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lunes, 9 de octubre de 2017

Bibliografía: Capítulo VIII "Enterramientos" del libro "El Señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia" de Francisco Rodríguez Hernández, de 1999.

Mostramos en Historia de Burguillos el capítulo VIII del libro "El señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia", de Francisco Rodríguez Hernández, editado por el Ayuntamiento de Burguillos y la colaboración de la Diputación de Sevilla en 1999, y que trata sobre Enterramientos, ocupando las páginas 37 a la 40 de dicha monografía y que pasamos a transcribir íntegramente:
Pág. 37 de "El Señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia".
Enterramientos
    En la antigüedad, los enterramiento no estaban sujetos a ninguna disposición de ley, y cada familia efectuaba la inhumación de sus muertos, en lugares libremente elegidos por ellos mismos.
   Con el tiempo, los nobles y los eclesiásticos, se enterraban en monasterios, abadías, parroquias, capillas y conventos. Este hábito acabó extendiéndose hasta alcanzar también al pueblo llano, que encontró acomodo en el interior de los templos, al quedar los enterramientos, bajo la jurisdicción exclusiva de la iglesia.
   Para ello, se habilitaron dentro de los mismo, bóvedas subterráneas construidas en el subsuelo; también existieron cámaras laterales, adosadas a sus muros, que se utilizaron para estos fines.
   Esta práctica se extendió a lo largo de varios siglos, y era tal, la abundancia de restos dentro de los templos, que no resultaba raro, tener a la vista huesos humanos.
Pág. 38 de "El Señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia".
   Como demostración de esta verdad, vean lo que se dice en el punto 24, del acta que se redactó, con motivo de la visita pastoral, que realizó a la Villa de Burguillos (Sevilla), el arzobispo hispalense don Jaime de Palafox y Cardona, el día 26 de marzo de 1693, y de la que me ocupo con más extensión en otro capítulo.
   Item. Que se entierre una calavera natural q. ay dentro del Bautisterio y las demás q. hubiere por la iglesia.
   Pero por razones de higiene y salubridad, con los nuevos aires del liberalismo, se aceleró un cambio radical en las costumbres, que trajo como consecuencia, la Real Cédula, que Carlos III dictó el 3 de abril de 1787, "en que por punto general, se manda restablecer el uso de cementerios ventilados, para sepultar cadáveres de fieles, con lo cual, quedaba decretado el cierre de antiguos cementerios y sacramentales, y prohibir la inhumación en ellas". Y así se estableció, de forma inapelable, la construcción de cementerios, fuera de las iglesias.
   En uno de los apartados, de la citada Real Cédula, se insiste:
   Se construirán fuera de las poblaciones, y en sitios ventilados. Y en otro que la construcción de los cementerios, correrá a cargo de los caudales de la iglesia, si los hubiere.
Pág. 39 de "El Señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia".
   No se piense, ni mucho menos, que esta disposición real, fue inmediatamente obedecida y puesta en práctica la ejecución de su mandato en todos sus puntos; antes al contrario, se produjeron fuertes enfrentamientos entre ambas potestades (la civil y la eclesiástica), que se mantuvieron a lo largo de muchos años, por una cuestión de competencia y control de los nuevos cementerios, que no dejaron de generar continuos roces.
   Además, la pretensión real de hacer recaer los gastos en la iglesia católica, basada la intención en los saneados ingresos, que para la institución generaban los servicios, hizo aún más difícil establecer acuerdos.
   En Burguillos, durante siglos, se mantuvieron las inhumaciones en el interior de la iglesia, hasta el mes de marzo de 1801, en que fue habilitado como camposanto, el espacio exterior existente, en la parte inmediatamente posterior de la misma; dando con ello, aunque de una manera tardía, cumplimiento a lo ordenado en la disposición real.
   La primera persona en ser inhumada, fue María de los Santos, viuda de Hilario Ulla, el día 29 de marzo de dicho año. Este cementerio se mantuvo durante 46 años.
   Uno nuevo se construyó cerca del anterior; al final y a la derecha del callejón que llaman de Ignacia; y que actualmente ocupan casas de una urbanización.
   El primero en recibir sepultura, fue Florencio Castaño, de 40 años, natural de Burguillos, el día 19 de junio de 1847. Este lugar de enterramiento, se mantuvo durante 120 años.
Pág. 40 de "El Señorío de Burguillos (Sevilla); una aproximación a su historia".
   El cementerio actual es de construcción relativamente reciente, y se halla ubicado en el extrarradio de la Villa, en el camino del Coto, y su primer enterramiento se produjo el 16 de mayo de 1967, en que fue inhumado, el vecino Enrique Jiménez Acuña.
   Sería de desear, que el cementerio acutal fuera el definitivo, pues cumple sin duda, la disposición real en su parte esencial, de estar "fuera de las poblaciones y en sitios ventilados". Que así sea.

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