Mostramos en Historia de Burguillos una pequeña reseña del paraje Majadillas, lugar que toma su nombre, sin duda, de las Majadas, lugar donde se recoge de noche el ganado y se albergan los pastores.
Cada lunes una nueva entrada con una noticia sobre Historia, Arte, Geografía, Bibliografía, Patrimonio, Fotografía, Hemeroteca, ... de nuestro pueblo: BURGUILLOS
Historia, Patrimonio, Arte, Bibliografía, Hemeroteca, ... sobre nuestro pueblo: BURGUILLOS
lunes, 27 de enero de 2025
Geografía: El paraje "Majadillas" en Burguillos
lunes, 20 de enero de 2025
Callejero de Burguillos: El Paseo San Sebastián
Mostramos en Historia de Burguillos una reseña e imágenes del paseo San Sebastián, aprovechando que hoy, 20 de enero, es la Memoria de San Sebastián, mártir, oriundo de Milán, que, como narra San Ambrosio, se dirigió a Roma en tiempo de crueles persecuciones, y sufrió allí el martirio. En la ciudad a la que había llegado como huésped obtuvo el definitivo domicilio de la eterna inmortalidad, y fue enterrado en este día en las catacumbas de Roma (s. IV inc.) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y qué mejor día que hoy, para analizar el paseo San Sebastián, de Burguillos, dando un paseo por él.
El Paseo es un espacio público con predominio de la linealidad que invita a la confusión, al menos actualmente, cuando muchos de ellos han perdido la funcionalidad que les dio nombre. El origen de esta denominación genérica se encuentra en su función como espacio de relación y esparcimiento. Tal sería el caso del Paseo San Sebastián.
La vía, en este caso, un paseo, está dedicada a San Sebastián, titular de la Ermita existente en las proximidades (hoy desaparecida), y que hoy se halla depositado en la Iglesia parroquial, y del que existe una entrada en este blog, cuyo enlace es el siguiente: Imagen de San Sebastián.
El paseo San Sebastián es, históricamente, una vía antigua, puesto que formaba parte del camino que surgía de la propia población y que se dirigía a la Ermita de San Sebastián (hoy lamentablemente desaparecida y de la que nos queda la interesantísima imagen escultórica del titular del templo, depositada en la iglesia parroquial de San Cristóbal) que se situaba en las inmediaciones, aunque no es hasta recientemente, cuando se la rotula con su actual denominación, y se coloca una Cruz pétrea que nos recuerda la Ermita que hubo en el lugar y la Cruz que le da nombre a la vía principal (avenida Cruz de la Ermita) del barrio.
LEYENDA
Nacido en las Galias, en la localidad de Narbona, y según san Ambrosio, criado en Milán, era centurión de la primera cohorte en los tiempos del emperador Diocleciano.
Denunciado porque exhortó a sus jóvenes amigos Marcos y Marcelino a permanecer firmes en su fe, por orden de Diocleciano fue atado a un poste en el centro del Campo de Marte, y sirvió de diana viva a los arqueros que lo asaetearon «hasta el punto de parecerse a un erizo (ut quasi heridus videretur)». «El cuerpo del bendito mártir estaba lleno de saetas, como un erizo.»
Pero al contrario de lo que asegura un error muy difundido no murió por ello, se salvó, igual que san Juan del baño en el aceite hirviente.
La viuda Irene, que quería levantar su cuerpo para darle sepultura, advirtió que aún respiraba, vendó sus heridas y le salvó la vida.
Después de su curación reapareció ante Diocleciano para reprocharle su crueldad contra los cristianos. Entonces fue flagelado, se le dio muerte a palos en el circo y su cadáver fue arrojado a la cloaca Máxima.
Por lo tanto hay que diferenciar dos martirios de san Sebastián: el primero, el más popular, del cual escapa, y el último, menos noble y pictórico, que los artistas han preferido ignorar.
San Sebastián se aparece a santa Lucila mientras ésta duerme, para revelarle el sitio donde se encuentran sus restos, y le pide que le dé sepultura en las catacumbas, junto a los restos de los apóstoles (vestigia Apostolorum).
CULTO
San Sebastián estaba considerado, después de san Pedro y san Pablo, como el tercer patrón de Roma. Su cabeza, o más bien un fragmento de su cráneo, se conservaba desde el siglo IX en la iglesia de los Cuatro Santos Coronados sobre el Caelius, en un copón de plata cincelada que heredó el museo cristiano de la Biblioteca Vaticana.
Sus reliquias fueron transportadas a la basílica de San Sebastián extramuros. En Francia se pretendía que sus reliquias estaban en posesión de la abadía de Saint Medard de Soissons, cuyo abad era gran maestre de la noble arquería y de los caballeros de san Sebastián. En el siglo XVI, durante las Guerras de Religión, fue víctima de la hagiofobia de los hugonotes.
Las flechas, que habían sido el instrumento del suplicio y se convirtieron en su atributo, le valieron el patronazgo de numerosas corporaciones: arqueros y ballesteros; el de los tapiceros, porque las flechas que lo erizaban parecían gruesas agujas de tapicería; de los vendedores de hierro, porque las puntas de flecha eran de hierro.
Pero su inmensa popularidad en la Edad Media deriva, esencialmente, del poder antipestoso que se le atribuía, en una época en que las epidemias de peste diezmaban a la humanidad. San Sebastián era el primero de los santos antipestosos (Pestheiligen), el «depulsor pestilitatis», y fue a ese título que se lo introdujo en Alemania en el grupo de los Catorce Intercesores.
Tal como ocurriera con san Francisco de Asís, sus devotos llegaron a asimilarlo a Jesucristo. El árbol al que lo ataran se comparaba con la cruz de Jesús, y sus cinco heridas con las llagas de Cristo.
¿Por qué fue elegido como patrón contra la peste? Se han intentado dos explicaciones. La primera es que, según una antigua creencia, el pueblo se representaba la peste como una lluvia de flechas lanzadas por un dios irritado. En La Ilíada, es el arquero divino Apolo quien dispara las saetas de la plaga. Los judíos también estaban persuadidos de ello. En el Salmo 7: 13- 14, puede leerse que Yavé «tiende su arco y apunta. / Apareja los instrumentos de muerte, / hace encendidas sus saetas». Job, cubierto de úlceras, cree que «las flechas del Todopoderoso» lo han atravesado.
A decir verdad, san Sebastián no lanza flechas, al contrario, sirve de blanco a éstas. No cabe duda, pero según la leyenda, habría sido atravesado por multitud de flechas sin morir por ello. Sus devotos llegaron a la conclusión de que él podría inmunizarlos también a ellos contra las saetas de la peste. Otra objeción, más difícil de rebatir y que se presenta inmediatamente al espíritu, es que los otros santos antipestosos: san Antonio, san Adrián y san Roque, nunca tuvieron flechas como atributo.
Además, esta explicación, demasiado sutil, fue cuestionada por el Padre Delehaye. El erudito bolandista atribuye el patronazgo de san Sebastián al éxito de su intervención, mencionada por Pablo diácono, durante la peste que devastó Roma en el año 680. En cualquier caso, fue a partir de entonces que san Sebastián fue considerado patrón de los apestados. Las Actas Sanct Sebastíaní (Hechos de san Sebastián) no dicen nada acerca de su «patrocinium contra pestem». En 590 fue al arcángel san Miguel a quien invocó el papa Gregorio Magno para que cesara una epidemia de peste en Roma. Por lo tanto parece probado que la función antipestosa de san Sebastián procede de finales del siglo VII.
Desde entonces toda la cristiandad, siguiendo el ejemplo de Roma, lo invoca confiadamente contra «las flechas de Dios».
Las flechas de san Sebastián servían como amuletos, y con ellas se tocaban los alimentos. Su nombre se consideraba protector contra la peste.
El culto de san Sebastián perdió vigor a medida que las epidemias de peste fueron desapareciendo. Passato il perico / o, dimenticato il santo. Además, sufrió la competencia de otros santos especializados en el mismo servicio: san Roque de Montpellier y luego, en el siglo XVII, el milanés san Carlos Borromeo, patrocinado por los jesuitas. Ambos tenían sobre san Sebastián la ventaja de haber curado apestados de verdad, e incluso, en el caso de san Roque, haber enfermado de peste mientras asistían a los enfermos.
De ahí que después de haber sido extremadamente popular, san Sebastián, víctima de los progresos de la higiene y de la competencia de patrones más calificados, en la actualidad haya pasado de moda.
