Aguilera, José Manuel de Armiñán, Roberto Castrovido, Marcelino Domingo, Edmundo González Blanco, Gabriel Greiner, José Rocamora, Pedro Massa y F. Valera, como editorialista. Entre 1937 y 1938, su director fue Emilio Ayeusa y, en 1939, Manuel Rosón Ayuso. Tras entrar las tropas franquistas en Madrid y ser incautado, de sus talleres empezó a salir el diario Madrid. Los herederos de los Busquets iniciaron en la década de los cincuenta un proceso, que aún en 2011 continuaba, para que el Estado les indemnice por los bienes incautados de la Sociedad Editora Universal.
Pues bien, en una de las páginas de la edición del domingo 26 de octubre de 1884, a cuatro columnas, en las que en la primera (parte inferior), aparece una reseña bajo el titular "La Gaceta", y que transcribimos íntegramente:
MINISTERIO DE FOMENTO.- Reales Decretos, fecha 24, precedidos de exposiciones, sustituyendo por la carretera de Peñarrubia a Álora por Ardales y Carratraca la que con la denominación de Peñarrubia a Bombichar por los mismos pueblos figura en el plan de las del Estado, en la provincia de Málaga, y aprobando una variación en el orden de ejecución de las del plan de la provincia de Sevilla, en virtud de la cual ocuparán los números 1 al 29 las siguientes: Burguillos a Castilblanco, ...
De esta noticia se deduce la importancia que tuvo la construcción de la carretera Burguillos a Castilblanco de los Arroyos para el gobierno de la época, ya que la colocan como primera de la lista, algo sin duda importante para nuestra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario