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lunes, 6 de julio de 2020

Arte: El edificio de la Iglesia parroquial de San Cristóbal, mártir, de Burguillos.

   Mostramos en Historia de Burguillos el edificio de la Iglesia parroquial de San Cristóbal, mártir, aprovechando que ayer, 5 de julio (primer domingo del mes de julio), se celebró la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, promovida por la Conferencia Episcopal Española, conmemorando a San Cristóbal, celebrado hasta febrero de 1969 como patrón de los conductores, cuando fue retirado del Martirologio Romano por Pablo VI.
La Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir.
  La Iglesia parroquial San Cristóbal, mártir, es el único edificio de carácter artístico que queda en pié en nuestro pueblo y que, pese a ello, es, en gran medida, desconocido.
Así, en cuanto a su arquitectura, la Iglesia Parroquial de San Cristóbal, está constituída por dos naves con diferenciación de presbiterio. La nave central está cubierta por un artesonado de madera con motivos decorativos de gusto mudéjar. Esta nave central se corona con la capilla mayor, cubierta ésta por una bóveda de cañón con lunetas, mientras que la nave lateral presenta sencilla cubierta de madera a un agua, con estructura de colgadizo, coronada por la capilla sacramental, cubierta por una bóveda vaída decorada con motivos vegetales de gusto barroco.
   Ambas naves se encuentran separadas por arcos de medio punto que descansan sobre pilares cuadrangulares. Finalmente una espadaña barroca de dos cuerpos, el primero con dos vanos y el segundo con uno, remata la portada moderna.
Fachada principal de la Iglesia parroquial San Cristóbal, mártir.
   En cuanto a su historia, aunque de momento no se ha encontrado la documentación que Jo demuestre, el templo actual se enclava sobre otro anterior de época me­dieval,de traza mudéjar, basándome para realizar tales afirmaciones en el hecho de que el templo esté orientado litúrgicamente hacia el amanecer y en el que el arco triunfal fuese apuntado, aunque se haya rehecho en sentido semicircular en época barroca, notándose este hecho actualmente.
   Las primeras obras documentadas son las realizadas en 1730 cuando el Maestro Mayor de Fábricas del Arzobispado, Diego Antonio Díaz, realiza una visita a la Parroquia y en el informe presentado el 4 de julio, hace constar la necesidad de reparar la techumbre "desde la puerta principal hasta el altar de Señora Santta Anna que está en la pared de al lado del Evangelio..."(lógicamente este altar ha desaparecido, pero la imagen de la Santa la encontramos hoy en el Retablo de Ntra. Sra. del Rosario), los tejados y la pared del lado del Evangelio, la solería del templo, la bóveda de cañón de la capilla mayor y el presbiterio, la sacristía con su puerta, patinillo y cuarto alto, todas las paredes exteriores y cerrar con un muro de dos varas de alto el portal situado a la entrada de la puerta del lado de la epístola, evitando así que sirva de "receptáculo de gitanos y cabalgaduras y de encender candelas." Hay que indicar que tales obras de reparación las apreció Diego Antonio Díaz por una cantidad de 12000 reales de vellón, encargándosele las obras a Domingo Mendíbil el 9 de agosto de 1731. De tales obras podemos deducir que la Iglesia, de una sola nave, tenía unas dependencias anexas, en lo que hoy es el "patinillo" y el llamado Salón Parroquial, que serían en la época un patio a cielo descubierto y utilizado para diversos menesteres, resaltando que el actual patinillo no ha sido techado hasta hace unos treinta años, aproximadamente.
Muro exterior del Evangelio de la Iglesia parroquial San Cristóbal, mártir.
Exterior de la Cabecera de la Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir.
   Pese a tales obras, en 1774 y ante las necesidades del pueblo, ya que el edificio se había quedado pequeño, el Maestro Mayor de Fábricas de Sevilla y su Arzobispado, Ambrosio de Figueroa, informa sobre sus condiciones en escrito de 26 de septiembre, en el que propone la ampliación de dicho templo. El 7 de octubre de 1775 informó también José Álvarez, Maestro Mayor de Fábricas de Sevilla y su Arzobispado, de forma parecida. El 24 de agosto de 1776, este maestro evacuó informe sobre la adición de una nave lateral que permitiese capacitar la iglesia a las necesidades del culto, y para ello se rompió el muro de la Epístola. Posteriormente, encontramos a Pedro de Silva, Maestro Mayor de Fábricas, el cual informa el 6 de marzo de 1777, relatando las obras llevadas a cabo en la nueva nave y en la capilla mayor. Por estos documentos podemos deducir que José Álvarez y, fundamentalmente, Pedro de Silva son los principales artífices de la configuración actual de la parroquia, de ahí que compare la obra realizada por De Silva con las efectuadas en la Iglesia de Burguillos.