Sólo le queda el patronazgo, comprometedor e inconfesable de los sodomitas u homosexuales, seducidos por su desnudez de efebo apolíneo, glorificada por Sodoma.
ICONOGRAFÍA
Su Iconografía es extremadamente rica por tres razones. Durante toda la Edad Media, el miedo a la peste y la devoción de las cofradías de arqueros multiplicaron sus imágenes. El Renacimiento lo adoptó porque su martirio era un cómodo pretexto para glorificar la belleza del cuerpo desnudo.
Según que predominara uno u otro designio, se lo ha representado de muy diferente manera: ya viejo y barbudo, ya con los rasgos de un efebo imberbe, a veces vestido, y otras desnudo.
El tipo anciano y barbudo prevaleció hasta el siglo XV, y está justificado por la leyenda que hizo de san Sebastián un capitán de la guardia del emperador.
Con ese aspecto se lo representó en el mosaico de la iglesia de San Pietro in Vincoli, que sin duda se encargó como exvoto después de la peste de 680, al igual que en los frescos romanos de la iglesia de San Saba (hacia 700) y de la iglesia de Santa Maria Pallara, sobre el Palatino (siglo XI).
Ese tipo vuelve a encontrarse en el siglo XIII, en el ábside de la iglesia de San Giorgio in Velabro, en el siglo XV en un retablo de Marçal de Sà, en la Puebla de Vallbona, cerca de Valencia, y sobrevivió todavía en el siglo XVI (P. Veronés) e incluso en el siglo XVII (Pacheco).
No obstante, a partir de finales del siglo XV, se impuso el tipo juvenil. La misma evolución se observa, paralelamente, en la indumentaria.
En sus orígenes, san Sebastián siempre aparecía vestido a la manera antigua, según la moda de su época.
Ese tipo se implantó en la escuela española que casi siempre representa a san Sebastián vestido, por escrúpulo de decencia. Pero en vez de atribuirle un traje militar o un aarmadura -lo cual, tratándose de un centurión romano, sería lo más lógico- los pintores españoles lo disfrazaron de doncel equipado para la caza, con un arco y flechas en la mano.
El Renacimiento italiano rompe con esta tradición y difunde el tipo pagano del Apolo desnudo (Sodoma). El arte de los países del Norte se adhirió tímidamente a esa línea. El san Sebastián de Memling es sólo un semidesnudo, hasta la cintura, que todavía conserva las calzas. Pero el paganismo italiano acabó por triunfar, incluso contra el pudor español, al menos en Cataluña y en Valencia, en donde pueden citarse numerosos ejemplos de san Sebastián desnudo (Marçal de Sà, Juan Reixach, Pedro Orrente).
El santo está casi siempre de pie, atado a un árbol, a un poste o a una columna, a causa de una contaminación con Cristo atado a la columna, o La flagelación de Cristo. No obstante, en un cuadro de Honthorst, que se conserva en la National Gallery de Londres, está sentado. En la basílica de San Sebastián, en Roma, el escultor Antonio Giorgini, inspirándose en un modelo de Bernini, lo convierte en un yacente.
A partir del siglo XV, el atributo casi constante de san Sebastián es una gavilla de flechas. Se citan sólo uno o dos ejemplos de omisión de tal emblema: una estatua de Rossellino, en Empoli, y un cuadro de la escuela de Guido Reni, en la iglesia de Meudon. Pero lo que debe subrayarse es que, a diferencia de los otros santos, casi nunca tiene los instrumentos de su martirio en la mano, al menos cuando está desnudo. Por una excepción infrecuente en la iconografía cristiana, que se explica por su carácter de intercesor contra la peste, que pretendía traducirse visualmente de una manera impresionante, está representado en el momento del suplicio, atado y atravesado por las flechas.
Las flechas que lo traspasan suelen ser tres, pero a veces está erizado como un acerico, con los dardos ya repartidos en todo el cuerpo, ya agrupados en el pecho. Excepcionalmente, sostiene un arco.
La escuela de escultura champañesa del siglo XVI le hace llevar el gran collar de la orden de san Miguel, insignia de la cofradía de los arqueros. Recordemos que el arcángel san Miguel también era invocado contra la peste.
A causa de una contaminación con el tema de la Virgen de Misericordia y de santa Úrsula, en un fresco de Benozzo Gozzoli que se conserva en San Gimignano, se lo ve proteger con su manto a los fieles de las flechas de la peste.
Con frecuencia aparece asociado en los exvotos con otros santos antipestosos: san Antonio, en el retablo de los Antonitas de Issenheim (Museo de Colmar), con san Roque, en un cuadro de Correggio (1525, Galería Dresde) y en el retablo de Hans Schaufelein, que se encuentra en la iglesia de Ober Sankt Veit (Viena).
Suele formar pareja con el papa san Fabián, cuya fiesta se celebraba el mismo día (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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San Sebastián
Ubicación:
41220 Burguillos, Sevilla, España
lunes, 13 de enero de 2025
Hemeroteca: La mención a Burguillos en el "Anuario Militar de España", editado por el Ministerio del Ejército, de 1908
Mostramos en "Historia de Burguillos" los datos recogidos en el "Anuario Militar de España", editado en 1908 por el Ministerio de la Guerra (así denominado por entonces), y que se encuentra en la Biblioteca Nacional de España.
Se considera continuación de Estado militar de España, que había estado publicándose desde 1768 a 1863, con algunas variaciones en el título (entre 1821-1823 y 1840-1860), que también forma parte de la colección de la Biblioteca Nacional de España. Por su parte, este Anuario militar de España estará apareciendo entre 1891 y 1936, y a partir de 1958 comenzará a hacerlo el Anuario estadístico militar. Estas tres publicaciones forman parte de las fuentes de información básicas sobre los efectivos de las fuerzas armadas españolas a lo largo de su historia, considerándose a la Administración Militar como una de las primeras grandes burocracias en desarrollarse y en establecer numerosos sistemas internos de información estadística, según los editores de Estadísticas históricas de España: siglos XIX-XX (2005).
En este caso, el Anuario militar de España empezará a ser editado para el año 1891 por el denominado entonces Depósito de Guerra, en cuya imprenta y litografía se estampará, de acuerdo a una real orden de seis de septiembre de 1890, y con arreglo a los datos facilitados por las Inspecciones generales y demás dependencias militares. Sus entregas anuales formarán tomos entre el medio millar y el millar de páginas, compuestas a una columna, y sin ilustración alguna, aunque en las dos primeras décadas del siglo veinte, serán incluidas sendas láminas con las fotografías de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, de Kaulak, Calvache o Walqem, fotógrafos oficiales de la Casa Real.
Cada tomo cuenta, en sus últimas páginas, con el correspondiente índice general, a través de cual se pueden observar las estructuras básicas del ejército español a lo largo de estos años. Comienza dando cuenta de los integrantes de la Familia Real, para seguir con los de la Administración Central (Ministerio de Guerra); de las Academias, escuelas y colegios militares y su correspondiente instrucción; de la división militar en distritos y provincias (incluidas Ceuta, Cuba, Puerto Rico y Filipinas), con indicación de su personal y tropas; del reclutamiento y movilización de ejército; de los escalafones de los generales, jefes, oficiales y asimilados, clasificados en sus armas y cuerpos; y de los escalafones del personal tanto del ejército activo como de reserva. También incluye un índice onomástico, al final.
Cada año, el Ministerio de la Guerra dictará la correspondiente orden para la publicación del anuario. Y en sus tomos anuales seguirá insertando las nomenclaturas de las estructuras militares españolas, incluyendo las correspondientes tanto al ejército de la península como a las islas adyacentes y posesiones de África, así como de los cuerpos de la Guardia Civil y de Carabineros, o de los miqueletes de Guipúzcoa y Vizcaya o de los somatenes de Cataluña, las escuadras de Barcelona o de los Guardias Alabarderos.
También incluirá la información correspondiente a la industria militar e incorporará a los efectivos aeronáuticos. En sus últimos años, los datos procederán tanto de los publicados por el Diario oficial como por los facilitados por el propio Ministerio de la Guerra y las correspondientes dependencias militares. A partir del anuario de 1932, comenzarán los tomos con los datos del personal del Cuarto Militar del presidente de la República. También dará cuenta de una cronología de los ministros de la Guerra, así como de la reorganización del ejército con arreglo al decreto del 25 de mayo de 1931 o del personal condecorado con grandes cruces, entre otras informaciones.
