Mostramos en "Historia de Burguillos" la noticia recogida en "La Gaceta de Madrid", editado en la capital del reino, sobre la visita que realizó la reina Isabel II a las ruinas de Itálica, en el término municipal de Santiponce el 26 de septiembre de 1862 y en el que participó un grupo de burguilleros, y publicado el 28 de septiembre de 1862, y que se conserva en el archivo de la Biblioteca Nacional de España. Hay que reseñar igualmente que la noticia la recoge directamente de otra publicada por el periódico sevillano "El Porvenir".
"La Gaceta de Madrid"; fue una publicación periódica oficial editada en Madrid desde 1697 hasta 1936 en la que fue sustituida en la práctica por el denominado Boletín Oficial del Estado. La Gaceta, en el momento de su nacimiento, estaba dirigida y administrada desde la iniciativa privada. Esta circunstancia varía por completo durante el reinado de Carlos III, quien, en 1762, decide otorgar a la Corona el privilegio de imprimir La Gaceta. De esta forma, la publicación pasa a convertirse en un medio de información oficial que refleja los criterios y decisiones del Gobierno.
Posteriormente, por la Real Orden circular del Gobierno dirigida á todas las autoridades del reino de 22 de septiembre de 1836, se establece que los decretos, órdenes e instrucciones que dicte el Gobierno se considerarán de obligación desde el momento en que sean publicados en La Gaceta. De este modo, La Gaceta pasaba a convertirse en un órgano de expresión legislativa y reglamentaria, característica que conservará hasta la actualidad.
En cuanto a la estructura de La Gaceta, es en 1886 cuando se establece que la publicación sólo contendrá documentos de interés general (leyes, decretos, sentencias de tribunales, contratos de la Administración Pública, anuncios oficiales, entre otros); asimismo se establece un orden de preferencia en la publicación de las disposiciones que atiende a criterios de urgencia y un orden de prioridad de la inserción de documentos: Leyes, Reales Decretos, Reales Órdenes. Por último, se prescribe que, dentro de cada sección, el orden de publicación ha de ser el de antigüedad de los Ministerios, siempre tras la Presidencia del Consejo de Ministros. Toda esta estructura será perfilada por una Real Orden de 6 de junio de 1909.
Por lo que se refiere a la denominación, previamente había recibido nombres como Gazeta nueva de los sucesos políticos y militares (1661-1662), Gaceta ordinaria de Madrid (1667-1680) o Nuevas ordinarias de los sucesos del Norte (1683-1697). En 1697 empezó a publicarse como Gaceta de Madrid, nombre que mantendría, con transitorios cambios de denominación, hasta entrado el siglo XX. Es importante resaltar que en determinados momentos históricos convivieron, al mismo tiempo, varios diarios oficiales con denominaciones distintas.
En 1936, tras el estallido de la guerra civil, adoptó el título Gaceta de la República: Diario Oficial en noviembre de dicho año. Esta publicación sería sustituida tras el fin del conflicto por el Boletín Oficial del Estado, que se había empezado a publicar el 2 de octubre en la zona sublevada tras una etapa previa bajo el título Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional.
El Porvernir fue un periódico publicado en la ciudad de Sevilla entre 1848 y 1909, que osciló entre posiciones progresistas, antes del Sexenio Democrático, y conservadoras, ya bien entrada la Restauración, transitando también por épocas sin una filiación política clara.
Fundado el 4 de marzo de 1848 por Antonio María de Cisneros, cesaría su publicación el 3 de febrero de 1909, tras haber entrado en decadencia sus últimos años con la aparición en 1899 de El Correo de Andalucía. Considerado un periódico progresista en su fundación, afín al liberalismo, pasó por fases en las que transitaría por una época de independencia, sin claro color político, y, durante la década de 1890, mantuvo posiciones próximas al silvelismo.
Entre el 5 de agosto y el 6 de octubre de 1852 su publicación estuvo suspendida. De circulación diaria, excepto los lunes, a partir del 31 de mayo de 1896 empezó a publicar dos ediciones diarias, con cuatro páginas, papel común e impresión regular. Publicaba también un Almanaque. Su contenido incluía una parte editorial, variedades, noticias extranjeras y nacionales, noticias de Ultramar, gacetillas, sueltos, revistas, teatros, modas, artes y ciencias, artículos políticos, sección oficial, comercial y religiosa, arrendamientos, folletín, poesías, pasatiempos, telegramas y anuncios.
El Porvernir fue un periódico publicado en la ciudad de Sevilla entre 1848 y 1909, que osciló entre posiciones progresistas, antes del Sexenio Democrático, y conservadoras, ya bien entrada la Restauración, transitando también por épocas sin una filiación política clara.
Fundado el 4 de marzo de 1848 por Antonio María de Cisneros, cesaría su publicación el 3 de febrero de 1909, tras haber entrado en decadencia sus últimos años con la aparición en 1899 de El Correo de Andalucía. Considerado un periódico progresista en su fundación, afín al liberalismo, pasó por fases en las que transitaría por una época de independencia, sin claro color político, y, durante la década de 1890, mantuvo posiciones próximas al silvelismo.
Entre el 5 de agosto y el 6 de octubre de 1852 su publicación estuvo suspendida. De circulación diaria, excepto los lunes, a partir del 31 de mayo de 1896 empezó a publicar dos ediciones diarias, con cuatro páginas, papel común e impresión regular. Publicaba también un Almanaque. Su contenido incluía una parte editorial, variedades, noticias extranjeras y nacionales, noticias de Ultramar, gacetillas, sueltos, revistas, teatros, modas, artes y ciencias, artículos políticos, sección oficial, comercial y religiosa, arrendamientos, folletín, poesías, pasatiempos, telegramas y anuncios.
