Mostramos en "Historia de Burguillos" el artículo "Nueva Estela Decorada en Burguillos (Sevilla)" publicado por dº José Manuel Rodríguez Hidalgo en el Archivo Español de Arqueología, volumen 56 del año 1983, editado por el Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C. (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) con sede en Madrid, lo cual no hace más que demostrar la importancia de la pieza encontrada en nuestro pueblo y que se encuentra actualmente en los almacenes del Museo Arqueológico de Sevilla.
Portada del vol. 56 del Archivo Español de Arqueología. |
El artículo ocupa 6 páginas de la citada publicación, el cual transcribo literalmente:
NUEVA ESTELA DECORADA EN BURGUILLOS (SEVILLA)
El objetivo del presente artículo, sin más pretensiones, es dar a conocer al panorama arqueológico hispano el hallazgo de una nueva "estela funeraria", típica de ese mundo ambiguo que conocemos como Bronce Final.
Una vez más ha sido la reja de un tractor -en esta ocasión el de Dº Claudio César Torrado- la que ha contribuído al conocimiento de la historia desenterrando esta pieza de indudable valor arqueológico e histórico. El hecho tuvo lugar en los primeros días del mes de mayo del pasado año, en la finca de la "Nea" a poco más de un kilómetro, al Sudeste de la cercana localidad sevillana de Burguillos, pueblo situado en la línea norte del Guadalquivir y que marca el tránsito de la campiña hacia la Sierra* (fig. 1). Conocido el suceso, nos personamos inmediatamente en la citada localidad,donde pudimos identificar la pieza, dibujarla, medirla y fotografiarla; para después notificar al Museo Arqueológico de Sevilla el hallazgo para su adquisición**.
La que aquí presentamos, hace el número cinco de las hasta ahora aparecidas en la provincia de Sevilla. Todas ellas, además de haber sido halladas en similares localizaciones, presentan rasgos comunes en cuanto a su situación geográfica. Han aparecido en zonas despejadas, aunque en la proximidad de lugares defendidos por la Naturaleza, como en los casos de Setefilla y Burguillos. La de "Cuatro Casas" tendría un fácil amparo en la inexpugnable Carmona; de la misma tónica participarían la de Écija y la de Torres Alocaz, que lo haría sobre uno de los esteros de la antigua desembocadura del Guadalquivir.
La "estela" en cuestión en un bloque de piedra granítica (que aflora en lugar), en forma de tosco prisma de 1,35 metros de longitud máxima, 0,66 de anchura y un grosor de 0,45 metros. Al igual que en el resto de las estelas existentes, la cara más lisa es la que ha recibido los grabados, que en esta ocasión se disponen perfectamente ordenados en la mitad superior, lo que nos lleva a pensar, que al igual que las de su género, ésta, en su momento, también estuvo hincada en la tierra.
Ocupando un lugar preferente tenemos la representación de una figura humana, esquematizada con los brazos separados del cuerpo y las manos abiertas; las piernas y los pies bien individualizados y señalados. En torno a él, y rodeándolo, tenemos la representación de su panoplia de combate constituida por un gran escudo, espada, lanza, arco con flecha y "espejo" (fig. 2)
Antes de analizar los distintos elementos nos centraremos en la figura del guerrero en cuya mano derecha presenta un abultamiento que podría identificarse con una pulsera, o bien como un simple defecto a la hora de realizar el grabado. Dado el grosor del grabado en la representación de los pies y, tras pasar revista a los ejemplos de las demás estelas y viendo la preocupación por representar los dedos, bien de las extremidades superiores o inferiores, atribuimos este hecho a un intento de representar un determinado tipo de calzado.