Durante la República será redactado en su parte orgánica por la Sección de Organización y Movilización del Estado Mayor Central (órgano este encargado de su edición), y por la Sección de Personal del Ministerio de la Guerra.
El ejemplar de 1891 procede de donativo (Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España).
Pues bien, en su página 132, y exactamente igual al del año anterior de 1907, encontramos en un gráfico la referencia dedicada a nuestro pueblo, dentro del capítulo VI dedicado al Reclutamiento y movilización del Ejército, que pasamos a transcribir literalmente:
Región: II
ZONAS
Número de Orden: 10
CAPITALES: Sevilla
CIRCUNSCRIPCIONES:
Número de Orden: 18
Residencia de las Cajas de Recluta y P.M. de los batallones de segunda reserva: Sevilla
TERRITORIO QUE COMPRENDEN
Partidos Judiciales: San Vicente (Sevilla)
Ayuntamientos y distritos municipales: La Algaba, Almensilla, Brenes, BURGUILLOS, El Garrobo, Gelves, Guillena, Santiponce.
Se considera continuación de Estado militar de España, que había estado publicándose desde 1768 a 1863, con algunas variaciones en el título (entre 1821-1823 y 1840-1860), que también forma parte de la colección de la Biblioteca Nacional de España. Por su parte, este Anuario militar de España estará apareciendo entre 1891 y 1936, y a partir de 1958 comenzará a hacerlo el Anuario estadístico militar. Estas tres publicaciones forman parte de las fuentes de información básicas sobre los efectivos de las fuerzas armadas españolas a lo largo de su historia, considerándose a la Administración Militar como una de las primeras grandes burocracias en desarrollarse y en establecer numerosos sistemas internos de información estadística, según los editores de Estadísticas históricas de España: siglos XIX-XX (2005).
En este caso, el Anuario militar de España empezará a ser editado para el año 1891 por el denominado entonces Depósito de Guerra, en cuya imprenta y litografía se estampará, de acuerdo a una real orden de seis de septiembre de 1890, y con arreglo a los datos facilitados por las Inspecciones generales y demás dependencias militares. Sus entregas anuales formarán tomos entre el medio millar y el millar de páginas, compuestas a una columna, y sin ilustración alguna, aunque en las dos primeras décadas del siglo veinte, serán incluidas sendas láminas con las fotografías de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, de Kaulak, Calvache o Walqem, fotógrafos oficiales de la Casa Real.
Cada tomo cuenta, en sus últimas páginas, con el correspondiente índice general, a través de cual se pueden observar las estructuras básicas del ejército español a lo largo de estos años. Comienza dando cuenta de los integrantes de la Familia Real, para seguir con los de la Administración Central (Ministerio de Guerra); de las Academias, escuelas y colegios militares y su correspondiente instrucción; de la división militar en distritos y provincias (incluidas Ceuta, Cuba, Puerto Rico y Filipinas), con indicación de su personal y tropas; del reclutamiento y movilización de ejército; de los escalafones de los generales, jefes, oficiales y asimilados, clasificados en sus armas y cuerpos; y de los escalafones del personal tanto del ejército activo como de reserva. También incluye un índice onomástico, al final.
Cada año, el Ministerio de la Guerra dictará la correspondiente orden para la publicación del anuario. Y en sus tomos anuales seguirá insertando las nomenclaturas de las estructuras militares españolas, incluyendo las correspondientes tanto al ejército de la península como a las islas adyacentes y posesiones de África, así como de los cuerpos de la Guardia Civil y de Carabineros, o de los miqueletes de Guipúzcoa y Vizcaya o de los somatenes de Cataluña, las escuadras de Barcelona o de los Guardias Alabarderos.
También incluirá la información correspondiente a la industria militar e incorporará a los efectivos aeronáuticos. En sus últimos años, los datos procederán tanto de los publicados por el Diario oficial como por los facilitados por el propio Ministerio de la Guerra y las correspondientes dependencias militares. A partir del anuario de 1932, comenzarán los tomos con los datos del personal del Cuarto Militar del presidente de la República. También dará cuenta de una cronología de los ministros de la Guerra, así como de la reorganización del ejército con arreglo al decreto del 25 de mayo de 1931 o del personal condecorado con grandes cruces, entre otras informaciones.
Durante la República será redactado en su parte orgánica por la Sección de Organización y Movilización del Estado Mayor Central (órgano este encargado de su edición), y por la Sección de Personal del Ministerio de la Guerra.
El ejemplar de 1891 procede de donativo (Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España).
Pues bien, en su página 132, y exactamente igual al del año anterior de 1907, encontramos en un gráfico la referencia dedicada a nuestro pueblo, dentro del capítulo VI dedicado al Reclutamiento y movilización del Ejército, que pasamos a transcribir literalmente:
ZONAS
Número de Orden: 10
CAPITALES: Sevilla
CIRCUNSCRIPCIONES:
Número de Orden: 18
Residencia de las Cajas de Recluta y P.M. de los batallones de segunda reserva: Sevilla
TERRITORIO QUE COMPRENDEN
Partidos Judiciales: San Vicente (Sevilla)
Ayuntamientos y distritos municipales: La Algaba, Almensilla, Brenes, BURGUILLOS, El Garrobo, Gelves, Guillena, Santiponce.
Aunque parezca un simple dato, siempre es enriquecedor conocer datos más que interesantes sobre la historia de nuestro pueblo.
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lunes, 6 de enero de 2025
La Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús de Nuestra Señora del Rosario
Mostramos en Historia de Burguillos imágenes (de la propia Parroquia de Burguillos) y una pequeña reseña de la Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús de Nuestra Señora del Rosario, en el presbiterio de la iglesia parroquial de San Cristóbal mártir de nuestro pueblo, aprovechando que hoy es 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor, en la que se recuerdan tres manifestaciones del Gran Dios y Señor nuestro Jesucristo: en Belén, Jesús niño, al ser adorado por los magos; en el Jordán, bautizado por Juan, al ser ungido por el Espíritu Santo y llamado Hijo por Dios Padre; y en Caná de Galilea, donde manifestó su gloria transformando el agua en vino en unas bodas [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Como es tradicional en Burguillos, desde la Nochebuena quedó entronizado en el centro del presbiterio de la Parroquia el Niño Jesús de la Virgen del Rosario al objeto de ser venerado en las solemnidades litúrgicas del tiempo de Navidad, concretamente en la Misa del Gallo, la festividad de Santa María, Madre de Dios, y la Epifanía del Señor. Esta tradición está constatada en el Libro de la Hermandad que abarca los siglos XVII y XVIII, en el que aparece en varios de sus inventarios un "Cojín" para el Niño Jesús, lo que demuestra que dicha Adoración, es una tradición secular en la Hermandad de la Virgen del Rosario.
Afortunadamente a esta tradición, desde hace unos años se ha añadido esta Adoración por parte de los Reyes Magos en los instantes previos a la Cabalgata de Reyes Magos, lo que sin duda le da una mayor solemnidad y sentido a la propia Cabalgata.
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Epifanía del Señor;
Junto a Natividades de carácter íntimo, en las cuales el tema principal es la muda adoración del Niño Jesús por su madre, el arte cristiano ha imaginado desde muy temprano Natividades espectaculares, con un gran lujo de puesta en escena y multitud de extras.
Los sucesivos homenajes de los Pastores y de los Reyes Magos de Oriente al Niño Jesús aparecen tanto representados aparte como asociados a la escena de la Natividad de la cual son el complemento.
Se llama Epifanía (del griego epiphaneia) a esta primera teofanía o manifestación a los hombres de Dios encarnado: las otras dos son el Bautismo de Cristo, en la que una voz procedente del cielo lo proclama públicamente Hijo de Dios y el milagro de Las Bodas de Caná, donde por primera vez manifiesta ante los apóstoles su poder sobrenatural.
Junto a Natividades de carácter íntimo, en las cuales el tema principal es la muda adoración del Niño Jesús por su madre, el arte cristiano ha imaginado desde muy temprano Natividades espectaculares, con un gran lujo de puesta en escena y multitud de extras.
Los sucesivos homenajes de los Pastores y de los Reyes Magos de Oriente al Niño Jesús aparecen tanto representados aparte como asociados a la escena de la Natividad de la cual son el complemento.
Se llama Epifanía (del griego epiphaneia) a esta primera teofanía o manifestación a los hombres de Dios encarnado: las otras dos son el Bautismo de Cristo, en la que una voz procedente del cielo lo proclama públicamente Hijo de Dios y el milagro de Las Bodas de Caná, donde por primera vez manifiesta ante los apóstoles su poder sobrenatural.