Pues bien, en la página 4 de la edición del 28 de septiembre de 1862, a cinco columnas, en las que en la tercera (parte media) y cuarta (parte superior) de ellas, aparece un artículo titulado "SEVILLA, 26 de Setiembre.-" recogido del diario sevillano El Porvenir, tal como se afirma al final del artículo, en el que se describe detalladamente la visita que la reina Isabel II realizó a las ruinas de Itálica en Santiponce y en la que participaron vecinos de nuestro pueblo y que pasamos a transcribir íntegramente (la mención a nuestro pueblo aparece en el primer párrafo, aunque transcribimos el artículo completo por lo interesante del mismo):
Pág. 4 de la edición de "La Gaceta de Madrid" de 28 de septiembre de 1862. |
"SEVILLA 26 de Setiembre.- Después de haber visitado SS. MM. la parroquia de Santa Ana y la fábrica de loza, china y objetos cerámicos de Pickman y compañía, se dirigieron hacia las ruinas de Itálica, el Herculano de Sevilla: la Academia arqueológica y Comisión de Monumentos históricos y artísticos, de acuerdo con el Municipio y Diputación Provincial, habían dispuesto ofrecer á la corte el espectáculo de aquellas veneradas ruinas, con la afluencia á los contornos del romano anfiteatro de comparsas bulliciosas de comarcanos pueblos, precedidas de sus bandas de música, organizadas hoy en todos en ellos; atrayendo así caravanas pintorescas de Sanlúcar de Albaida, Benacazón, Burguillos y demás lugares del circuito. Llegóse á las ruinas por debajo de arcos triunfales erigidos en las villas de Camas y Santiponce, y por entre banderas colocadas de trecho en trecho, saludando al paso el antiguo monasterio de San Isidro del Campo, donde yace en paz Alonso Perez de Guzman el Bueno.
Habíase levantado una tienda para SS. MM. y AA. frente al anfiteatro, á cuya entrada y en estandartes de pendoncillo á la romana, de color morado, guarnecidos de flecos de oro, leíanse en letras de cobre galvánico nombres ilustres en la la colonia patricia, luego diócesis de San Geroncio. Allí esperaban á SS. MM. las Autoridades, corporaciones, é institutos arqueológico y monumental, reemplazando al Presidente, Sr. Carvajal y Mendieta, el estimable militar y literato Sr. D. Fernando de Gabriel Ruiz de Apodaca, y agrupándose en torno suyo los individuos de un cuerpo que merece tan especial protección de parte del Gobierno de S. M., interesado en que la realidad del presente y las aspiraciones del porvenir no sacrifiquen las tradiciones de lo pasado á su febril impaciencia.
Al apearse del breck, SS. MM. y Real familia recibieron una ovación imponderable del gentío que coronaba alturas, collados y alrededores de la excavación itálica, comenzando por adorar la imágen de la Virgen del Rocío, y dirigiéndose en seguida al anfiteatro y á las galerías abovedadas, últimamente descubiertas y desembarazadas de los escombros que había amontonado la acción exterminadora de los siglos. El Sr. D. Demetrio de los Ríos, Profesor de la Escuela de Bellas Artes y escritos aventajado, tuvo la honra de presentar á la REINA un plano del Municipio famoso, y los Sres. Duque de Tetuán y Ministro de Fomento manifestaron su sincero deseo de contribuir á los trabajos de exhumacion de obras tan admirables con los recursos conducentes á este designio.
Al detenerse la comitiva en torno del pilar en que se han grabado algunos versos del inspirado Rioja entre mutilados despojos, el panorama que desde allí se descubría causaba una impresión grata y triste á la par. A lo lejos el cerro de Santa Brígida, en cuya cúspide flotaba al aire la bandera nacional, sostenida en un fuerte mástil. En los declives de aquella cadena de alturas, innumerables personas escalonadas manifestaban su procedencia por medio de banderas con divisas é inscripciones y gritaban ¡Viva la Reina! En el valle la tienda Real, y á diez pasos de ella el coro de la juventud filarmónica andaluza, en traje andaluz y uniforme, con guitarras, panderas, flautas y violines, cantando himnos y endechas á la segunda Isabel. Al costado de la tienda la Hermandad del Rocío de de Triana, formando campamento en torno a la imagen de su Patrona. Coronando las eminencias de la barranca circular que forma el antiteatro itálico, aparecían campesinos, señoras y caballeros que habían abandonado sus carruajes para asistir á la fiesta, y alternadas las músicas de cada villa rivalizando en tocatas y aires del país. Y en medio del círculo una REINA en la flor de sus años, dotada de impulsos generosos, magnánima, accesible á los sentimientos elevados y á los grandes proyectos; rodeada de sus deudos, de Consejeros y amantes súbditos, aplaudida hasta el frenesí por más de cinco mil testigos de la escena. Una lápida de mármol transmitirá á las edades venideras la visita de ISABEL II á las ruinas del convento bético; mas no hay mármol donde consignar en conceptos propios y fieles la impresion y las emociones que despertaba aquel cuadro, que no encontraria el olvido ni en las turbias aguas del Leteo.
SS. MM. se habian dignado contestar con extremada complacencia al discurso del Sr. Ruiz de Apodaca, y mandaron que se cubriese la comitiva que registraba en su seguimiento las galerías excavadas hace poco, conversando con los Sres. Bueno y Ariza, quienes presentaron á la REINA un lindisimo camafeo encontrado en las exploraciones de aquel recinto. Al regresar á la tienda la corte y séquito oficial, vieron el desfile en procesión de la Hermandad del Rocío, demostrando todos extraordinario placer en aquel episodio clásico de las costumbres del país. A las seis y media se retiraron SS. MM. (El Porvenir.)"
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