El escudo liso, sin escotadura ni remaches, está representado por tres círculos concéntricos, el más pequeño de los cuales está atravesado diametralmente por una línea, que interpretamos como el asidero del mismo. No tenemos un significado concreto para las dos líneas que aparecen sobre el escudo, aunque bien pudiera tratarse de la representación de dos venablos, o cualquier arma arrojadiza como clavados en el mismo. La representación de la lanza se limita a una línea que corre paralela a la derecha del personaje principal, que tiene bajo su pie un arco con flecha. Al igual que la lanza, el arco está representado por una línea, aunque en esta ocasión curva. La punta de la flecha presenta las mayores reservas formales en cuanto a su representación debido a lo deteriorado de esta parte de la piedra. No obstante, la datación cronológica de este tipo de puntas de flecha con apéndice lateral no desentona con la de este tipo de estelas decoradas1. Más arriba del escudo tenemos la espada, totalmente esquematizada, lo que nos impide un análisis y estudio pormenorizado de la misma. Es de destacar únicamente la longitud de la cruceta y el grosor del plomo. Como último elemento de la panoplia tenemos el "espejo" o "maza" situado sobre la cabeza del guerrero.
Hemos dejado intencionadamente para el final el análisis de la otra representación humana, sobre la que pretendemos hacer un estudio más detallado. Desde un primer momento nos llamó la atención la doble representación de figuras humanas que si bien no es una excepción, sí constituyen una minoría dentro de la tónica general. Hasta la fecha de publicación de este artículo, tan sólo siete sobre un total de aproximadamente cuarenta, presentan esta particularidad y corresponden a las siguientes: San Martinho I, Carmona, Torres Alocaz, Burguillos, Ervidel II, Cabeza de Buey II2 y finalmente el caso particularísimo de Ategua con sus diez personajes.
La notable diferencia de tamaño; la actitud arrogante del guerrero con respecto al segundo personaje; la no presencia de carro que nos evoque la figura de un sirviente, en este caso de un auriga; el atipismo de la representación del "escudero" y, sobre todo el hecho de que este otro personaje aparezca representado en un segundo plano, relegado y en una posición inclinada con respecto al eje vertical de la composición nos lleva a interpretarlo como un vencido, que bien pudiera personificar la sumisión o victoria sobre un pueblo o tribu. Es esta línea de vencedor - vencido, el único paralelo que encontramos con esta de Burguillos e la de Ervidel II, en donde la representación del vencido sería doble, hombre y mujer según la interpretación de Almagro Gorbea 3. Aquí la actitud de arrogancia es sustituida por otra claramente ofensiva y llena de movimiento (fig. 3, nº 3). No obstante, por tipología y factura el paralelo más inmediato lo tenemos en la de "Cuatro Casas" (Carmona) 4 (figura 3, nº 1).
Tipológicamente no existe ningún inconveniente para enmarcar la de Burguillos dentro del grupo IIc de Pingel 5. Atendiendo a la clasificación de Almagro Gorbea 6, por el número de elementos pertenecería al grupo 1c; por la disposición del escudo con respecto a la figura humana al 2B; por la relación espada-lanza al 3E, y al 4D por el escudo.
La relación estela-enterramiento sólo está constatada de un modo seguro en la de Solana de Cabañas 7, en donde curiosamente se representa al personaje muerto, flácido; constituyendo este hecho una auténtica particularidad. También tenemos el caso de la de Setefilla 8 (fig. 3, nº 4) aparecida dentro del campo de túmulos, donde había que afinar las matizaciones cronológicas. Por contrapartida tenemos el hecho de que estas "estelas" aparecen siempre en un lugar despejado, generalmente en un llano sin que éstos sean lugar de necrópolis. También tenemos el caso de la necrópolis de la Joya, en una de cuyas tumbas aparecieron los restos de un carro, que su excavador J. P. Garrido, puso en relación con los carros grabados en las estelas decoradas 9. Teoría ésta corroborada por M. Bendala 10. Fernando Fernández, director del Museo Arqueológico de Sevilla, nos comunicó la adquisición, por parte de la citada entidad de una colección arqueológica entre cuyos elementos se encontraba una espada de las representadas en las estelas decoradas, procedentes del yacimiento de "Mesa de Villaverde" a pocos kilómetros de Burguillos. Según parece esta espada aparece fragmentada en tres partes y metida dentro de una vasija; hecho éste que nos habla de una procedencia funeraria.