   Como relata el profesor Falcón Márquez, las plantas de las iglesias trazadas por Silva responden a un mismo modelo, de ritmo muy equilibrado, generalmente de salón, de tres naves (aunque la nuestra tenga sólo dos), con una distribución muy simétrica de capilllas y dependencias. Dentro del rectángulo (en este caso de 17,50 x 29 m.) se incluye la torre, generalmente a los pies de la nave del Evangelio. Aún cuando la Iglesia no posee torre, si tiene espada­ña a la que se accede por medio de unos tramos de escaleras situados precisamente a los pies del muro del Evangelio, lo que me lleva a pensar que por dificultades económicas la torre no se pudo ejecutar. Por otra parte, en las obras de Silva, el testero siempre es plano, y en este caso también lo es. Así en cuanto a plantas se puede concluir con que en la Iglesia de Burguillos se repite el esquema general de la obra de Silva, que exteriormente se asemeja a la de San Roque de Sevilla. En cuanto a los soportes, los más utilizados por Silva son los pilares, y en este caso, los realiza así. Como podemos deducir de estas líneas, las similitudes en­tre la obra de Silva y la realizada en la parroquia de Burguillos son tantas, que se le puede atribuir la mayor parte de la obra realizada entre los años 1774 a 1783.
Exterior del Muro de la Epístola de la Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir, con la espadaña y la Puerta del Sol.
Exterior del Muro de la Epístola de la Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir, con la Puerta del Sol y la cabecera.
   Finalmente hay otro nuevo informe de la visita y aprecio fechado en 1779 por Antonio de Figueroa, Maestro Mayor de Fábricas. Se repite el informe el siguiente año, dándose por terminado el expediente el año de 1783.
   Ya no encontramos obras de cierta envergadura, hasta la década que transcurre de 1950 a 1960. Es en esta época cuando la capilla sacramental, que acoge a Nuestra Sra. del Rosario, sufre una total transformación. Es en 1952, y mediante la asociación "María de los Sagrarios", presidida por la Marquesa de los Ríos, cuando se instala el actual Sagrario de Plata, obra del taller sevillano de Villarreal, reformándose la capilla sacramental al colocársele una nue­va techumbre consistente en la actual bóveda vaída deco­rada con yeserías y sotabanco de mármol para el altar de la Virgen del Rosario. La dirección del programa decorativo corrió a cargo de D. Joaquín Gómez Albenca.
   Unos años antes, aprox. en 1940 se instala en el an­tiguo altar de San José, al Sagrado Corazón de Jesús. A continuación figuraban los altares de Santa Rita, Santa Lucía y el de la Inmaculada Concepción, realizado este último en la década de 1930, debido a la condesa de Ybarra. Señalaré que estos altares (que se encontraban en el muro de la "Nave de la Virgen") desaparecieron todos entre 1959 y 1960, aprovechándose algunos elementos de aquellos para la realización de otras obras y las imágenes más valiosas pasaron a figurar en otros altares.
Columna romana encastrada en la esquina de la fachada principal con el muro de la Epístola de la Igl. parroquial San Cristóbal, mártir.
   Otras obras considerables tienen lugar entre 1965-1970 cuando se decide techar y adecentar el Salón Parroquial, parte del cual (la más cercana a la Puerta Principal) había sido durante toda su historia la Capilla Bautismal de la Parroquia, y en 1972 dejó de serlo para convertirse en un anexo más de la parroquia, así como se coloca la actual solería y la Portada Principal adquiere su actual fisonomía al ampliarse el vano para permitir la entrada y salida del paso procesional de la Virgen del Rosario, perdiéndose en esta intervención el cancel de madera y el coro.
   En fecha indeterminada de la década de los 70 se cegaron los óculos existentes a ambos lados del Altar Mayor, y que se recuperaron en la última intervención de envergadura de la parroquia. Entre 1988 y 1989 tuvo lugar la reparación efectuada en la Nave de la Epístola consistente en reponer toda la techumbre, incluida la armadura de madera, y la electrificación de las campanas, así como la ubicación de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en una hornacina que se abre en el Muro de la Epístola, a tal efecto.