A) La adoración de los pastores
B) La adoración de los Reyes Magos
l. Historia y culto de los Reyes Magos
La Adoración de los Reyes Magos sólo se menciona en el primero de los cuatro Evangelios canónicos, el de Mateo (2: 1-12).
Los magos de Oriente llegan a Jerusalén buscando al rey de los judíos cuyo nacimiento les ha sido revelado por una estrella. El rey Herodes el Grande, que gobernaba en Palestina, los convoca en su palacio, los interroga y les hace prometer que regresarán cuando hayan encontrado al Niño, para que también él vaya a adorarlo.
«Advertidos en sueños de no volver a Herodes, se tornaron a su tierra por otro camino.»
Lucas (2: 8-20), se limita a hablar de la Anunciación a los pastores y de su peregrinación a Belén, pero no dice ni una palabra de los Magos que Marcos y Juan ignoran igualmente.
Para remediar dicho silencio, los Evangelios apócrifos acuden en auxilio.
La escena de la Adoración de los Reyes Magos se desarrolla y adorna en el Protoevangelio de Santiago (cap.XXI), en el Evangelio del Pseudo Mateo (cap. XVI) y en el Evangelio árabe de la Infancia (cap.VII).
La realidad de este acontecimiento es menos que sospechosa. El historiador judío Flavio Josefo no hace la menor alusión a él. El único evangelista que lo consigna en su relato no suministra los nombres, el número de magos, la fecha ni el destino de su viaje que tanto puede ser Nazaret como Belén.
Esa incertidumbre dio origen a tradiciones contradictorias. Según una de ellas, los Magos habrían llegado inmediatamente después del nacimiento de Jesús. Por el contrario, para los Evangelios apócrifos, su peregrinación habría tenido lugar después de la Circuncisión y Presentación en el templo, cuando Jesús había alcanzado la edad de dos años (transacto secundo anno). El edicto de Herodes ordenando la matanza de los niños menores de dos años se volvería así más inteligible. No obstante, prevaleció la primera opinión según la cual la Adoración de los Reyes Magos sería contemporánea de la Natividad, y por lo tanto habría seguido inmediatamente a la Adoración de los pastores.
En base a datos tan escasos e imprecisos, el ingenio de los comentaristas podía desarrollarse con total libertad.
Al principio, los magos eran simples astrólogos persas que leían el futuro en las estrellas. Su nombre deriva de la palabra persa mogu o maga. El Evangelio de Mateo no los llama «reyes» y los Evangelios apócrifos tampoco. Pero la palabra «mago» adquirió el sentido peyorativo de «brujo» en los primeros tiempos del cristianismo, como lo prueba la historia de Simón Mago, asimilado al Anticristo. Sin duda se quiso destacar la dignidad de los visitantes, tanto más por cuanto la Iglesia estaba interesada en mostrar el homenaje al Niño Jesús de todos los reyes del mundo. Ese testimonio parecía de mayor peso que la ingenua adoración de unos humildes pastores.
Fue Tertuliano el primero en convertir a los Magos en reyes: «nam et Magos reges habuit fere Oriens». En el siglo XI Cesario de Arles adoptó la misma opinión: Illi Magi tres reges dicuntur. A partir de entonces la corona reemplazó al gorro frigio en sus cabezas, incluso cuando se los representaba en la cama.
Mateo no es más explícito acerca del número de los Magos. Se limita a decir «llegaron del oriente unos magos» que luego se pusieron en camino a Belén.
Por ello, podían hacerse las evaluaciones más divergentes. En las pinturas de las catacumbas los Magos son a veces dos, y otras cuatro. En el cementerio de los santos Pedro y Marcelino, la Virgen recibe la visita de dos Magos y lo mismo ocurre en un mosaico de Santa María la Mayor, mientras que en una pintura mural del cementerio de Domitila, se representa a la Virgen flanqueada por cuatro adoradores, dos de cada lado.
Ese número se ha llevado a doce en la Iglesia siria que establece una correspondencia entre los doce Magos, las doce tribus de Israel y los doce apóstoles.
Aunque Mateo no especifica el número de Magos, al menos menciona que ellos habían aportado al Niño Jesús tres clases de regalos: oro, incienso y mirra. Del número de regalos debía deducirse con toda naturalidad el número de donantes.
Por otra parte, las pretendidas reliquias de los Reyes Magos, primero conservadas en San Eustorgio de Milán, y trasladadas luego, en el siglo XI a Colonia, corresponden a tres cuerpos, que se consideraron pruebas de hecho.
Por último, el número tres se prestaba mejor que ningún otro a las especulaciones del simbolismo teológico. Era, como lo recordaron Rabano Mauro y Wilfrido Estrabón, la cifra sagrada de la Trinidad. Además, ese número servía para transformar a los Magos en representantes de las tres Edades de la Virgen, en delegados de las tres partes del mundo que venían a rendir homenaje a Cristo encarnado. Nada de ello dejó de hacerse, y ya veremos que el tipo iconográfico de los Magos ha sido determinado por ese doble simbolismo.
El Pseudo Buenaventura se pregunta si hablaron con la Virgen y José por la intermediación de un intérprete, o si debe admitirse que los tres hablaban la lengua hebrea.
Pero la Iglesia era demasiado conservadora como para autorizar la «puesta al día» de un tema consagrado por una tradición milenaria: la iconografía de la Adoración de los Reyes Magos sólo reconoció tres continentes (partes del mundo), incluso después que Cristóbal Colón descubriera uno nuevo.
La piedad popular quería conocer los nombres de los tres Reyes Magos. Desgraciadamente, el Evangelio de Mateo no decía más acerca de ellos que del número. Fue en el siglo IX, en 845, cuando los nombres Gaspar, Melchor y Baltasar aparecen por primera vez en el Liber Pontificalis de Ravena. En la época del traslado de las reliquias a Colonia fueron retomados en los textos del Pseudo Beda y de Pedro Comestor. Y esos son los nombres que perduraron en la leyenda popular, aunque se observen variaciones en su orden y reparto. El rey negro (fuscus), que representa a África, generalmente se llama Baltasar.
El culto que la Edad Media profesó a los tres Reyes Magos está fundado en sus reliquias, al igual que el de todos los santos.
Se pretendía que después de su peregrinación a Belén, los tres Reyes Magos, que regresaron a Oriente por mar, habían sido enterrados en la ciudad de Saba. Sus huesos, hallados por la emperatriz Helena al mismo tiempo que la madera de la Vera Cruz, habrían sido trasladados a Constantinopla. Pero no se ha dicho una palabra acerca de esta historia antes del siglo XI. En esa época, los clérigos de Milán, deseosos de aumentar el prestigio de su Iglesia, forjaron una leyenda completa. El obispo Eustorgio habría viajado a Constantinopla para hacer aceptar su elección por el emperador Constantino. Al regresar de allí le pidió a éste el favor de transportar consigo los cuerpos de los Reyes Magos. Trasladó el precioso cargamento en un sarcófago de mármol, hasta la iglesia de Milán que lleva su nombre.
Poco después, en 1164, el arzobispo de Colonia Reinaldo de Dassel, gran canciller del emperador Federico Barbarroja, aprovechó el saqueo de Milán para apoderarse de las reliquias que transportó a su diócesis. En honor de esas osamentas depositadas en un magnífico relicario de oro, en el siglo XIII se emprendió la reconstrucción de la célebre catedral renana dedicada a los «tres reyes de Colonia». En las ocasiones solemnes, tres sacerdotes coronados que simbolizaban a los tres Reyes Magos, patrones de la ciudad, sacaban el Santo Sacramento en procesión. Pero los tres Reyes Magos no sólo eran venerados en Milán y en Colonia. La catedral de Embrun, en Francia, también está puesta bajo su advocación, con el nombre de Nuestra Señora de los tres Reyes (Notre Dame des trois Roys). Se los veneraba también en Oriente, donde los granos de mirra ofrecidos por uno de ellos al Niño Jesús se conservaban preciosamente en un relicario del convento de San Pablo, en el monte Athos.
La Iglesia celebra la fiesta de los Reyes Magos el 6 de enero, día que originalmente conmemoraba otra Epifanía: el Bautismo de Cristo en el Jordán.
Un Misterio litúrgico representado por canónigos hacía revivir ante los ojos de la multitud el relato evangélico.