La vaguedad y parquedad de noticias, ya citadas, en la relación estela-enterramiento cotejada con los ejemplos ya expuestos, nos llevan a lanzar una nueva hipótesis de trabajo sobre este mundo, aún oscuro, de las "estelas" decoradas. en los que creemos están todos de acuerdo es en el carácter conmemorativo de estos monumentos. Pero hasta ahora sólo se las ha identificado con laudas, cuya finalidad sería la de señalar el lugar donde descansan los restos del personaje arriba representado y en donde se representa su ajuar, quedando éste sustituido por otro simbólico grabado en la estela. Teoría ésta tradicional y recopilada por M. Almagro Gorbea 11.
Para nosotros la finalidad de estos monumentos, con una fuerte connotación social, es conmemorar el lugar donde se ha obtenido una importante victoria militar, o también, el lugar donde el guerrero ha caído en combate, cuyo símil más inmediato, salvando las distancias, tendríamos en las cruces y monumentos que hoy día se ponen a pie de carretera para señalar el lugar donde perdió la vida un determinado usuario de la misma. Se trataría, pues, de cenotafios y lo que en él se graba, además del guerrero, no es el ajuar, al que faltarían elementos para constituir un ajuar completo, sino la panoplia de combate a la que se sumaría objetos personales (espejo, fíbula).
Los personajes representados en estos monumentos sería, bajo nuestro punto de vista, caudillos, auténticos señores de la guerra, mercenarios, "condottieri"; personajes en los que hemos de buscar el antecedente de los Viriatos, Sertorios, etc., y el germen de la, después famosa, "devotio iberica". Muchos de estos líderes podrían ser extranjeros atraídos por las riquezas del lugar. Elemento éste perfectamente constatado después del análisis de M. Bendala 12 sobre la estela de Ategua (fig. 3 nº 5) en la que está patente de un modo claro la captación y asimilación de elementos indígenas por gente foránea, en este caso del Egeo.
Para concluir no nos queda más que el enjuiciamiento cronológico, para el que no contamos más que con el escudo. Los escudos sin escotadura son fechados por M. Almagro Gorbea 13 entre el 750 y el 650 a.C.
Notas a pié de página.-
* El lugar del hallazgo está al borde del camino natural que relaciona la actual Extremadura con la margen izquierda del Guadalquivir. El histórico "Vado de las Estacas" era el último paso que tenía el río antes de su desembocadura. Cf. F. Hernández: "Estudios de Geografía histórica española (XII). Ragwal y el itinerario de Musa, de Algeciras a Mérida, Al-Andalus, 26, 71 ss.
** Nuestro más sincero agradecimiento a D. Juan Torres y D. José Carlos Jaenes Sánchez, que de un modo totalmente desinteresado me facilitaron la noticia del hallazgo. También al Museo Arqueológico de Sevilla en la persona de su Director D. Fernando Fernández por las facilidades prestadas.
1 M. A. García Guinea: "Las puntas de flecha con anzuelo y doble filo y proyección hacia occidente", AEspA, 40, 1967, 85.
2 M. Bendala, V. Hurtado y F. Amores. Habis, 10-11, 1979-80, 381 y ss.
3 M. Almagro-Gorbea: El bronce final y el período orientalizante en Extremadura. B.P.H., XIV, Madrid, 1977, 171 y ss.
4 M. Almagro Basch: Las estelas decoradas del suroeste peninsular, B.P.H. VIII, Madrid, 1966, 102 y ss.
5 V. Pingel: "Bemerkungen zu den ritverzierten Stelen und zur beginnenden Eisenzeit im Südwesten der Iberischen Halbiensel", Hamburger Beiträge zur Archäologie, B. IV, 1974, 13.