   Ya en 1992, se construye un al­tar para ubicar el Simpecado de la Hermandad de Ntra. Sra. del Rosario, situa­do a los pies de la Nave de la Virgen
   En 1998 y 1999 tiene lugar la reparación de los tejados y techumbres de toda la Parroquia, dándose el curioso hecho de que la Novena a la Virgen del 98 se celebra en la Nave del Sagrario y la Función Principal del Viernes tuvo lugar en la explanada frente a la Puerta del Sol.
   En 2001, se reforma la hornacina del Sagrado Corazón de Jesús, y se llevan a cabo los trabajos de revoco en estuco de los paramentos exteriores de todo el edificio, en los que se vuelven a recuperar los óculos de la Capilla Mayor y se muestran algunas zonas en ladrillo visto de los muros exteriores, algo muy discutible, puesto que ningún edificio de la Baja Andalucía fue concebido para dejarlo en ladrillo visto.
   Finalmente en 2007 se restauraron el Retablo Mayor y en 2009 el retablo de las Ánimas Benditas del Purgatorio, al tiempo que se eliminó el Retablo del Stmo. Xto. del Voto, posible único vestigio de la desaparecida Hermandad de Vera Cruz de nuestro pueblo.
Otra perspectiva de la Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir.
   Conozcamos mejor la Leyenda, Culto e Iconografía de San Cristóbal. titular de la Iglesia Parroquial de Burguillos
LEYENDA
   Santo fabuloso cuya leyenda no se remonta más allá del siglo XI y es sólo el desarrollo de su nombre Cristóforo, que en griego significa «Porta Cristo". Originalmente, esa expresión se comprendía de manera espiritual: aquel que lleva a Cristo en su corazón. Luego se lo tomó en sentido material.
   Su nombre verdadero habría sido Auferus (bandolero), o Reprobus (maldito, réprobo). Fue en ocasión de su conversión que habría sido bautizado Cristóforo.
   Los Hechos gnósticos de San Bartolomé, compuestos en el siglo VI, hablan de un cierto Christianus cynocephalus et anthropophagus que habría sido convertido por el apóstol. Por ello, a veces le ponen una cabeza de perro.
   Según la tradición popularizada en el siglo XIII por la Leyenda Dorada, el hombre que había llevado a Cristo sobre los hombros sólo podía ser un gigante. Orgulloso de su fuerza, sólo accedió a servir al rey más poderoso del universo. Se puso al servicio de un monarca, pero al advertir que éste tenía miedo al diablo, lo abandonó para servir a Satán. Decepcionado una vez más, puesto que la vista de una cruz en un cruce de caminos bastó para derrotar al diablo; y aconsejado por un ermitaño, se comprometió a servir a Cristo, y para complacer a éste, se dedicó a ayudar a viajeros y peregrinos en el paso de un río peligroso.
   Una tarde se oyó llamar por un niño, quien le pidió que lo cargase sobre lo hombros; pero su carga se volvía cada vez más pesada, tanto, que el gigante debió apoyarse sobre el tronco de un árbol que estuvo a punto de romperse. Llegó con dificultad a la orilla opuesta, donde un ermitaño lo guió con una linterna. Entonces el niño misterioso se dio a conocer como Cristo, soberano del cielo y de la tierra. Para probárselo, le dijo a Cristóbal que plantara su cayado en la tierra, que enseguida se convirtió en una palmera datilera cargada de frutos.
   En el Niño Jesús el gigante reconoció a su amo.
Interior de la Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir.
Retablo Mayor de la Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir.
   La leyenda del vado no bastó a los hagiógrafos quienes, además, copiaron del repertorio de anécdotas usuales: el gigante fue encerrado con dos bellas cortesanas, Nicea y Aquilina, encargadas de hacerlo volver al culto de los ídolos. Pero ocurrió lo contrario, las seductoras se dejaron seducir y derribaron la estatua de Júpiter, y ambas fueron conducidas al martirio. Después de haber encajado un casco calentado al rojo, Cristóbal fue atado a un árbol ante cuatrocientos arqueros cuyas flechas se debilitaron al llegar al blanco (sine ictu), o invirtieron milagrosamente su trayectoria, contra los verdugos que las dispararan. Una de ellas dio en el ojo del emperador que presidía el suplicio.