En Occidente, donde la Adoración de los Reyes Magos se celebraba además como uno de los Siete Gozos de la Virgen María, la popularidad del tema también está probada por los numerosos patronazgos.
A causa de la rapidez y del éxito de su viaje a Belén, eran los protectores de los viajeros y de los peregrinos, que los invocaban «para marchar sin cansarse», y que de buena gana hacían escala en la residencia de los tres Reyes. Y cuando llegaba la hora del último viaje, se los invocaba para conseguir la gracia de una buena muerte.
Puesto que ellos habían «caído» a los pies del Niño Jesús para adorarlo, se los invocaba contra la epilepsia. Esta devoción está probada por un Breviario del siglo XIII que se encuentra en la Biblioteca de Vendome.
Jaspar fert aurum, thus Melchior, Baltasar mirram.
Haec quicumque trium secum fert nomina regum
Solvitur a morbo Christi pietate caduco.
Aunque la Iglesia no los haya incluido en el santoral, los nombres de Gaspar, Melchor y Baltasar fueron admitidos como nombres de pila.
En Alemania, las letras apotropaicas G. B. M., iniciales de los nombres de los tres Reyes Magos, se escribían con tiza en las puertas de las casas y en los establos el día de los Reyes Magos, para proteger a personas y animales de los demonios y las brujerías, los incendios y las inundaciones.
Agreguemos que la cofradía parisina de los fabricantes de naipes los había elegido como patrones a causa de los reyes de los juegos de cartas, aunque éstos en realidad sean cuatro.
La popularidad de la leyenda y del culto de los Reyes Magos explica la riqueza de su iconografía.
Antes de analizar los sucesivos episodios agrupados en torno al tema central de la Adoración en el establo de Belén, es conveniente estudiar a los personajes por separado, precisando sus características y atributos.
Tipo iconográfico de los Reyes Magos. Al principio, los tres Reyes Magos tenían el mismo tipo, estaban vestidos de la misma manera, eran uniformes e intercambiables.
A partir del siglo XII, por la influencia del simbolismo que los asoció con las tres Edades de la vida y las tres partes del mundo, se diferenciaron e individualizaron.
En primer lugar por sus edades: Gaspar está representado con los rasgos de un hombre joven e imberbe, Baltasar es un hombre maduro y Melchor un anciano calvo y de larga barba blanca.
En segundo lugar, por sus caracteres étnicos, porque se considera que pertenecen a tres razas diferentes que pueblan las tres Partes del mundo entonces conocidas: Europa, Asia y África.
El asiático no tiene un tipo étnico bien definido: no se parece a un indio ni a un chino de ojos oblicuos. En cambio el africano se reconoce fácilmente por la piel negra, el pelo rizado y los labios gruesos y carnosos.
¿En que momento aparece el Rey Mago negro (der Mohrenkonig) en el arte cristiano?Se ha señalado un ejemplo aislado en un manuscrito del siglo XII que se conserva en la Biblioteca de Berlín. Pero el ejemplo se volvió habitual a finales de la Edad Media. Según E. Male, esta tradición sólo se remontaría al siglo XIV, y el tímpano de Saint Thibaud de Thann (hacia 1355) ofrecería la representación esculpida más antigua. Pero lo que nadie parece haber advertido hasta hoy, es que a finales del siglo XII, en 1181, Nicola de Verdun, en su púlpito esmaltado de Klosterneuburg, habíar epresentado como una negra a la reina de Saba, a la que ofrece como prefiguración de los Reyes Magos ¿Habrá que considerar que ese es el origen del tema?
En cualquier caso parece que se haya vacilado durante mucho tiempo antes de introducir a un negro en la triada de los Reyes Magos. El negro pasaba por ser el color del demonio. En las miniaturas de los Salterios griegos, la pequeña figura de un negro representa al diablo, al Infierno o a la muerte. En el siglo XVI, en un grabado francés de Geoffroy Tory, el artista se atrevió a representar al rey negro desnudo, apenas cubierto con un taparrabo.
Aunque América no figure entre las Partes del mundo que rinden homenaje al Salvador, en la época de los grandes descubrimientos hubo una tímida tentativa de hacerle un lugar al nuevo continente en la Adoración de los Reyes Magos. En un retablo portugués del siglo XVI, que se encuentra en la catedral de Viseu, el rey negro está reemplazado por un cacique indio del Brasil, armado con una jabalina emplumada. Pero la innovación no creó escuela.
Nos quedan por detallar las ropas y atributos de los tres Reyes Magos.
Vestuario de los Reyes Magos.Su manera de vestir ha evolucionado con la moda en el transcurso de los siglos.
En el arte cristiano primitivo se les daba, como al profeta Daniel y a los tres jóvenes hebreos en el horno, el traje persa de los sacerdotes de Mithra, es decir, el gorro frigio y los pantalones llamados anaxyrides. El albornoz habría podido confundirse con la toga romana atribuida a los apóstoles.
Un fresco de Saint Pierre les Églises, en Poitou, que se remonta aproximadamente al siglo X, representa a los Reyes Magos con casco, como los caballeros normandos de los brocados de Bayeux.
Fue más tarde cuando se estableció la costumbre de cubrirlos con traje real, con una larga túnica y una corona sobre la cabeza, que se justificaba por un pasaje de los Salmos (67: 30): «Reges Tharsis munera offerent, Reges Arabum dona adducent.»
De manera excepcional, la mitra episcopal reemplaza a la corona real (báculo del siglo XI).
En el arte del siglo XV, que no tiene ningún escrúpulo para introducir temas religiosos en los retratos de príncipes o de donantes, los Reyes Magos adoptaron en la pintura florentina las modas de la corte de los Médicis y en el norte de Europa, la moda de la corte de Borgoña: jubones, calzas y zapatos de punta retorcida.
Como los príncipes de aquellos tiempos, se hacían acompañar por enanos o bufones de corte.
En el siglo XVII, Rubens, más entusiasmado con el orientalismo, reemplazará las coronas y caperuzas por turbantes de bajá; el Rey Mago negro lleva anillas pendientes en las orejas.
Las Ofrendas de los Reyes Magos
Por último, los Reyes Magos están caracterizados por sus ofrendas: el oro, el incienso y la mirra.
Los teólogos recurrieron a su ingenio para atribuirles un significado simbólico: según ellos, el oro es un homenaje a la realeza de Cristo (Signum regis), el incienso a su divinidad (signum Dei); la mirra, que servía para embalsamar los cadáveres, significa que está destinado a morir para la redención de la humanidad (signum sepulturae). «Aurum regí, thus Deo, myrrha defuncto.»
La interpretación propuesta por san Bernardo, que en el siglo XIV retomó Nicolás de Lira, es mucho más prosaica. El oro estaba destinado a aliviar la pobreza de la Virgen, el incienso a desinfectar el establo, y la mirra, que se consideraba vermífugo, a fortificar al Niño expulsando los parásitos de sus intestinos. «Obtulerunt aurum ad sustentationem paupertatis matris et filii, thus contra foetorem lodet myrrham ad consolidandum membra pueri.»
La forma de los recipientes que contienen las ofrendas ha cambiado mucho. Al principio, los Reyes Magos presentaban sus simbólicos regalos sobre simples bandejas. Luego éstas fueron sustituidas por diversos recipientes que se adecuaron a las modas de la orfebrería: Melchor ofrece el oro en un cofre; Gaspar, el incienso en un cuerno de la abundancia; y Baltasar, la mirra en un copón. Esos objetos se vuelven cada vez más suntuosos a medida que avanza el siglo XV; adquieren la forma de las copas ornamentadas de la vajilla principesca, o las de las fuentes y bomboneras que se colocan sobre las mesas, cuando no las de las conchas o nautilos con montura de oro que se exhibían en los gabinetes de curiosidades. En suma, la ofrenda de los Reyes Magos se convirtió en una exposición de vajilla preciosa.
El oro suele reemplazarse con una corona que el primer Rey Mago tiene en la mano.
Agreguemos que, de acuerdo con un ritual de origen persa que según Jenofonte ya existía en la corte de los aqueménidas, los Reyes Magos ofrecen sus regalos con las manos veladas bajo un pliegue de su manto.
2. Escenas narrativas
Los principales episodios de la peregrinación de los Reyes Magos, tal como se suceden en los ciclos narrativos, son seis:
l. La Anunciación del ángel estelar que anuncia a cada uno de ellos el nacimiento del Salvador.