6 M. Almagro-Gorbea: op. cit., 164 y ss.
7 M. Almagro Basch: op. cit., 27 y ss.
8 M. Almagro Basch: "Dos nuevas estelas decoradas en Andalucía Occidental", XI C.N.A. (Mérida, 1968), Zaragoza, 1970, 324 y ss.
9 J. P. Garrido: Excavaciones en la necrópolis de "La Joya", Huelva. E.A.E., 71, Madrid, 1970, 46, fig. 33, láminas 35 y 41.
10 M. Bendala Galán: "Notas sobre las estelas decoradas del Suroeste y los orígenes de Tartessos", Habis, 8, 1977, 194.
11 M. Almagro-Gorbea: op. cit., 193.
12 M. Bendala: op. cit.
13. M. Almagro-Gorbea: op. cit., 189.
La "estela" en cuestión en un bloque de piedra granítica (que aflora en lugar), en forma de tosco prisma de 1,35 metros de longitud máxima, 0,66 de anchura y un grosor de 0,45 metros. Al igual que en el resto de las estelas existentes, la cara más lisa es la que ha recibido los grabados, que en esta ocasión se disponen perfectamente ordenados en la mitad superior, lo que nos lleva a pensar, que al igual que las de su género, ésta, en su momento, también estuvo hincada en la tierra.
Ocupando un lugar preferente tenemos la representación de una figura humana, esquematizada con los brazos separados del cuerpo y las manos abiertas; las piernas y los pies bien individualizados y señalados. En torno a él, y rodeándolo, tenemos la representación de su panoplia de combate constituida por un gran escudo, espada, lanza, arco con flecha y "espejo" (fig. 2)
Antes de analizar los distintos elementos nos centraremos en la figura del guerrero en cuya mano derecha presenta un abultamiento que podría identificarse con una pulsera, o bien como un simple defecto a la hora de realizar el grabado. Dado el grosor del grabado en la representación de los pies y, tras pasar revista a los ejemplos de las demás estelas y viendo la preocupación por representar los dedos, bien de las extremidades superiores o inferiores, atribuimos este hecho a un intento de representar un determinado tipo de calzado.
El escudo liso, sin escotadura ni remaches, está representado por tres círculos concéntricos, el más pequeño de los cuales está atravesado diametralmente por una línea, que interpretamos como el asidero del mismo. No tenemos un significado concreto para las dos líneas que aparecen sobre el escudo, aunque bien pudiera tratarse de la representación de dos venablos, o cualquier arma arrojadiza como clavados en el mismo. La representación de la lanza se limita a una línea que corre paralela a la derecha del personaje principal, que tiene bajo su pie un arco con flecha. Al igual que la lanza, el arco está representado por una línea, aunque en esta ocasión curva. La punta de la flecha presenta las mayores reservas formales en cuanto a su representación debido a lo deteriorado de esta parte de la piedra. No obstante, la datación cronológica de este tipo de puntas de flecha con apéndice lateral no desentona con la de este tipo de estelas decoradas1. Más arriba del escudo tenemos la espada, totalmente esquematizada, lo que nos impide un análisis y estudio pormenorizado de la misma. Es de destacar únicamente la longitud de la cruceta y el grosor del plomo. Como último elemento de la panoplia tenemos el "espejo" o "maza" situado sobre la cabeza del guerrero.
Hemos dejado intencionadamente para el final el análisis de la otra representación humana, sobre la que pretendemos hacer un estudio más detallado. Desde un primer momento nos llamó la atención la doble representación de figuras humanas que si bien no es una excepción, sí constituyen una minoría dentro de la tónica general. Hasta la fecha de publicación de este artículo, tan sólo siete sobre un total de aproximadamente cuarenta, presentan esta particularidad y corresponden a las siguientes: San Martinho I, Carmona, Torres Alocaz, Burguillos, Ervidel II, Cabeza de Buey II2 y finalmente el caso particularísimo de Ategua con sus diez personajes.