   En estas pueriles invenciones se reconoce fácilmente una copia del martirio de San Sebastián y de los santos médicos Cosme y Damián.
CULTO
   Probado desde 450 por una inscripción griega de Asia Menor, en el siglo V el culto de San Cristóbal se difundió en Constantinopla y en Sicilia.
   La popularidad de este Hércules cristiano tiene los mismos fundamentos que el [de] santa Bárbara: se lo creía protector contra una de las desgracias más temidas de la Edad Media, la muerte súbita sin confesión, que se llamaba mala muerte. Según la creencia popular, bastaba con mirar la imagen de San Cristóbal para estar durante todo el día a salvo de ese peligro.
   Esta superstición está probada por muchos refranes en latín y en francés:
          Christophorum videas 
          Postea tutus eas.
   Y, además:
          Christophori sancti speciem quicumque tuetur 
          Ista nempe die non morte mala morietur.
          Cristofori faciem die quacumque tueris.
          Ila nempe die morte mala non morieris. 
          Vigilate quia nescitis diem neque horam.
   Y para aquellos que no comprendían el latín: Regarde Saint Christophe, puis va-t-en rassuré. (Observa  a San Cristóbal, luego vete seguro.)
   Esta recomendación tenía forma de dístico mnemotécnico:
          Quand du grand Saint Christophe on a vu le portrait, 
          De la mort, ce jour là, on ne craint plus le trait.
          (Si del gran San Cristobal hemos visto el retrato 
          Ese día  la muerte no ha de darnos mal rato.)
   O bien:
          Glorieux Saint Christohpe, au matin te voyant, 
          Sans crainte d 'aucun mal, on se couche en riant. 
          (Glorioso San Cristóbal viéndote a la mañana
          Sin mal, riendo, a la noche nos vamos a la cama.)
   Ello explica el prodigioso número de imágenes gigantescas de San Cristóbal, pintadas o esculpidas, puestas en las fachadas y entradas de las iglesias, o, como en Berna, sobre las puertas de las ciudades. Era necesario que estuviesen a la vista tanto como fuese posible, y que en consecuencia, fueran de grandes dimensiones para que los fieles no perdieran tiempo buscándola en una capilla oscura. Esas imágenes preventivas o apotropaicas, resultarían innumerables si no hubiesen sido sistemáticamente destruidas después de la Reforma y del concilio de Trento.
Nave lateral, o de la Virgen, de la Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir.
   En Saint Junien, Limousin, hay un fresco románico que representa al santo en el brazo norte del transepto, a la entrada de la escalera que conduce a la Linterna de los muertos.
   Como San Cristóbal protegía de la muerte súbita, se lo invocaba también contra la peste. Se contaba entre los santos antipestosos, junto a San Sebastián, San Antonio y San Roque.
   Por eso en Alemania cuenta en la cohorte de los Catorce Intercesores.
   Se recurría a él contra el mal de ojo, porque una de las flechas disparadas en su contra se volvió contra el ojo del rey que lo condenara a muerte.
   También curaba las enfermedades más benignas: dolor de muelas y el panadizo.
   Hacía encontrar tesoros ocultos a quienes lo invocaban.
   Numerosas corporaciones o profesiones vindicaban su patronazgo por diversos motivos.
   1. Todos los oficios que exponían a quienes los practicaban al riesgo de la muerte súbita: en la Edad Media, los arcabuceros, en la actualidad los montañeros, automovilistas y aviadores.
   2. A causa de su gigantesca talla y de su fuerza hercúlea, Cristóbal es el patrón de los atletas, de los mozos de cuerda (facchini), de los cargadores de mercado, de los cargadores de trigo.
   3. Y por su oficio, es patrón de los pasadores, y también de los viajeros y de los peregrinos que en la Edad Media, a falta de puentes, solían vadear los ríos.
   4. En conmemoración del tronco de árbol vivo sobre el que se apoyó, es patrón de los jardineros y de los encargados de viveros y se lo invoca para la protección de los árboles frutales.
   Pese a tan numerosos patronazgos. hay pocas iglesias puestas bajo su advocación.
Arco triunfal de acceso al presbiterio, en el que se denota, que anteriormente era ligeramente apuntado.
Interior de la zona de los pies del muro del Evangelio de la Igl. Parroquial San Cristóbal, mártir, donde aún se observa la salida al Coro.