2. El Encuentro de los tres Reyes Magos y su cabalgata hasta Belén.
3. Su visita al tetrarca Herodes de Jerusalén.
4. La Adoración del Niño Jesús.
5. La Advertencia del ángel a los Reyes Magos dormidos.
6. El Embarco clandestino en Tarso.
l. La Anunciación a los Reyes Magos por la estrella milagrosa
Cada uno de los Reyes Magos, por separado, recibe el anuncio del nacimiento del Salvador, mediante una estrella milagrosa, o más bien por un ángel en forma de estrella (angelus in forma stellae).
La leyenda del astro que aparece en el firmamento para anunciar el nacimiento o la muerte de un gran hombre es de amplia difusión en la mitología y la leyenda. En la Antigüedad se creía que había un ángel unido a cada estrella, encargado de gobernar su curso.
La aparición de la estrella que guía a los Reyes Magos hacia Belén, al igual que la columna de fuego que señala a los israelitas el camino en su salida de Egipto, se asimila a la estrella predicha por Balaam.
La iconografía de esta escena comporta numerosas variantes. Casi siempre en medio de la estrella, personificada como el Sol y la Luna, se ve la cabeza de un querubín. O bien un ángel vuela al lado de la estrella, faro aéreo y móvil. Por último, el ángel piloto y la estrella indicadora están a veces reemplazados por el propio Niño Jesús que se aparece a los Reyes Magos con el nimbo cruciforme y la corona en una aureola de rayos. Ese detalle se ha tomado de las fuentes orientales.
En la portada de la catedral de Ulm se ve a los Reyes Magos despidiéndose de sus mujeres antes de comenzar el viaje.
Sobre una de las columnas historiadas del baldaquino de San Marcos de Venecia, y en un fresco del siglo XI en Tocali Kilisse, Capadocia, están representados los Reyes Magos examinando la profecía de Balaam.
En una vidriera del coro de la colegiata de Berna se encuentra una versión muy infrecuente de la Anunciación a los Reyes Magos, que data de finales de la Edad Media (1450): uno de los Reyes Magos ve salir un pájaro volando de una flor maravillosa, tal es el anuncio del nacimiento del Mesías. Es lo que en alemán se llama Die Weissagung des Wundervogels.
2. La cabalgata de los Reyes Magos
Cada uno de los Reyes Magos, informado de esa manera en su castillo o sobre el monte desde el cual observa los astros, ignora la revelación hecha a los otros dos. Aunque parten en tres direcciones diferentes y no se han citado, se encuentran en un cruce de caminos cerca del Gólgota, por azar providencial.
La fuente literaria del tema sería la descripción imaginada hacia 1370 por el carmelita alemán Juan de Hildesheim en su Liber trium Regum.
El tema del encuentro es infrecuente, salvo en la pintura flamenca o franco flamenca del siglo XV, que ofrece algunos ejemplos. En una miniatura de las Muy Ricas Horas del duque de Berry (Chantilly), iluminadas hacia 1415 por los Hermanos de Limbourg, se ven tres cortejos de jinetes convergiendo hacia un cruce de caminos, hacia un hito que no es el de Jerusalén sino el de Saint Denis. El encuentro de los Reyes Magos a caballo que se estrechan las manos también se recuerda -en segundo término-, en la Natividad del Breviario del duque de Bedford (B.N., París), que data de 1435, aproximadamente. Por último, ese mismo tema reaparece en el Retablo de los Siete Gozos de la Virgen (Munich), pintado por Memling en 1480.
Casi siempre los artistas se limitan a representar el viaje de los tres Reyes Magos que marchan juntos hacia Belén, guiados por la estrella «hodigitria», que los comentaristas asimilan a aquella del Antiguo Testamento de la que habla el adivino Balaam.
El viaje se hace a lomos de camello o a caballo. De acuerdo con el gusto más o menos pronunciado por el exotismo oriental, los artistas evocan el espectáculo de una caravana o de una cabalgata, y a veces eligen un término medio. En el bajorrelieve del púlpito de Siena (1268), los tres Reyes Magos van a caballo, y sus criados sobre dos camellos.
Según la tradición de Oriente, los Reyes Magos habrían demorado trece días para completar el trayecto en sus camellos de carrera (dromedarios). Un auto sacramental alemán de Navidad traduce en versos ingenuos esta visión pictórica:
Ich bin's Melchior genant,
Und bin von Saba her gerant
Uf mynem dromedarie.
En Occidente, donde el camello es una suerte de fabuloso animal de Bestiario, los viajeros casi siempre montan caballos. En la pintura del siglo XV su peregrinación servía de pretexto para una magnífica cabalgata. Los Reyes Magos, precedidos por los portaestandartes, van seguidos de un nutrido cortejo.
3. La Visita de los Reyes Magos al rey Herodes
Según el Evangelio de Mateo, los rumores acerca del nacimiento del Mesías llegaron a oídos de Herodes. Este, preocupado por la noticia, convocó a los sacerdotes y a los sacrificadores que le dijeron que, de acuerdo con la profecía de Miqueas, el futuro rey de los judíos debía nacer en Belén.
«Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella; y, enviándolos a Belén, les dijo: Id e informaos exactamente sobre ese niño, y, cuando le halléis, comunicádmelo, para que vaya también yo a adorarle.»
Es superfluo insistir en la ingenua inverosimilitud de este relato. Si Herodes hubiera querido descubrir al Niño milagroso le habría bastado ordenar que un jinete siguiera a los Magos y le informara luego.
Iconografía. La consulta a los escribas y adivinos que precede a la Recepción de los Reyes Magos por Herodes fue representada en el siglo V, en el arco de triunfo de Santa Ma ría la Mayor.
Los tres Reyes Magos, que dejan sus caballos atados a un árbol, comparecen ante Herodes que les pregunta cuando se les apareció la estrella, y les hace prometer que volverán a visitarle.
Un demonio alado y de frente cornuda, que simboliza los malos pensamientos de Herodes, apoya su pezuña sobre el trono del tetrarca para dictarle al oído sus diabólicos consejos.
El relato del Evangelio sugiere dos escenas distintas: la consulta a los sacerdotes y la recepción de los Reyes Magos, recibidos ya por separado, ya conjunta mente.
4. La Adoración de los Reyes Magos
Orígenes y evolución del tema. Hugo Kehrer había intentado explicar la leyenda de los Reyes Magos por el culto persa de Mithra. En la actualidad esa tesis ha sido abandonada.
El arte cristiano ha tomado este motivo, como tantos otros, del arte imperial románico y bizantino. En numerosos bajorrelieves que decoran arcos de triunfo se podían ver procesiones de bárbaros orientales, con frecuencia precedidos por una figura alada de la Victoria, que venían a entregar sus tributos al emperador. La teoría de los magos con vestiduras persas, conducidos por un ángel estelar que reemplaza al genio de la Victoria, es la reproducción pura y simple de ese esquema.
El púlpito de San Jorge de Salónica, una de las realizaciones más antiguas donde se representa la Adoración de los Reyes Magos, constituye la prueba de esta imitación: se ha comprobado, en efecto, que estaba calcada de un relieve del arco de Galerio que representa una ofrenda de los bárbaros.
La evolución del tema es muy clara.
En el arte cristiano primitivo, la Adoración de los Reyes Magos no está presentada como un episodio de la Natividad sino como un símbolo de la divinidad de Jesús reconocido por los reyes de la tierra como el rey de reyes (rex regum). Como lo ha escrito Hourticq, «la Adoración de los Magos ha sido un símbolo antes de convertirse en una historia».
Poco a poco, a consecuencia de la invasión de los detalles pictóricos a expensas del sentimiento religioso, el símbolo se vuelve espectáculo. Como la Cabalgata de los Reyes Magos, en el siglo XV la Adoración ya es sólo un «Cuadro vivo», un simple pretexto para halagar las vanidades de los donantes que, bajo la apariencia de rendir homenaje a un niño nacido en un establo, hacen ostentación de riqueza y lujo indumentario.
Se difunde la moda de dar a los Reyes Magos los rasgos de los contemporáneos: reyes, príncipes y mecenas. En Francia, Carlos VII y los duques de Borgoña, en Italia los Médicis. El espectáculo acaba transformándose en un grupo de retratos.