La notable diferencia de tamaño; la actitud arrogante del guerrero con respecto al segundo personaje; la no presencia de carro que nos evoque la figura de un sirviente, en este caso de un auriga; el atipismo de la representación del "escudero" y, sobre todo el hecho de que este otro personaje aparezca representado en un segundo plano, relegado y en una posición inclinada con respecto al eje vertical de la composición nos lleva a interpretarlo como un vencido, que bien pudiera personificar la sumisión o victoria sobre un pueblo o tribu. Es esta línea de vencedor - vencido, el único paralelo que encontramos con esta de Burguillos e la de Ervidel II, en donde la representación del vencido sería doble, hombre y mujer según la interpretación de Almagro Gorbea 3. Aquí la actitud de arrogancia es sustituida por otra claramente ofensiva y llena de movimiento (fig. 3, nº 3). No obstante, por tipología y factura el paralelo más inmediato lo tenemos en la de "Cuatro Casas" (Carmona) 4 (figura 3, nº 1).
Tipológicamente no existe ningún inconveniente para enmarcar la de Burguillos dentro del grupo IIc de Pingel 5. Atendiendo a la clasificación de Almagro Gorbea 6, por el número de elementos pertenecería al grupo 1c; por la disposición del escudo con respecto a la figura humana al 2B; por la relación espada-lanza al 3E, y al 4D por el escudo.
La relación estela-enterramiento sólo está constatada de un modo seguro en la de Solana de Cabañas 7, en donde curiosamente se representa al personaje muerto, flácido; constituyendo este hecho una auténtica particularidad. También tenemos el caso de la de Setefilla 8 (fig. 3, nº 4) aparecida dentro del campo de túmulos, donde había que afinar las matizaciones cronológicas. Por contrapartida tenemos el hecho de que estas "estelas" aparecen siempre en un lugar despejado, generalmente en un llano sin que éstos sean lugar de necrópolis. También tenemos el caso de la necrópolis de la Joya, en una de cuyas tumbas aparecieron los restos de un carro, que su excavador J. P. Garrido, puso en relación con los carros grabados en las estelas decoradas 9. Teoría ésta corroborada por M. Bendala 10. Fernando Fernández, director del Museo Arqueológico de Sevilla, nos comunicó la adquisición, por parte de la citada entidad de una colección arqueológica entre cuyos elementos se encontraba una espada de las representadas en las estelas decoradas, procedentes del yacimiento de "Mesa de Villaverde" a pocos kilómetros de Burguillos. Según parece esta espada aparece fragmentada en tres partes y metida dentro de una vasija; hecho éste que nos habla de una procedencia funeraria.
La vaguedad y parquedad de noticias, ya citadas, en la relación estela-enterramiento cotejada con los ejemplos ya expuestos, nos llevan a lanzar una nueva hipótesis de trabajo sobre este mundo, aún oscuro, de las "estelas" decoradas. en los que creemos están todos de acuerdo es en el carácter conmemorativo de estos monumentos. Pero hasta ahora sólo se las ha identificado con laudas, cuya finalidad sería la de señalar el lugar donde descansan los restos del personaje arriba representado y en donde se representa su ajuar, quedando éste sustituido por otro simbólico grabado en la estela. Teoría ésta tradicional y recopilada por M. Almagro Gorbea 11.
Para nosotros la finalidad de estos monumentos, con una fuerte connotación social, es conmemorar el lugar donde se ha obtenido una importante victoria militar, o también, el lugar donde el guerrero ha caído en combate, cuyo símil más inmediato, salvando las distancias, tendríamos en las cruces y monumentos que hoy día se ponen a pie de carretera para señalar el lugar donde perdió la vida un determinado usuario de la misma. Se trataría, pues, de cenotafios y lo que en él se graba, además del guerrero, no es el ajuar, al que faltarían elementos para constituir un ajuar completo, sino la panoplia de combate a la que se sumaría objetos personales (espejo, fíbula).