   Su popularidad decayó rápidamente a partir del siglo XV. Erasmo tomó partido en su contra en Enchiridon militis christiani y en su Encomium Moriae (Erasmo se burla de la ingenuidad de los tontos que se creen a cubierto de todo accidente durante la jornada, cuando se han persignado devotamente ante una imagen pintada o tallada de ese Polifemo cristiano. Para los humanistas, la devoción a San Cristóbal pertenece a la categoría de superstitiosus imaginum cultus). Ha sido víctima de la Reforma y de la Contrarreforma al mismo tiempo. El gran San Cristóbal de la puerta de Berna fue disfrazado de Goliat por los protestantes. El clero católico de los siglos XVII y XVIII, que encontraba al buen gigante comprometedor y un poco ridículo, lo hizo desaparecer de las iglesias. El muy reciente patronazgo de los automovilistas, de quienes se ha convertido en la mascota, le ha procurado un renuevo de popularidad. Uno de los principales centros de su culto es Saint Christophe le Jajolais (Sarthe). En el barrio parisino de Javel, donde se encuentra la fábrica de automóviles Citroën, hay una iglesia puesta bajo su advocación .
ICONOGRAFÍA
   A pesar de todo, la iconografía de San Cristóbal sigue siendo muy rica. Es mucho más tardía que su culto, y comienza en el siglo X.
   Su tipo iconográfico no es fijo y uniforme como el de la mayoría de los santos, y comporta tres variantes:
1. El tipo barbudo
   Igual que Cristo, Cristóbal está representado ya barbudo, ya imberbe. El tipo barbudo es el más frecuente.
2. El tipo imberbe
   No obstante a veces el santo está rejuvenecido y aparece con los rasgos de un joven imberbe. Pueden citarse ejemplos tanto en el arte italiano (Cesare da Sesto, Bueno da Ferrara) como en el germánico (retablo de Käfermakt).
3. El tipo cinocéfalo
   Un tipo más infrecuente en Occidente es San Cristóbal con cabeza de perro, cuya nariz se alarga en hocico, y tiene orejas puntiagudas y lengua colgante. Se han propuesto numerosas explicaciones para esta singularidad. Los comparatistas sostuvieron que esa cabeza de perro se había copiado de las representaciones del dios egipcio Anubis. San Cristóbal sería Anubis cristianizado.
   Según otra hipótesis, el origen de ese tema debe buscarse en las leyendas asiáticas popularizadas por el Fisiólogo y los Bestiarios, acerca de una raza fabulosa de cinocéfalos que se situaba en los confines del mundo habitado. En las Pentecostés armenias, un personaje con cabeza de perro simboliza a los pueblos que acuden desde los confines del mundo para oír la palabra del Evangelio. En el tímpano de Vézelay se encuentra un eco de esta tradición. La tercera explicación es que en los martirologios antiguos, san Cristóbal se consideraba salido de una familia cananea (genere cananeo), que los copistas transformaron por el cambio de «a» en «i», en canineo (genere canineo). No hacía falta más para difundir la creencia en un gigante con cabeza de perro. No obstante, esta hipótesis sostenida por Künstle choca contra una objeción que al menos debió discutir, y es que casi todas las representaciones de San Cristóbal cinocéfalo pertenecen al arte cristiano de Oriente, es decir, al mundo griego, y que la confusión entre cananeo y canineo sólo pudo producirse en Occidente, donde la lengua litúrgica era el latín. 
   Debe observarse que la cananea que ruega a Cristo la curación de su hija, también tiene un perro como atributo o armas parlantes.
   Por último, los evangelistas, quienes suelen ser representados en los manuscritos con las cabezas de los animales que son sus símbolos -águila, león, buey- han podido servir de modelos.
   En el arte oriental, el cinocéfalo suele estar representado con coraza y lanza empuñada. En Occidente, lo que ante todo lo caracteriza, además de su estatura de gigante, es la actitud de Cristóforo: lleva al Niño Jesús sentado o a horcajadas de sus hombros robustos. Aquí se ha sospechado la adaptación cristiana de un tema pagano: Atlas sosteniendo el mundo, o más posiblemente, Heracles llevando al niño Eros. Para los antiguos, la famosa estatua de Lisipo, popularizada por las gemas talladas y camafeos, evocaba la idea de la sumisión al Amor de los hombres más fuertes: Omnia vincit Amor. Los cristianos se habrían apropiado el tema limitándose a cambiar su significado, reemplazando al niño Eros por el Niño Jesús, y la maza de Hércules por un árbol que verdece.