La composición. El tema, que comporta cuatro personajes principales (la Virgen en majestad, que presenta sentada al Niño Jesús, y los tres Reyes Magos) planteaban a los artistas un problema de composición casi insuperable. Sucesivamente, se intentaron dos soluciones:
1. En las obras más antiguas, la Virgen, que es el trono vivo del Niño Dios y que lógicamente debería ocupar el centro de la composición, está sentada de lado, en uno de los extremos, para dejar lugar al desfile de los tres Reyes Magos que llegan en procesión, uno detrás del otro. Todos los personajes están alineados sobre el mismo plano, como en los frisos de mosaicos de Ravena, y presentan el perfil.
2. Con el objeto de dar mayor majestad al grupo de la Virgen y el Niño se puede, por el contrario, instalarlo en el centro, entre dos Reyes Magos arrodillados a uno y otro lado, simétricamente. Pero en este caso sólo se consigue el equilibrio sacrificando al tercer Rey Mago, relegado entre los personajes secundarios. No hubo más remedio que emplear trucos, como el de la portada de un Evangeliario del Museo Británico, donde se pide auxilio a un ángel para que haga compañía al tercer Rey Mago y de esa manera equilibre el grupo de los otros dos.
Esta segunda versión es un ejemplo impresionante del conflicto entre la tradición y las exigencias de la simetría. Aquí es la simetría la que triunfa. Para todos aquellos pintores a quienes crean dificultades los números impares, hay un Rey Mago de más. Eliminarlo es difícil: por lo tanto se lo debe escamotear o bien procurarle una pareja.
Los personajes: la Virgen y el Niño. La Virgen está casi siempre sentada sobre un trono. No obstante, en el bajorrelieve de la portada de Moissac recibe a los Reyes Magos sentada en la cama.
En principio fajado, el Niño a continuación se representó desnudo. Con frecuencia hace un gesto de bendición, a menos que olvide su divinidad para acariciar el cráneo calvo del más viejo de los Reyes Magos, arrodillado a sus pies, o hurgar en su barba cana. A veces hunde la mano en la copa que se le ofrece, para jugar con las monedas de oro.
El gesto que se atribuye a José no es menos estudiado. Pero lo que es ingenuidad en el Niño, en éste se convierte en trivialidad casi bufona. Sentado en un escabel se vuelve para guardar los regalos de los Reyes Magos en un cofre cuya tapa ha levantado, con avidez de avaro. Es el cajero de la Sagrada Familia.
En el siglo XVI, Parmigianino intentó darle un poco más de dignidad: uno de los Reyes Magos lo abraza cordialmente.
La actitud de los Reyes Magos. En cuanto a la actitud de los Reyes Magos, se ha modificado mucho en el transcurso de los siglos.
En las realizaciones más antiguas se les ve avanzar hacia el Niño a paso rápido, pero sin arrodillarse: expresan su respeto, según la costumbre oriental, velándose las manos para presentar sus ofrendas. La Ofrenda ha precedido a la Adoración.
En una segunda versión, el primer Rey Mago se prosterna de cara. Este rito oriental de la proskinesis o prostratio, forma bizantina de la adoración, no ha sido adoptado por el arte de Occidente, que la ha encontrado demasiado servil. La sustituyó el homenaje feudal del vasallo a su soberano, que consiste en apoyar una rodilla en tierra. La genuflexión reemplazó a la prosternación.
En su estudio acerca de los Les Rois Mages et le drame liturgique, E. Mâle sostiene que ese gesto del primer Rey Mago, que se arrodilla para ofrecer su regalo, ha sido inspirado por la puesta en escena del teatro religioso de los autos sacramentales. «Nunca hasta entonces los artistas habían tenido la idea de representar a un rey de rodillas. Lo pensaron sólo después de haberlo visto prosternado delante del Niño en la escena.»
Esta afirmación ha sido refutada por Dom Leclerq, que no ha tenido inconveniente alguno para demostrar que ese detalle ya se encuentra en numerosas realizaciones del arte cristiano primitivo en los cuales É. Male no había pensado: en los bajorrelieves de los siglos IV y V, en una ampolla de Monza, que indudablemente data del siglo VI. En dichas realizaciones no puede alegarse la influencia del drama litúrgico.
En el arte italiano y español (tímpano de la iglesia de Agüero) de finales del siglo XIII se ve aparecer un tercer motivo: el más viejo de los Reyes Magos besa el pie del Niño. Esta innovación fue introducida por Nicola y Giovanni Pisano en sus bajorrelieves de los púlpitos de Siena y Pistoia, por Giotto en sus frescos de la Arena -a este artista le fue sugerida por un pasaje de las Meditaciones del Pseudo Buenaventura, donde se dice que los tres Reyes Magos, después de haber ofrecido sus tesoros, besaron los pies del Niño con respeto y devoción. El motivo fue tomado por las escuelas del norte de Europa en el siglo XV. Lo encontramos en los Hermanos de Limbourg, en una miniatura de las Muy Ricas Horas del duque de Berry (1416), y en el díptico francés de la colección Carrand en el Museo Bargello de Florencia.
Pero la evolución no se detuvo allí. En 1376, en la Adoración de los Magos de la colección Eich en Lenzburgo (Suiza), copiado hacia 1410 por un pintor de la escuela de Colonia en el retablo de Ortenberg (Museo de Darmstadt), dos Reyes Magos están de rodillas: uno besa el pie y el otro la mano del Niño Jesús. El besamanos también procede de las Meditaciones. El autor agrega, en efecto: « ¿Y qué nos impide creer que el Niño también les haya dado sus manos a besar, antes deben decirlos?»
En numerosas esculturas o pinturas de la Edad Media -el púlpito de Nicola Pisano (1268), el tímpano de Notre Dame de Huy (siglo XIV), un fresco en Saint Saturnin de Mazerier (Allier, 1383), una miniatura de Jean Bourdichon en las Horas de Ana de Bretaña (1508)- se observa un detalle de pintoresca familiaridad que quizá pueda explicarse por la puesta en escena de los Misterios: el más viejo de los Reyes Magos, en vez de depositar su corona sobre el suelo, se la coloca en el antebrazo como si fuese un brazalete o un aro.
En el tímpano de S. Mercurial de Forli, el primer Rey Mago cuelga el manto y la corona de un perchero, antes de arrodillarse.
La estrella. E. Mâte creyó reconocer también una influencia del drama litúrgico de la fiesta de la Epifanía en el gesto del segundo Rey Mago que señala con el dedo la estrella indicadora. «Los textos son formales. Siempre -escribió- hay uno de los Magos que señala la estrella a sus compañeros», pero ya se encuentran ejemplos en el arte del siglo V, y en las puertas de bronce de Hildesheim, del siglo XI.
La estrella suele tener la forma de una flor, de una margarita de seis pétalos. Pero a veces alcanza las dimensiones de una gran rosácea.
En el mosaico de Dafni, la estrella se ha reemplazado por un ángel.
En el alto relieve del trascoro de Notre Dame de París, un ángel en busto conduce la estrella con la mano.
Hacia mediados del siglo XV el número de asistentes se multiplica. Los Reyes Magos están desbordados por los intrusos que apenas si les dejan sitio para acercarse.
En el Breviario del duque de Bedford (B.N., París), el miniaturista introdujo un curioso detalle. Los Reyes Magos hacen abrir las cajas que contienen sus regalos.
En los pesebres napolitanos, la Adoración de los Reyes Magos se convierte en una representación del teatro de marionetas, en un cuadro vivo y en miniatura de una casa de muñecas. Pintorescos títeres se mueven en una escena minúscula: el Rey Mago negro avanza precedido de dos negritos con turbante; los caballos dan coces, los camellos se contonean.
5. Los Reyes Magos advertidos en sueños por un ángel
Después de haber adorado al Niño, los Reyes Magos se van a dormir al mesón, donde, más afortunados que José y la Virgen, consiguen alojamiento; aunque una sola cama para los tres. Durante el sueño reciben la advertencia de regresar a sus países por otro camino, cuidándose del pérfido Herodes que sólo esperaba sus informes para apoderarse del Niño y matarlo.
La advertencia a los Reyes Magos está prefigurada en la Biblia por la Huida de Lot, a quien un ángel recomienda no volver la vista hacia Sodoma en llamas.
La iconografía usual de esta escena es de una encantadora ingenuidad. Los Reyes Magos están acostados, los tres, en la misma cama, sin camisas, según la costumbre de su tiempo, pero tocados con gorro frigio y hasta con sus coronas en la cabeza, lo cual resulta incómodo e inverosímil, pero permite reconocer la condición de los durmientes.