Los personajes representados en estos monumentos sería, bajo nuestro punto de vista, caudillos, auténticos señores de la guerra, mercenarios, "condottieri"; personajes en los que hemos de buscar el antecedente de los Viriatos, Sertorios, etc., y el germen de la, después famosa, "devotio iberica". Muchos de estos líderes podrían ser extranjeros atraídos por las riquezas del lugar. Elemento éste perfectamente constatado después del análisis de M. Bendala 12 sobre la estela de Ategua (fig. 3 nº 5) en la que está patente de un modo claro la captación y asimilación de elementos indígenas por gente foránea, en este caso del Egeo.
Para concluir no nos queda más que el enjuiciamiento cronológico, para el que no contamos más que con el escudo. Los escudos sin escotadura son fechados por M. Almagro Gorbea 13 entre el 750 y el 650 a.C.
JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ HIDALGO
Notas a pié de página.-
* El lugar del hallazgo está al borde del camino natural que relaciona la actual Extremadura con la margen izquierda del Guadalquivir. El histórico "Vado de las Estacas" era el último paso que tenía el río antes de su desembocadura. Cf. F. Hernández: "Estudios de Geografía histórica española (XII). Ragwal y el itinerario de Musa, de Algeciras a Mérida, Al-Andalus, 26, 71 ss.
** Nuestro más sincero agradecimiento a D. Juan Torres y D. José Carlos Jaenes Sánchez, que de un modo totalmente desinteresado me facilitaron la noticia del hallazgo. También al Museo Arqueológico de Sevilla en la persona de su Director D. Fernando Fernández por las facilidades prestadas.
1 M. A. García Guinea: "Las puntas de flecha con anzuelo y doble filo y proyección hacia occidente", AEspA, 40, 1967, 85.
2 M. Bendala, V. Hurtado y F. Amores. Habis, 10-11, 1979-80, 381 y ss.
3 M. Almagro-Gorbea: El bronce final y el período orientalizante en Extremadura. B.P.H., XIV, Madrid, 1977, 171 y ss.
4 M. Almagro Basch: Las estelas decoradas del suroeste peninsular, B.P.H. VIII, Madrid, 1966, 102 y ss.
5 V. Pingel: "Bemerkungen zu den ritverzierten Stelen und zur beginnenden Eisenzeit im Südwesten der Iberischen Halbiensel", Hamburger Beiträge zur Archäologie, B. IV, 1974, 13.
6 M. Almagro-Gorbea: op. cit., 164 y ss.
7 M. Almagro Basch: op. cit., 27 y ss.
8 M. Almagro Basch: "Dos nuevas estelas decoradas en Andalucía Occidental", XI C.N.A. (Mérida, 1968), Zaragoza, 1970, 324 y ss.
9 J. P. Garrido: Excavaciones en la necrópolis de "La Joya", Huelva. E.A.E., 71, Madrid, 1970, 46, fig. 33, láminas 35 y 41.
10 M. Bendala Galán: "Notas sobre las estelas decoradas del Suroeste y los orígenes de Tartessos", Habis, 8, 1977, 194.
11 M. Almagro-Gorbea: op. cit., 193.
12 M. Bendala: op. cit.
13. M. Almagro-Gorbea: op. cit., 189.
Pág. 229 del vol. 56 del Archivo Español de Arqueología. |
Pág. 230 del vol. 56 del Archivo Español de Arqueología. |
Pág. 231 del vol. 56 del Archivo Español de Arqueología. |
Pág. 232 del vol. 56 del Archivo Español de Arqueología. |
Pag. 233 del vol. 56 del Archivo Español de Arqueología. |
Pág. 234 del vol. 56 del Archivo Español de Arqueología. |
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