   Ese bastón foliado es el atributo usual de san Cristóbal.
4. Evolución del tipo
   El tipo de San Cristóbal no ha permanecido inmutable.
   En las realizaciones más antiguas, el Porta Cristo está representado inmóvil, en posición frontal. El Cristo a quien sirve de soporte no es un niño sino un adulto, barbudo, en Majestad.
   A partir del siglo XIV, por el contrario, el hieratismo primitivo cedió cada vez más al gusto por lo pictórico. El santo está representado en marcha, avanzando penosamente en el agua del río que le llega a la mitad de las piernas, y curvado bajo la carga. Está vestido como un simple pasador, con las piernas desnudas y un turbante o cinta en la cabeza. En cuanto a Cristo, ya no es más un hombre, sino un niño pequeño vestido con una camiseta o completamente desnudo, ya sentado sobre el hombro del gigante, ya a horcajadas sobre su nuca.
   El bastón donde se apoya  el gigantesco mozo de cuerda se convierte en el tronco de un árbol sin ramas, la mayoría de las veces, una palmera, tal vez en alusión a la palma del martirio.
   El lecho del torrente está poblado de peces o sirenas, aunque esas encantadoras, antes marítimas que fluviales, no suelan remontar los cursos de los ríos en compañía de los salmones, sábalos y lampreas.
Escenas
Los tres vasallajes de San Cristóbal
San Cristóbal con el Niño Jesús en los hombros
   A diferencia de otros santos pasadores, por ejemplo San Julián, Cristóbal lleva los viajeros de una orilla a otra, sin emplear barcaza ni barca .
   El tema del Christusträger, creado a mediados del siglo XII, comporta numerosas variantes.
   En la xilografía en camafeo de Lucas Cranach (1506), el gigante cruza el río, reducido al ancho de un hilo de agua, de un paso. Esta imagen ingenua es frecuente en el arte popular.
   Una xilografía de Albrecht Altdorfer (1521), representa a san Cristóbal sentado al pie de un árbol, a orillas del río, interpelado por un niño que le pide que lo haga pasar y se dispone a trepar a su espalda.
   Pero casi siempre el gigante se yergue de pie en medio del río, con el Niño Jesús pesándole sobre los hombros. Pero se mantiene erguido a pesar de la carga sobrehumana.
   Más tarde, los artistas se esforzaron para volver visible el peso sobrenatural del Niño Jesús, representando a Cristóbal agobiado, con la espalda inclinada, como el Atlas antiguo, apoyándose con todas sus fuerzas sobre el tronco de un árbol que se dobla o quiebra. Tiene las venas hinchadas por el esfuerzo que lo agota. A veces se apoya con las dos manos sobre el árbol vivo que le sirve de bastón.
   En un dibujo de Altdorfer, el gigante llega a perder el equilibrio y cae de espaldas al río antes de alcanzar la orilla.
   Observemos, a título de curiosidades, una xilografía (Schrotblatt) señalada en el Manual de Schreiber, donde San Cristóbal pasa el vado a caballo, y una vidriera inglesa del siglo XV donde el Niño Jesús bautiza a su portador echando agua sobre su cabeza con un cántaro.
   En un fresco románico de la catedral de Bonn, Jesús, a quien San Cristóbal lleva sobre los hombros, tiene la estatura de un niño pero el rostro de un adulto barbudo.
Una última vista de la Iglesia Parroquial San Cristóbal, mártir, dominando el caserío urbano de Burguillos.
   El tronco del árbol que sirve de apoyo al gigante está ya podado, ya con ramas y hojas. En el lecho del río nadan peces, cisnes, y hasta delfines y náyades. Sobre la orilla opuesta, junto a una capilla, siempre se ve a un ermitaño que tiene una antorcha o una linterna encendida para iluminar al pasador. Es el medio habitual que emplean los artistas primitivos para indicar que la escena ocurre durante la noche.
El martirio de San Cristóbal
   Esta serie de escenas triviales fueron tratadas con mucha menos frecuencia que el Paso del vado. El tema de las flechas que invierten su vuelo y revientan el ojo del juez o del verdugo, está copiada de las leyendas de los santos Cosme y Damián; la del cadáver arrastrado por las calles de la ciudad, de las leyendas de San Jorge y de san Marcos.
El cadáver de San Cristóbal arrastrado por las calles (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).

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