Los textos no dicen que la advertencia nocturna les haya sido hecha por un ángel; no obstante, como es necesario materializar los sueños, los pintores e imagineros representaron habitualmente un ángel que se inclina hacia ellos para hacerles cambiar de itinerario. En Autun, el ángel toca la mano de uno de los tres Reyes Magos acostados bajo la misma manta.
En las puertas de bronce de la catedral de Benevento el ángel fue reemplazado por un anciano alado, personificación del Sueño, y otro tanto ocurrió en el marfil del púlpito de Maximiano, en la escena del Sueño del faraón.
El altorrelieve del antiguo trascoro de la catedral de Chartres se distingue por los rasgos de una observación muy aguda. Los dos Reyes Magos más viejos, que tienen el sueño más ligero, despiertan inmediatamente al llamado del ángel, al tiempo que el más joven sigue durmiendo plácidamente, como un bendito.
Entretanto los tres caballos, atados por la brida o vigilados por un caballerizo, piafan en la entrada de la posada.
El estudio de las obras prueba que este motivo, que podría creerse inventado por nuestros artistas de Occidente, en realidad es de origen oriental.
La ingenuidad de este tema ha resultado fatal para su supervivencia. Condenado por falta de nobleza, desapareció a finales de la Edad Media por los golpes de la Reforma y los de la Contrarreforma.
6. El Regreso de los Reyes Magos
El Regreso por tierra ha sido eliminado muy temprano porque se confundía con la Cabalgata de los Reyes Magos (hacia Belén).
Se lo sustituyó por El Regreso a Tarso en barco.
Los Reyes Magos toman otro camino (per aliam viam reversi sunt), obedeciendo a la advertencia que Dios les ha hecho en sueños, y embarcan secretamente en Tarso. Herodes, furioso por haber sido engañado, tanto más por cuanto le había ocurrido por culpa suya, hizo incendiar todos los barcos amarrados en el puerto.
7. Los Reyes magos consagrados obispos
El público no se resignaba a perder de vista a los Reyes Magos después de su regreso. De acuerdo con una leyenda relatada en el Breviario de Colonia, y según lo escribiera Johannes Hildeshemiensis en Das Buch der heiligen drei Konige, publicado en Estrasburgo en 1480, los tres Reyes Magos se habrían hecho bautizar y luego consagrar obispos por el apóstol Tomás, en la India. Convertidos en pontífices supremos del Oriente (summi presbyreri Orientis), habrían evangelizado a los pueblos de esa remota región. Se los reunió a los tres en el mismo sarcófago donde los dos más viejos se apretaron para hacer lugar al más joven, que fue el último en morir. Sus reliquias, transportadas a Constantinopla por la emperatriz Helena, emigraron a Milán y luego a Colonia.
Esta fábula, inventada en Colonia después del traslado de las reliquias de Milán, ha sido ilustrada por la escuela de pintura local. En el retablo de las Clarisas (Clarenaltar), transportado a la catedral, al igual que en los frescos del trascoro, se ven tres ángeles planeando por encima de los Reyes Magos, cada uno de los cuales lleva una mitra episcopal en la mano (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Ubicación:
41220 Burguillos, Sevilla, España
lunes, 30 de diciembre de 2024
Bibliografía: Burguillos en el libro "Catálogo de la Sección 16ª. Diversos. Tomo I (1280-1515)", de Antonio Collantes de Terán Sánchez, editado por la Universidad de Sevilla, y el Ayuntamiento de Sevilla, en 1977
Mostramos en Historia de Burguillos las reseñas que se hacen de nuestro pueblo en el libro "Catálogo de la Sección 16ª. Diversos. Tomo I (1280-1515)", de Antonio Collantes de Terán Sánchez, editado por la Universidad de Sevilla, y el Ayuntamiento de Sevilla, en 1977, cuyo ejemplar podemos consultar en el Archivo Histórico Provincial, de Sevilla.
Para entender la importancia de este libro, transcribimos literalmente la Introducción:
Los criterios de catalogación no fueron de lo más acertado, respondiendo en ocasiones a las corrientes historiográficas en boga. Valga como ejemplo el que algunos padrones de cuantías de parroquias sevillanas estuviesen catalogados bajo la rúbrica de Autógrafos por estar firmados por diversos regidores del concejo. Asimismo, documentos pertenecientes a otras series se habían incluido en dicha colección, concretamente fragmentos de Actas Capitulares y de los Papeles del Mayordomazgo, por lo que fue necesario sacarlos para incorporarlos a sus lugares respectivos.
Con todos estos cambios dicha sección de «Varios Antiguos» quedaba prácticamente inservible lo que, unido a la existencia de una importante colección de legajos sin catalogar, nos llevó a plantearnos la necesidad de proceder a una ordenación definitiva de todos los fondos dispersos y no incluidos en ninguna de las secciones inventariadas de forma completa.
Así nace esta Sección 16.ª del Archivo Municipal de Sevilla, que comprende unos 300 legajos y carpetas, que encierran una documentación miscelánea, de temática muy diversa y sin unidad interna, que, como indicamos, pretende incluir todos aquellos fondos que no se pueden insertar en las Secciones ya constituidas, tanto por razones de contenido, como por razones fácticas de estar catalogadas y con índices impresos. En resumen, en esta Sección 16.ª se incluyen tanto todos los fondos no inventariados hasta el momento, como aquellos que lo están de forma incompleta, es decir, el Apéndice de la Sección l.ª, Varios Antiguos, Antiguos y documentos de familias sevillanas. Sin embargo, para obviar las dificultades derivadas de este cambio, los catálogos incluirán una tabla de correspondencia entre las nuevas signaturas y aquellas que los insertos en dichas colecciones tuvieron.
En cuanto al criterio de clasificación a adoptar en esta Sección 16.ª, pensamos inicialmente emplear el método analítico, pero ello hubiera supuesto congelar todo este fondo documental durante un largo período de tiempo hasta su total catalogación, con el consiguiente perjuicio para los investigadores. Por ello, optamos por el cronológico que nos permitiría ir poniéndolo a disposición de dichos investigadores a medida que se fuese avanzando en la catalogación, incluyendo en cada caso los respectivos índices de materias, personas y lugares, para facilitar su consulta.
Este primer volumen de la Sección abarca la documentación comprendida entre los años 1280 y 1515, con una temática muy amplia en la que los estudiosos pueden encontrar fuentes para el estudio de los numerosos campos de la actuación concejil y el conocimiento de los distintos niveles del pasado sevillano y de su área de influencia. Así, desde una óptica demográfica una importante colección de padrones fiscales y militares, tanto de la ciudad como de su Tierra, que ya han servido de base para varios estudios de dicha naturaleza. Dentro del campo económico cabe reseñar documentos relativos al abastecimiento de la ciudad, salarios y precios, organización de las actividades de producción (ordenanzas gremiales y pregones), rentas de la ciudad, etc. Para una historia social, aparte de los padrones, destacan las relaciones de francos de distintas instituciones, relaciones de bienes de vecinos, testamentos, documentos sobre extranjeros, asistencia hospitalaria, etc. Las obligaciones militares que pesaban sobre el concejo sevillano quedan reflejadas en noticias sobre castillos, repartimientos de hombres y abastecimientos para el ejército, alardes, etc. También pleitos sobre jurisdicciones, usurpaciones de términos, etc.
Este inventario se completa con los ya citados índices de materias, personas y lugares, y la tabla de equivalencias de signaturas antiguas y nuevas.
La primera referencia a Burguillos la encontramos en la página 34, en el documento nº 219, que pasamos a transcribir literalmente:
La siguiente referencia a nuestro pueblo la encontramos en la páginas 64, en el documento nº 480, que pasamos a transcribir literalmente:
Otra referencia a nuestro pueblo la encontramos en la páginas 70, en el documento nº 582, que pasamos a transcribir literalmente:
La siguiente referencia a Burguillos la podemos encontrar en la página 74, en el documento nº 641, que pasamos literalmente:
Una referencia más a Burguillos la podemos encontrar en la página 106, en el documento nº 914, que pasamos literalmente:
Valladolid, 5 de diciembre, s.a.- Siglo XV.
Y finalmente, la última referencia a Burguillos la podemos encontrar en la página 128, en el documento nº 1.116, que pasamos literalmente:
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Antonio Collantes de Terán Sánchez,
Archivo Municipal de Sevilla,
Bibliografía,
Catálogo de la Sección 16ª. Diversos. Tomo I,
Siglo XV,
Siglo XVI
Ubicación:
Sevilla, España
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